Caridad
Más que repartir comida
Cruz Roja Mislata hace «horas extra» para atender a 3.000 personas al mes, un número que no deja de crecer
Esperan su turno con el clásico carro de la compra cerca. Está vacío, pero ha llegado el día de llenarlo, o de intentarlo, según las donaciones de la jornada anterior. Mientras aguardan en la cola, no les importa ser fotografiados. Pese a la vergüenza inicial que sufren muchas personas que se han visto abocadas a solicitar ayuda, en la asamblea de Cruz Roja de Mislata se sienten casi como en familia. De ello se encarga el responsable del proyecto de alimentos, Jesús Medina, que, junto a su equipo de voluntarios, dedica más de ocho horas diarias a sus vecinos más necesitados. Se sabe sus nombres, bromea con ellos y conoce de primera mano sus necesidades.
«Atendemos a todos los que demandan ayuda, pero nos gustaría poder darles más cantidad de alimentos». En palabras de Medina, están al 50 por ciento de su capacidad. Aún así, socorren a más de 3.000 personas al mes, un número que preocupadamente no deja de crecer. El año 2012 se cerró con 273 familias inscritas en el programa de reparto de comida, cada una de ellas con una media de tres miembros. Este número además supuso un aumento del 30 por ciento respecto a los atendidos durante 2011. En el presente ejercicio, ya se han adherido 176 hogares, por lo que a Medina no le extrañaría acabar 2013 con más de 300 familias, ya que, aunque «la esperanza es lo último que se pierde», la situación económica de muchos es cada vez más difícil. De hecho, sólo una familia se ha dado de baja este año por haber mejorado su hacienda.
La peculiaridad de este centro solidario es que además de encargarse de la distribución de alimentos no perecederos procedentes del Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA), reparte productos frescos.
Tres voluntarios acuden a última hora de la tarde a recoger las donaciones de las empresas con las que tienen convenios y los almacenan en sus dependencias. Por la mañana, cada usuario recibirá, según las características propias de su familia -el número de miembros, los ingresos, los pagos, etc.-, un lote de productos normalmente compuesto por pan y bollería, lácteos, bandejas de carne y frutas y verduras. Cada beneficiario acude unas tres veces al mes. Al día, pasan por el centro de Cruz Roja 20 familias.
El control sobre los miembros del programa es exhaustivo, para evitar la picaresca. Sus datos están cruzados con otras entidades y la burocracia para formar parte del plan es considerable. Hay que comprobar que cumplan el nivel mínimo de ingresos. ¿Cuál? «Es reservado, pero una familia que perciba únicamente una prestación por desempleo, tendrá nuestra ayuda».
Sin embargo, además de por estas reglas, el éxito del proyecto, según el responsable del proyecto, es de los voluntarios. Participan más de 150 personas, muchas de ellas son a su vez beneficiarias. El número de personas que quiere colaborar también ha crecido.
Cruz Roja realiza un importante trabajo de entrega de alimentos a ciudadanos en riesgo de exclusión social del FEGA, pero también de donaciones particulares. Además, unas 20 asambleas de la organización sin ánimo de lucro gestionan productos frescos. La mayoría, género a punto de caducar donados por Consum.