Madrid

El único camarín barroco de la región se escondía en Vallecas

La pequeña capilla apareció en la iglesia de San Pedro Ad Vincula gracias a la reforma que ha permitido rescatar esta joya del siglo XVII

Las pinturas murales de la cúpula de la iglesia de San Pedro ad Vincula se atribuyen al pintor Juan Vicente Ribera
Las pinturas murales de la cúpula de la iglesia de San Pedro ad Vincula se atribuyen al pintor Juan Vicente Riberalarazon

La pequeña capilla apareció en la iglesia de San Pedro Ad Vincula gracias a la reforma que ha permitido rescatar esta joya del siglo XVII

Las obras de restauración de la Iglesia Parroquial de San Pedro Ad Vincula, en Vallecas, han concluido con un hallazgo artístico excepcional. Después de 19 años de reformas y una inversión de 659.000 euros en el proyecto, este templo considerado Bien de Interés Cultural (BIC) en 1995 ya puede abrir sus puertas al público y exhibir sus tesoros históricos, algunos tras siglos ocultos. En concreto, la guinda de este santuario es el camarín que posee de la Virgen del Rosario. Esta capilla exenta es muy especial ya que data del siglo XVII y está considerada la aportación más original de la arquitectura española al Barroco europeo. Su recuperación es una de las actuaciones más importantes de la Dirección General de Patrimonio General. Así lo reconocen sus feligreses, quienes aprecian la gran obra de embellecimiento que se ha llevado a cabo: «De ser una sala en desuso y llena de humedades, se ha transformado en un espacio de gran valor y belleza», reconoce uno de ellos, el cual ha ayudado con la coordinación de la obra.

El espacio aún no está abierto al público y su ubicación cercana al altar limita la posibilidad de tránsito. Sin embargo, la idea es que sirva como recuperación de la devoción dedicada a la Virgen, así como para la conservación de ciertos ornamentos. Es también un orgullo para sus fieles la calidad llamativa de las pinturas murales de la cúpula, que ahora han sido restauradas y cuya autoría se le atribuye a Juan Vicente Ribera por su gran parecido a las encontradas en la Capilla de las Santas Formas de Alcalá de Henares. «Aunque la apreciación de la belleza de esta pintura sea general, se ha mantenido también cuidadosamente la diferencia entre la parte renovada y la antigua», reconoce el mismo feligrés. Además, los fieles comprenden lo exclusivo que es, pues, desgraciadamente, los camarines que tanto se prodigaron en Madrid durante el segundo tercio del siglo XVII en ermitas, iglesias y conventos han desaparecido todos. Por esta razón, éste constituye uno de los escasos ejemplos conservados en España.

El párroco del templo, don Ricardo, explica cómo el rincón estaba oculto, escondido por un tabique y que se desconocía su comunicación con el templo, hecho que se explica por la naturaleza del lugar. La creación de estos recintos se remonta a finales del siglo de Oro, como respuesta a la necesidad cada vez mayor de un lugar que sirviera para el recogimiento y en el que se pudiera venerar a figuras representativas, en un momento en el que estaba en auge el culto a las imágenes, así como la creación de hermandades o cofradías. En particular, este camarín pertenece a la cofradía de la Vírgen del Rosario. Comienza su construcción, según informa la documentación, debido a que la gente que acudía del pueblo era cada vez más numerosa y en los días de festividad no había suficiente espacio. Entonces, se decide ampliar la capilla de la cabecera y así nace el camarín.

La recuperación de un elemento de tal valía ha sido sorprendente. Así lo manifiesta don Ricardo: «No pensábamos que fuera posible, ha sido una obra impresionante, que merece un reconocimiento histórico, cultural y religioso». El proceso de su renovación comprende un laborioso trabajo de limpieza y restauración de pinturas muy valiosas. El Arzobispado, en colaboración con la Comunidad de Madrid, ha emprendido diversas actuaciones en los últimos cuatro años entre las que destacan la subsanación de las humedades y grietas, el cambio de una obsoleta calefacción y una nueva iluminación específica, tanto de los espacios rituales como de los puntos que presenten un interés artístico singular. Aunque aún quedan detalles por rematar que se prevén para el futuro, como la colocación de un altar en el exterior del camarín que recree la tipología de la época, la mayor parte de este inmueble de gran historia y originalidad está terminado y pronto disponible para que el público pueda acercarse, ya sea a una liturgia o a visitar su contenido artístico. Don Ricardo expresa su satisfacción por la renovación de este templo para que pueda recibir con todo su esplendor a los ciudadanos de Vallecas, «es una alegría, una gran emoción para todos, ya que esta iglesia guarda una estrecha relación con los habitantes de este pueblo, aquí se casan, entierran a sus familiares, celebran bautizos y la sienten como propia», «también aquellos que no profesan la religión cristiana son bien acogidos», añade don Ricardo, y coincide con la manifestación de la directora de la Oficina de Cultura y Turismo, Anunciada Fernández de Córdova, la cual recalca la devolución de esta obra terminada al pueblo de Vallecas «para el uso y disfrute, no solo litúrgico, sino también cultural». La reparación de esta pieza arquitectónica es única, ya que sintetiza el devenir de la zona de Vallecas primero como villa y luego como distrito reconocido. Así, en su cuerpo reúne un estilo ecléctico, un libro biográfico de cimientos que comenzaron a edificarse desde el siglo XVI.