Medio Ambiente
Nuevas variedades frutales para afrontar el cambio climático
Melocotones y albaricoques son las primeras frutas con las que técnicos del IVIA investigan cómo hacer que se adapten a las nuevas temperaturas
Melocotones y albaricoques son las primeras frutas con las que técnicos del IVIA investigan cómo hacer que se adapten a las nuevas temperaturas
El cambio climático es una realidad cada vez más palpable. Inviernos menos fríos y veranos apabullantemente cálidos son ya, sobre todo en ciertas regiones como la nuestra, una costumbre a la que, desgraciadamente, la naturaleza parece que no acaba de adaptarse. Las plantas en general y las frutas en particular, cuentan con un ciclo de frío (reposo)/calor (floración) que se está viendo alterado.
Por ello, desde el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) se ha puesto en marcha un proyecto para desarrollar y detectar nuevas especies frutales que puedan adaptarse mejor a los cambios térmicos que ya se están produciendo.
Con las variedades existentes es posible, tal y como explican desde el IVIA, que en cierto punto, debido a que el periodo de reposo invernal no se ha producido correctamente puesto que las temperaturas no eran los suficientemente bajas, la floración y brotación de la fruta tampoco se ejecuten de manera natural. Aunque ese momento aún no ha llegado, los técnicos creen que hay que ser previsor y adelantarse a esos cambios que está experimentando el medio natural debido a la acción del hombre.
Las primeras frutas con las que se está experimentando son los melocotoneros y albaricoqueros. La línea de investigación del IVIA estudia las bases moleculares de los mecanismos fisiológicos que definen el calendario interno en el melocotonero. Dentro de esta línea se han realizado estudios de genética cuantitativa para identificar qué partes del genoma del melocotonero determinan las diferencias de calendario. También se han realizado estudios de genómica para identificar genes cuya expresión varía a lo largo del desarrollo de la yema floral.
Las nuevas herramientas genómicas han sido de gran utilidad para identificar un grupo valioso de genes que pueden estar implicados en la percepción y transmisión de la señal de frío de las plantas y en todos los procesos de desarrollo que tienen lugar en la yema. Estos genes pueden tener utilidad como marcadores moleculares para reconocer el estado de la yema en un momento dado, o para distinguir variedades con distintos requerimientos de frío.
La identificación de estos marcadores facilita la selección de variedades con menores requerimientos de frío y permite predecir si una variedad podrá adaptarse a una determinada área geográfica. Estos estudios han permitido identificar elementos reguladores de la latencia, genes implicados en el desarrollo floral y posibles factores de tolerancia al estrés por frío e hídrico. La utilización de esta información permitirá la selección de nuevas variedades en un entorno de cambio climático.
Solo de esta manera áreas que disfrutan de cantidades tan elevadas de producción de frutas y verduras podrán mantener este nivel de cosechas en el tiempo aunque se produzcan cambios en las temperaturas.
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