Escultura

Una muy surrealista controversia

El galerista Beniamino Levi defiende la legitimidad de las obras escultóricas de Dalí pese a las críticas que le dedica Figueres

Beniamino Levi, en la imagen, posa con una de las esculturas de su colección
Beniamino Levi, en la imagen, posa con una de las esculturas de su colecciónlarazon

La obra de Salvador Dalí sigue sujeta a polémicas. Ya no es la obra pictórica la que es objeto de debates. Ahora es el turno de su producción escultórica de la que no existe todavía un catálogo razonado, con la excepción de «Le dur et le mou», una suerte de estudio sobre esta faceta de la producción daliniana y que lanzó al mercado en 2004 Robert Descharner, el controvertido secretario del artista en los años más oscuros de su final. La Fundació Gala-Salvador Dalí hace años que trabaja en la clasificación de la obra gráfica y la escultórica, siendo este último aspecto motivo de no pocas controversias.

Alguien que sabe bien esto es el galerista Beniamino Levi, presidente de la Stratton Foundation y responsable del Espace Dalí en París, por donde pasan cada año unas 200.000 personas. Desde hace tiempo, Levi se dedica a exponer por todo el mundo una serie de esculturas realizadas a partir de diseños originales del genio de Figueres y cuya realización supervisó el mismísimo Dalí supervisó. Hace unos días debía haber inaugurado una exposición con estas piezas en el Centre Cultural de Terrassa (Barcelona), pero no ha podido ser porque la fundación de Figueres ha prohibido el uso del nombre del artista en el título de la muestra y en la publicidad referida a la misma. Estas condiciones y otras han sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de Levi. Todo esto, como explicó esta semana, «me hizo abrir los ojos».

El galerista recuerda que todas sus piezas son legítimas, como lo demuestran los contratos firmados por Dalí. Levi adquirió los derechos de todas estas obras en 1980 y 1981, tanto de manos de Dalí como de Enrique Sabater, el segundo secretario del creador surrealista. Los contratos se realizaron cuando todavía no existía la Fundació Gala-Salvador Dalí, creada en 1983. En este sentido, la abogada de Levi, Andrea Garcés, recuerda que el Estado español es heredero de los derechos de Dalí pero «sin perjuicio de terceros».

Al ser nuestro país el heredero del pintor, Garcés ha solicitado al Ministerio de Cultura para que opine sobre esta polémica, recibiendo como respuesta la recomendación que vayan a los tribunales, algo que por ahora descarta Levi.

¿Estaría dispuesto a vender sus derechos a la fundación? Levi lo tiene muy claro porque su respuesta es negativa. «No, yo voy a seguir haciendo exposiciones en todo el mundo, aunque no haré ninguna en España. He renunciado a eso». En este sentido, recordó que hace años propuso el renunciar al merchandising generado por las obras de las que posee los derechos. Sin embargo, Figueres nunca le dio una respuesta concluyente.

Lo que sí hizo Figueres en 1996 fue solicitarle los contratos que había firmado con Dalí. Los mostró y la institución daliniana no encontró problemas jurídicos. Pese a ello, la situación ahora se encuentra en punto muerto. Levi prefiere pensar en proyectos artísticos, como su colaboración en la exposición que se dedica ahora a la escultura del artista en Lieja.