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Europa

Valencia

Un Nobel de Economía cree que la política de austeridad «ha herido» a los países del sur

Defienden los alimentos transgénicos y critican el movimiento antivacuna

El jurado de los Premios Jaime I reunido presencialmente en 2019. Algo que este año no sucederá larazon

La falta de inversión ha agravado la crisis de las economías del sur, pero han sido las «fracasadas» políticas de austeridad de la Unión Europea (UE) las que «han herido» gravemente a países como España, Italia, Portugal y Grecia.

El premio Nobel de Economía en 2010, Christopher Pissarides, se halla estos días en Valencia en calidad de miembro del jurado de los Premios Rey Jaime I que se fallan hoy en Valencia. Fue en la capital valenciana donde ayer analizó los efectos sobre la economía de las decisiones que toman los gobiernos. Al respecto, el experto en economía del empleo recordó que estas políticas buscaban controlar la elevada deuda y contribuir a su pago, pero han fracasado y que el impacto negativo «ha sido más elevado de lo que se esperaba».

Asimismo, se mostró pesimista respecto al paro juvenil al asegurar que dejarlo por debajo del 35 por ciento es prácticamente imposible. «No hay política que lo pueda conseguir».

En la parte positiva, valoró como «buena iniciativa» el plan Junker que dotó de financiación para la inversión, aunque lamentó que se nutra de otros objetivos importantes para Europa como la investigación universitaria.

Como recetas para superar la situación actual propuso eliminar trabas burocráticas para «hacer fácil» el cierre de las empresas, y revisar los impuestos para hacer más fácil el nacimiento de nuevos negocios.

Asimismo, el economista alertó de aquellos partidos que ponen en cuestión la reforma laboral y la flexibilidad. «(Las formaciones) que hacen promesas parecidas a las de Grecia, no son buenas para las economías. Tratan de captar el voto de los que saldrían perjudicados en una reforma laboral y eso es mirar a corto plazo».

Alimentar al tercer mundo

A la cita que reúne a 21 Premio Nobel acudió también de Medicina 2011, el luxemburgués Jules Hoffmann, quien fue tajante a la hora de criticar el movimiento antivacuna que se ha popularizado en países como Estados Unidos en los últimos años. «Es un crimen. Por supuesto que han surgido problemas en algunas vacunas, pero son casos muy excepcionales. Las vacunas han salvado 1.500 millones de vidas en todo el mundo».

Por su parte, el premio Nobel de Medicina en 1993, Richard Roberts, defendió la seguridad de los alimentos modificados genéticamente o transgénicos como una cuestión básica a la hora de afrontar el problema de la escasez de recursos ante una población mundial creciente.

Según el premio Nobel, las modificaciones genéticas actuales son «mucho más seguras» que las tradicionales, en las que se utilizaban radiaciones o procesos químicos, motivo por el cual lamentó que determinados partidos políticos alienten la crítica hacia estas técnicas. «Hoy en día podemos conocer exactamente qué gen queremos utilizar, podemos ver qué hace, cómo interactúa con otros y comprobar si funciona o no, no tenemos cambios inesperados, hacemos pruebas constantes, pero los verdes (en alusión a los partidos políticos) se preocupan por ello, cuando deberían preocuparse por las técnicas tradicionales de modificación genética (...) La gente necesita comer. En Europa hay suficiente comida, pero en otras partes del mundo la escasez será cada vez mayor, y decir que hay técnicas que por sí mismas son peligrosas es un crimen, no es justo, se oprime al mundo en desarrollo. ¿Cuántos niños más han de morir antes de que se pongan fin a estas restricciones criminales?».

De igual modo, se mostró crítico con la industria farmacéutica porque, a su juicio, «no tiene interés alguno en curar, sino en vender su producto, de modo que para ellos lo mejor es un tratamiento crónico».

Por su parte, el Nobel de Medicina de 2013, Randy Schekman consideró que el verdadero gran reto de la ciencia en estos momento es que se la tome en serio, pues hay grandes sectores que cuestionan hechos «más que demostrados científicamente» y consideran a los científicos unos «lunáticos».

La declaración del jurado de los premios Rey Jaime I pone en esta ocasión la atención en la necesidad de que los gobiernos faciliten los medios que incentiven una verdadera cultura del mecenazgo, pues consideran que, «en la actualidad, dadas las restricciones económicas presentes sobre todo en Europa, es especialmente preocupante en lo que se refiere al presente y futuro de la investigación y la cultura». Al respecto, el presidente de la Fundación que concede los premios, Santiago Grisolía, defendió que seguirá insistiendo con el Gobierno respecto a esta urgencia, pero «parece que no lo entiende».