Belén V. Conquero

El «medicamento vivo» que devolvió el paso a Andrés

Una terapia pionera desarrollada en España utiliza las propias células del paciente y se las inyecta en su lesión medular. Mejora su movilidad y su sensibilidad

Ángel Garrido se interesa por las claves de la terapia, «que abre una puerta a la esperanza»
Ángel Garrido se interesa por las claves de la terapia, «que abre una puerta a la esperanza»larazon

Cada año en España se dan mil nuevos casos de lesionados medulares. La mayoría producidos por accidentes de tráfico. Es el caso de Andrés Herrera al que, con 27 años, la vida le dio un vuelco. Tuvo un accidente de tráfico, «salí despedido por el cristal», describe. Y desde entonces convive con una lesión medular. «Te dicen que no caminarás y es entonces cuando empiezas con tu lucha». Una pelea que, desde 2013, comparte con Jesús Vaquero, jefe del servicio de Neurocirugía del Hospital Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda (Madrid). Él es el principal responsable de que la Agencia Española del Medicamento haya aprobado el primer fármaco, cien por cien español, que trata a lesionados medulares con sus propias células. El medicamente se llama NC1 y ha sido elaborado íntegramente en este hospital madrileño. «Para ellos es un mundo sentir una caricia, cuando antes no sentían nada», afirma el neurocirujano.

Pero este logro no es fruto de un par de años, sino de más de dos décadas de investigación. Lo que ha ido demostrando el equipo de Vaquero, a través de numerosos ensayos clínicos, es que con la extracción de células del propio paciente, que se cultivan con el fármaco en una sala blanca entre dos y cuatro semanas y más tarde se vuelven a inyectar en las zonas dañadas de la médula espinal y en el líquido cefalorraquídeo del paciente, «mejora la actividad motora, la sensibilidad, el dolor neuropático y, en un 80 por ciento de los tratados, el control de esfínteres», apunta el neurocirujano. Es importante destacar que este tratamiento no está dirigido a todos los enfermos medulares, está indicado específicamente a los «conservan anatómicamente la médula y son pacientes en fase crónica», insiste el especialista.

Durante el primer año se han tratado 30 pacientes, seleccionados por criterios médicos, psicosociales y genéticos, pero la idea es que este «medicamento vivo -sólo autorizado para uso hospitalario- pueda llegar a un centenar de pacientes cada año». A pesar del apoyo económico de la Fundación Mapfre y de la Fundación Rafael del Pino, el número está limitado por la propia técnica, ya que la sala blanca donde se generan las células tiene un límite.

«Me han puesto unas cuatro inyecciones, cada una de ellas con 30 millones de células», reconoce Andrés para el que el cambio ha sido radical. «Lo peor es el problema de esfínteres y ahora los controlo perfectamente. Antes, si estaba viendo una película no llegaba al baño a tiempo, eso ya no ocurre. La vida te cambia». Tanto es así, que Andrés reconoce que ahora «tengo un cuádriceps más fuerte que el de Cristiano Ronaldo» y, aunque a su doctor no le guste oírlo, «ellos tienen la varita mágica».