Comunidad de Madrid
4.800 ojos en alerta para el verano más peligroso
Aunque parece que este año el tiempo y con éste los incendios hubieran dado una tregua a la Comunidad, no se confíen, estamos ante uno de los más peligrosos de los últimos años. Por ello, la Comunidad ha mantenido intacto el plan contra incendios que cuenta, un año más con 2.400 profesionales, entre bomberos y brigadas forestales, además de torres de vigilancia, nueve helicópteros y más de 500 vehículos de los distintos cuerpos que participan en la extinción de incendios este verano.
Hasta ahora, se han originado en la Comunidad de Madrid un total de 49 incendios, dato que contrasta de manera muy significativa con el del año pasado por estas fechas, cuando ya se superaban los 181. Aunque la gran mayoría de los fuegos de la Comunidad, el 80%, se queda en conatos, lo cierto es que toda la prevención y precaución es poca. Sobre todo este verano.
Desde hace una semana, la Comunidad se encuentra en situación de «alto riesgo» en cuanto a incendios forestales se refiere. Este verano se presenta especialmente peligroso para los montes madrileños, ya que las abundantes lluvias que se han producido durante el invierno y la primavera han provocado que crezcan hierba y rastrojos que, cuando el calor los seque, se convertirán en el peor combustible de una simple chispa. Aunque las precipitaciones sin precedentes mantienen aún el campo verde, el verano ha llegado y con él, según las predicciones, el calor que cada año en el mes de julio alcanza los 40 grados.
Aunque la campaña contra el fuego comenzó el 15 de junio y durará hasta el 30 de septiembre, desde hace meses se trabaja en la implantación de cortafuegos, la limpieza de montes, el mantenimiento de franjas de seguridad y el desbroce. Los agentes forestales, que dependen de la Consejería de Presidencia, son los encargados de esta labor de prevención esencial para afrontar con alguna garantía el verano. Pero su labor no sólo se limita al periodo estival; durante el invierno, los forestales continúan con un trabajo crucial en la lucha contra el fuego: la investigación. Una labor digna de cualquier serie de televisión americana para determinar cuáles han sido las causas que han provocado el incendio y que en 2012 abarcó un total de 390 fuegos.
Su misión comienza nada más recibir el aviso por fuego en el monte. Dos agentes se dirigen rápidamente al lugar de los hechos, y ayudan a Bomberos y a la Guardia Civil a acceder a él, ya que normalmente los incendios se producen en él lugares complicados y ellos conocen el monte a la perfección.
Tras la extinción del fuego, Antonio Martínez, jefe de Servicio del Cuerpo de Agentes Forestales, explica que se centran en las causas. «El origen de un incendio se esclarece dando respuesta a cuatro preguntas ¿dónde se originó el fuego? ¿qué lo provocó? ¿por qué se ha producido? y ¿quién lo ha causado?».
Para ello, los agentes forestales deben hablar con los testigos, los bomberos que se han ocupado de su extinción, por si pueden aportar algún dato de relevancia para la investigación y «barrer» el terreno palmo a palmo. Para averiguar dónde han comenzado las llamas, los agentes se basan en la geometría y condiciones meteorológicas del lugar, midiéndolas con una sonda meteorológica. A partir de ahí, colocan unos banderines desde el final hasta el origen de la huella del fuego, ya que normalmente se encuentra en sentido ascendente. La bandera se coloca hacia un lado u otro dependiendo de donde soplase el viento en el momento del incendio. Tras la colocación de los últimos banderines, y su recorrido, se desvela dónde se inició el fuego.
En la zona donde se han originado las llamas los agentes buscan evidencias físicas sobre qué ha provocado el fuego: «Una cerilla, restos de un bidón de gasolina, virutas plateadas producidas por el uso de una radial o algún tipo de acelerante químico que ayude a prender el fuego» son los elementos más comunes que nos encontramos, añade Ángel Fernández, jefe especial de Incendios Forestales. Cuando se conoce el objeto o la causa de las llamas, también se descubre el porqué se han originado las llamas.
La pregunta más difícil de responder para estos guardianes del bosque es el «¿quién?»: «En muchos casos es prácticamente imposible averiguarlo, sobre todo si no hay testigos y no se encuentra el objeto que ha causado el incendio. Muchas investigaciones siguen abiertas después de meses» como el caso de Robledo de Chavela del pasado verano, comenta Antonio Martínez. Más del 97% de los incendios responden a negligencias cometidas por el ser humano, casi siempre debidas a una quema de rastrojos que se ha producido sin permiso: «A partir del 15 de mayo está totalmente prohibida» subrayan ambos agentes. «La gente del campo quiere eliminar vegetación de las acequias, es algo que siempre pasa, y si no lo hacen bien el resultado es un incendio intencionado» añade. La pena máxima por provocar un incendio se elevó en septiembre de 2012 de cinco a nueve años de cárcel. Y es que, aunque parezca insólito, los incendios producidos por causas naturales no llegan al tres por ciento y normalmente se deben a la caída de rayos.
Una vez finalizada la investigación, descubierto el origen, el responsable del incendio y elaborado el informe, los agentes remiten un informe a la Fiscalía. Las investigaciones pueden seguir dos vías, la penal –si hubiera causas penales– o la administrativa, que conllevaría una multa. «Para ello tenemos que llevar un gran trabajo de coordinación con Bomberos y Guardia Civil», explica Fernández.
Cuando una zona se quema, tarda decenas de años en regenerarse, «si es que lo hace», añaden los forestales, «por eso es muy importante concienciar a la población del peligro del fuego y cumplir las normas que todos los veranos se indican sobre la quema de rastrojos, o las barbacoas en el campo, que están totalmente prohibidas, ya que en tan sólo un segundo se pierde el control sobre el fuego y las pérdidas pueden llegar a ser irreparables», subrayan.
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