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Madrid Central: Recorremos las zonas «prohibidas» a los coches

En la primera jornada de las restricciones, el Ayuntamiento dice haber ganado ya la «batalla» al cambio climático

Desde esta medianoche está en vigor Madrid Central, un área de 472 hectáreas por la que solo pueden circular los residentes
Desde esta medianoche está en vigor Madrid Central, un área de 472 hectáreas por la que solo pueden circular los residenteslarazon

En la primera jornada de las restricciones, el Ayuntamiento dice haber ganado ya la «batalla» al cambio climático.

El Ayuntamiento de Manuela Carmena hará de Madrid Central su principal bandera electoral. Algo que era de prever, dentro de una estrategia en la que llevarán al centro del debate su compromiso contra la contaminación, dejando al margen los perjuicios que podría causar la medida. Así se demostró con el balance que hizo el Consistorio sobre la primera jornada de aplicación de esta ordenanza, que restringe drásticamente el tráfico en 472 hectáreas del centro de la capital. El discurso fue triunfalista. Y el adjetivo «histórico» volvió a sonar en boca de Inés Sabanés, delegada de Medio Ambiente y Movilidad. «Hoy es un día para darnos la enhorabuena. Madrid le ha ganado la batalla a la contaminación, al ruido y al cambio climático», aseguró José Manuel Calvo, delegado de Desarrollo Urbano Sostenible. «Esta es la palanca sobre la que vamos a cambiar la movilidad de toda la ciudad», afirmó por su parte Jorge García Castaño, responsable del área de Economía.

LA RAZÓN se adentró ayer en el perímetro «prohibido» de Madrid Central para comprobar in situ si la medida comienza a calar en los ciudadanos. ¿La conclusión? Las diferencias con respecto a otros viernes eran casi imperceptibles. No en vano, la entrada en vigor de este viernes se limitó a una mera fase informativa y no será hasta febrero cuando se comience a multar a los conductores que accedan de forma indebida a las zonas restringidas: como norma general, todos aquellos que no luzcan las etiquetas ECO o Cero emisiones o no sean residentes.

En torno a las 9:30 horas, y a bordo de un coche híbrido –y, por tanto, permitido– de la compañía de «carsharing» Wible, la percepción general es que hay menos vehículos en comparación con las semanas previas. Partiendo de la calle Génova, parece confirmarse que la zona de Bulevares –área límite en la que sí se permite circular– ha absorbido el tráfico de una Gran Vía –zona ahora restringida, recién remodelada y con un sólo carril por sentido para el tráfico privado– cuyas calzadas estaban copadas exclusivamente por taxis y VTC –Uber y Cabify–.

El Ayuntamiento cifró esta «reducción muy significativa» del tráfico en Madrid Central en una amplia franja que va del 10% al 45%. Además, descendieron los tiempos de recorrido de las líneas de la EMT de acceso a la zona de bajas emisiones en un 22,6%. Con todo, es posible que parte de esos conductores que renunciaron a adentrarse en el centro se pasaran a la M-30 para irse habituando a la norma, donde el Consistorio reconoció un «leve aumento». Eso sí, «no significativo».

Ahora bien: esa menor presencia de coches, ¿tuvo impacto en el medio ambiente? Si bien habrá que esperar para hacer un balance, lo cierto es que las estaciones de calidad del aire no mejoraron ayer sus datos. Según las cifras que el Ayuntamiento publica en mambiente.munimadrid.es, las mediciones de NO2 –el dióxido de nitrógeno, gas nocivo para la salud que el Consistorio pretende erradicar en un 40% gracias a esta medida– en las estaciones situadas en Madrid Central empeoraron ayer sus números respecto a los de la semana anterior. A las 9:00, la estación de la plaza del Carmen registró 69 microgramos por metro cúbico de NO2, frente a los 54 del pasado día 23 a la misma hora; mientras, la de Plaza de España marcaba 77, frente a los 72 de la semana anterior. Hay que recordar que el valor límite anual de NO2 para la protección de la salud humana es de 40 microgramos por cada metro cúbico.

Llamaba la atención la escasa presencia de agentes de Movilidad o de la Policía Municipal –en varios puntos se veían más periodistas que personas de uniforme– que, en principio, iban a situarse en las zonas límite de Madrid Central para avisar a los conductores no autorizados de que iban a acceder a una zona restringida. A lo largo del recorrido apenas se hicieron notar en la plaza de Colón y en Plaza de España, a la altura de la calle de Los Reyes, donde las franjas rojas marcaban el límite del perímetro. Y también era destacable la muy significativa cifra de conductores que aún no lucían los distintivos de la DGT, que a partir del próximo mes de abril serán obligatorios, y que circulaban por calles que próximamente estarán muy limitadas al tráfico, como San Bernardo o la del General Castaños.

En torno a las 10:30 horas, había mayor afluencia de tráfico en el Paseo del Prado, otra de las fronteras de Madrid Central, donde los carteles municipales avisan de que calles como Los Madrazo o Zorrilla pasan a ser restringidas. Es aquí donde se da cita uno de los previsibles «puntos negros» de la ordenanza: la calle Atocha. Actualmente en obras –se ampliarán las aceras y se creará un carril bici–, tomarla es del todo desaconsejable: operarios a los que hay que «sortear» y furgonetas que sólo pueden estacionar en la calzada al no haber zona de carga y descarga. Entre medias, se sucede una escena que se habría producido tanto con Madrid Central como sin él: el robo de un teléfono móvil a un taxista, que consiguió dar caza al ladrón e incluso recuperar su dispositivo tras un forcejeo.

¿Y los parkings de las zonas afectadas? ¿Notan más demanda? Cumpliendo la tónica de la jornada, no perciben novedades. En el situado en la plaza del Carmen aseguran que «ha venido prácticamente el mismo número de gente, quizá algo más», mientras que en el de la plaza de Pedro Zerolo sí han notado un «leve descenso».

En torno a las 11:00 paramos en el Mercado de los Mostenses, situado en la plaza que le da nombre y, por tanto, dentro del perímetro. Los transportistas relatan que han trabajado como un día más. «Nadie nos ha parado al venir», comentan. Una vez dentro, José Ignacio Collado, gerente del mercado, afirma que la comunicación con la Dirección General de Comercio y Consumo y con la Junta Municipal del distrito ha sido constante y fluida. Ahora bien, «nuestra queja es que todo es incierto». De hecho, el mercado todavía no ha podido hacer efectivas las 1.000 autorizaciones mensuales –10 para cada uno de los cien comercios que aglutina el mercado– que ya han solicitado, un trámite para el que tendrán que esperar al 8 de enero. Enrique Benítez, vocal de la Junta Directiva, teme la «centrificación» de la zona, ya que cada vez hay menos madrileños y más turistas, que no constituyen el perfil del cliente de mercado. Con todo, esperan –y desean– que Madrid Central no les afecte tanto como las recientes obras de Gran Vía, «que para nosotros fueron caóticas».

«Llega aire limpio», rezaba el lema del «stand» del Ayuntamiento situado en Callao, donde Carmena hizo ayer su visita para evaluar el impacto del primer día de Madrid Central. El tiempo dirá si es un hito histórico o todo un «fake», en palabras del portavoz del PP municipal, José Luis Martínez-Almeida.