Cataluña

«Los suministros básicos deben estar en manos públicas»

Irene González, voluntaria de Ingenieros Sin Fronteras defiende que «las mujeres de familia monoparental tienen 3 veces más riesgo de sufrir pobreza energética»

Miquel González/Shooting
Miquel González/Shootinglarazon

Ha participado en un estudio que pone de relieve que las mujeres tiene un mayor riesgo de sufrir pobreza energética y, paralelamente, la sufren más.

–¿Qué es la pobreza energética?

–No hay una definición ni a nivel europeo ni a nivel del Estado, sino que hay varias. Es muy difícil cuantificarla así que se define en función de aquellas personas que no consiguen mantener su casa a una temperatura adecuada, o bien aquellos que tienen un cierto número de retrasos en el pago de la factura o aquellos a los que la factura de suministros les supone más de un 10% de sus ingresos. En general se utiliza como cuantificación la del Reino Unido, que nos da un 10% de las familias, o bien se cuantifica a partir del porcentaje de familias que, tras pagar el gasto habitacional y los suministros, su renta queda por debajo de la renta básica de inserción y en este caso tenemos un 20%. En España, oscila entre ese 10 % y ese 20% según el indicador que usemos y en Cataluña , ronda el 10% de las familias.

–¿Qué es lo que les motivó a hacer un estudio de este fenómeno desde la perspectiva de género?

–Fue observación. Hacemos unos asesoramientos a los que vienen personas afectadas por la pobreza energética para ver cómo gestionar su situación y observábamos que un número muy elevado, más del 70%, de las personas que acudían a estos asesoramientos, eran mujeres. Entonces pensamos que buscar datos y comprobar si existía realmente alguna relación entre las mujeres y la pobreza energética de cara a hacer algunas políticas que corrigieran esto podría ser interesante.

–¿Cuál es el perfil de las mujeres que corren un mayor riesgo de sufrir pobreza energética?

-Después de cruzar los datos encontramos que las mujeres que son cabeza de familia monoparental tienen tres veces más riesgo de sufrir pobreza energética que una familia común; las trabajadoras tanto del hogar como del servicio doméstico fuera del hogar, las mujeres mayores de 65 años, especialmente las que viven solas, y las mujeres migrantes también tienen mayor riesgo.

–El estudio también apunta que la pobreza energética no sólo afecta más a las mujeres, sino que éstas también la sufren más

–Los últimos datos en Cataluña revelan que todavía, de manera semanal, los hombres dedican la mitad de horas que las mujeres, es decir unas 13 o 14 horas, al cuidado doméstico. Ese es un estudio generalizado y el dato se dispara en mujeres que no trabajan o que trabajan a tiempo parcial. Con lo cual, las mujeres dedican mucho más tiempo al hogar, que es donde más se sufre la falta de suministros eléctricos.

–Además, estas mujeres no siempre están al corriente de cuáles son sus derechos a la hora de afontar situaciones de pobreza energética. ¿Con qué recursos cuentan a día de hoy?

–En Cataluña se aprobó en julio de 2016 la Ley 24/2015, que es la más innovadora. Anteriormente, las afectadas por pobreza energética tenían que ir a los Servicios Sociales para solicitar un informe de vulnerabilidad y así poder retrasar el pago de la factura o el corte, pero esta nueva ley obliga a la compañía, antes de efectuar un corte, a informarse de la situación de la persona en Servicios Sociales para saber si está o no en situación de vulnerabilidad.

–¿Cuáles son las consecuencias de esta pobreza energética en los hogares catalanes?

–Las dividimos en cuatro: las de salud, que se relacionan con todas las enfermedades, sobre todo respiratorias, que se derivan de no poder mantener la casa a la temperatura adecuada; consecuencias sociales porque generalmente la pobreza energética nunca viene sola, sino que viene acompañada de un perfil genérico de pobreza de la familia, lo que dificulta muchas veces la integración social; consecuencias económicas porque al no poder pagar el recibo, se acumula la deuda; y las psicológicas, que se traducen en agotamiento, presión y sentimiento de no ser capaz de atender a su familia.

–¿Por qué hasta ahora no se había puesto de relieve el mayor riesgo que tienen las mujeres de sufrir pobreza energética?

-Hubo una época en la que se decía que habíamos llegado a cierta igualdad de género y ahora estamos en una fase en la que hay un intento de comprobar si todavía la situación de género no es del todo igualitaria. Por ello han aparecido más datos y hay un estado de la cuestión de ver si realmente la igualdad de género es real.

–¿Qué se ha estado haciendo mal para que aún exista esta desigualdad en lo que se refiere a pobreza energética?

–No se ha incorporado la política de género realmente en muchas de las actuaciones. Aunque ahora el Ayuntamiento de Barcelona ha sacado un documento de estrategia contra la feminización de la pobreza y por lo tanto percibe esa situación como un problema, las políticas sectoriales de energía del Ayuntamiento, por ejemplo, no hacen ninguna mención al género. Así, las políticas no son transversales: se detecta un problema pero no se aplica a todos los sectores de actuación. Además, la ley que había sacado Cataluña de igualdad efectiva entre hombres y mujeres, una ley de 2015, y que representaba un avance en el tema de conciliación, de momento está parada en algunos artículos por el Tribunal Constitucional. Lo que sí es cierto es que, en los últimos años, se están intentando hacer políticas en este sentido.

–¿La solución pasa por la universalización de la energía?

-Sí, más allá de que es necesario hacer políticas de igualdad de género, en el tema de la energía y los servicios, al ser una cosa imprescindible para tener unas condiciones dignas de vida, debe ser responsabilidad de una gestión pública. Por definición, lo público debe tener como responsabilidad el bienestar de los ciudadanos, con lo que algo como los suministros básicos deben estar en manos públicas. De hecho, en el agua hay una ola de remunicipalizació, como en Badalona, donde se ha aprobado recuperar la gestión del agua por parte del Ayuntamiento. Terrassa lo hizo a finales del año pasado. En estos casos se ha visto que se realizan muchos menos cortes y subidas de tarifas. En el caso de la luz esto no pasa tanto porque la energía en general está controlada por cinco empresas, entonces es un oligopolio que es muy fuerte en su relación política.

–¿Qué piensa de las últimas subidas de récord de la tarifa de la luz?

–Es cierto que hay una parte regularizada por el Gobierno y es cierto que existen las tarifas reguladas, pero también es cierto que hay una parte del precio de compra de energía y del precio de venta al consumidor que está liberalizado y que depende de estas cinco grandes empresas. También es cierto que un sector oligopólico tiene como consecuencia un consumidor más vulnerable porque hay menos competencia de mercado. Es curiosos que el precio de subida de la energía coincida con las dos semanas de ola de frío. Nosotros hemos denunciado que esta subida del precio de la luz está orientada a beneficio económico, más con el contexto de pobreza energética que ha sido denunciado también durante el invierno. El gobierno no se está haciendo cargo de lo que supone de manera integral la pobreza energética, no está actuando sobre las causas que llevan a la pobreza energética.