Federico García Lorca
Un manuscrito rescatado de Lorca
La Academia Frank Marshall guarda en sus fondos el original del poema que dedicó a Isaac Albéniz
La Academia Frank Marshall guarda en sus fondos el original del poema que dedicó a Isaac Albéniz.
No existen muchos manuscritos de Federico García Lorca en instituciones catalanas. Donde podría suponerse que deberían conservarse más, en la Fundació Gala-Salvador Dalí, apenas hay unas pocas cartas, dos de ellas incompletas. Por eso, la aparición de algún original es una buena noticia y amplía el conocimiento del paso del poeta especialmente por Barcelona.
Entre los numerosos documentos musicales que conserva la Academia Frank Marshall, en Barcelona, este diario ha localizado dos originales de Lorca. Por una parte, una primera edición del «Llanto por Ignacio Sánchez Mejías», una de las obras cumbres del poeta granadino, firmado en Barcelona en 1935, durante su última estancia en la capital catalana hace más de 80 años. Está dedicado a Teresa Cabarrús, la esposa del pianista y compositor catalán Frank Marshall, continuador de la academia musical que puso en marcha Enric Granados.
El otro original lorquiano que fue propiedad de Cabarrús es uno de los sonetos más hermosos escritos por Lorca, el original de «Epitafio a Isaac Albéniz». Es la copia en limpio del poema que Lorca llevó consigo al cementerio de Montjuïc el 14 de diciembre de 1935 con la intención de leerlo ante la tumba de Albéniz. No es la primera versión de esta composición porque se sabe de la existencia de un borrador en los fondos de la Fundación Federico García Lorca, con papel de carta del Hotel Majestic, lugar en el que se alojaba Lorca en esos días. Ese borrador contiene algunas supresiones, adiciones y correcciones, lo que demuestra que lo entregado a Cabarrús es la versión definitiva.
No se sabe si la amiga del poeta estuvo en el acto en el cementerio, ante la tumba de Albéniz, en el que el poeta estuvo rodeado de algunos de sus incondicionales, como la actriz Margarita Xirgu. Lo que sí podemos saber viendo con cuidado el manuscrito es que todavía conserva los dobleces de aquel 14 de diciembre de 1935, fecha que apunta debajo de su firma. Por lo cual, podemos especular con la posibilidad que Lorca se lo entregara a Cabarrús una vez finalizara su intervención.
A ella le tuvieron que gustar unos versos en los que comenzaban de esta manera: «Esta piedra que vemos levantada/ sobre hierbas de muerte y barro oscuro/ guarda lira de sombra, sol maduro,/ urna de canto sola y derramada».
Hay otra huella de la amistad entre Lorca y esta entusiasta de la música y la literatura. Sabemos que ella asistió al banquete que ofrecieron al poeta los escritores y los artistas catalanes el 23 de diciembre de 1935 en el Hotel Majestic de Barcelona. Fue el último acto de Lorca en la ciudad después de una estancia exitosa gracias al estreno de «Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores». En las fotografías de aquella velada podemos ver a Teresa Cabarrús sentada en la mesa presidencial, al lado de un García Lorca expresivo y entusiasmado por el respaldo de la intelectualidad catalana.
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