Arte, Cultura y Espectáculos
Oteiza, de principio a fin
El Pedrera acoge una exposición de la obra escultórica del artista vasco desde sus arranques figurativos hasta su final en 1959.
El coraje de un artista es proporcional a su comprensión de su propia obra y, como extensión, la comprensión de sí mismo. Jorge Oteiza es, en este caso, uno de los artistas con más coraje de la historia. Auspiciado a los altares como escultor, no tardó en comprender que había alcanzado toda la capacidad expresiva del medio y con a penas 50 años decidió que ya lo había dicho todo. En 1959 daba por concluída así su travesía por la composición de la forma escultórica y no insistió, encontró en la pedagogía y la poesía muchas más cosas que decir. Él no habló más con las manos, pero sus obras permanecieron y ahora hablan con más fuerza que nunca.
La Fundació Catalunya-La Pedrera inaugura hoy la exposición «Oteiza. La desocupación del espacio», que recoge las diferentes etapas de la obra escultórica del artista vasco, de su figuración expresionista hasta la abstracción geométrica de inspiración malevichiana para acabar con su inspiración de la dinámica de las esferas y el gusto por vaciar las obras hasta su mínima expresión. «Noté que de mis últimas esculturas salían palabras y sentí que era el final. Así pasé de mi lenguaje de de escultura lento y caro a esta economía de lenguaje más feliz y seguro, más práctico encendiendo palabras en el papel», comentaba el propio Oteiza sobre su salto a la poesía.
La excepcional exposición, con obras cedidas por la Fundación Museo Jorge Oteiza, frece además un «diálogo sublime» entre el artista vasco y el arquitecto de La Pedrera, Antoni Gaudí. No en vano, Oteiza era un «fervoroso seguidor» de Gaudí, como recordó la comisaria de la muestra.
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