Coslada

Ginés Jiménez, ex jefe de la Policía Local de Coslada: «Cuando pasó todo pensé en quitarme de en medio»

Se cumple una década de la detención del que fuera famoso «sheriff de Coslada». La Fiscalía pedía 26 años de cárcel para él pero la Audiencia Provincial de Madrid le ha absuelto ahora de todos los delitos

Ginés Jiménez estudiará emprender acciones legales contra los testigos que hayan mentido en su juicio / Javier Fdez. Largo
Ginés Jiménez estudiará emprender acciones legales contra los testigos que hayan mentido en su juicio / Javier Fdez. Largolarazon

Se cumple una década de la detención del que fuera famoso «sheriff de Coslada». La Fiscalía pedía 26 años de cárcel para él pero la Audiencia Provincial de Madrid le ha absuelto ahora de todos los delitos.

¿Quién sabía el nombre de este señor hace diez años? Quitando algunos periodistas de sucesos y otro puñado de responsables policiales madrileños, probablemente nadie había oído hablar nunca de él. El martes se cumple justo una década del día en que la vida de Ginés Jiménez Buendía (Alcantarilla, Murcia, 1956) cambió para siempre y se convirtió, sin anestesia, en el jefe de policía más conocido de España. Y no por nada bueno. Fue la fase de explotación de la denominada «operación Bloque», el día en que él y 26 de sus agentes fueron arrestados en el marco de la «mayor trama de corrupción policial de la historia de España». Y ahí nació el personaje.

Pasó a ser conocido por todos como el «sheriff de Coslada», ingresó en prisión provisional y vio hasta cómo le hacían una serie de televisión. «La rueda» comenzó a girar y él dice que se subió en ella y trató de defenderse en los juzgados: «Cada semana presentábamos tres o cuatro escritos». La instrucción de su caso ha durado nada menos que diez años; una década de su vida que, de alguna manera, considera perdida. Ahora la Audiencia Provincial le ha dado la razón y ha salido absuelto de todos los cargos. Aunque dice que hay «un porcentaje del daño causado que es irreparable», asegura que sigue notando el apoyo de la gente de Coslada y, es más, nunca lo dejó de notar: «Al contrario, cada vez he notado más». Ahora, con la justicia de su parte, se reserva algún as bajo la manga para los responsables de su conversión pública en «capo». Ginés vuelve, si es que alguna vez se fue.

¿Cómo recuerdas el día de tu detención?

Llamaron sobre las 8:30 horas a la puerta. Estábamos mi mujer y yo. Vinieron seis agentes con un secretario judicial y me dijeron que tenían orden de entrada (que la sentencia ahora ha anulado). Invadieron mi intimidad de esta forma tan «cutre» y estuvieron registrado cuatro horas donde quisieron. Después me llevaron a mis dependencias policiales y, al salir de allí, antes de ir a los calabozos de Tetuán, ya estaban todos los medios de comunicación grabando.

¿Por qué crees que ocurrió?

Me consta que a muchos periodistas les avisaron el día antes porque las unidades móviles estaban allí antes de que llegara la Policía. Por eso, me querellé por revelación de secretos. Los responsables de la operación buscaban el «factor mediático». Todos sabemos que un atestado policial que va acompañado de mucho ruido en la calle puede dar lugar a actuaciones diferentes por parte, sobre todo, de la Fiscalía. Son técnicas que se emplean en los operativos policiales. Por eso hubo una invasión de la Policía Nacional en Coslada: contamos hasta 300 agentes entre grupos de la UIP y de Policía Judicial.

La Fiscalía ya ha anunciado recurso y ahora no hay esa presión mediática.

Bueno, veremos en qué queda eso. Tienen una estructura jerarquizada y en su día no podían dejar que la institución policial quedara en ridículo. El fiscal al que le asignaron el caso ha estado apoyando cosas que le venían impuestas de arriba. Hubo 26 policías detenidos y a juicio sólo llegaron seis porque no se sostenían las imputaciones. A mi también tenían que haberme desimputado pero el «caso Bloque» se fue convirtiendo en el «caso Coslada», y después de que archivaran la asociación ilíicita, quedó sólo en el «caso Ginés», por eso tenía que mantener mi petición sin creerse siquiera lo que pedía.

Esa repentina fama, ¿cómo la viviste en su día? Llegaron a hacer una serie de televisión del «caso Bloque».

Al principio lo pasé mal, no soy de piedra. Después de salir de prisión, vi que era tal la obsesión contra mí que pensé en quitarme de en medio para que dejaran en paz a mi familia y a los policías que habían arrastrado en mi caso. Luego cambié el chip. Me di cuenta de que se había creado una locomotora arrolladora y decidí subirme a ella.

¿Cómo?

Uniéndome a ese efecto mediático y sacando rendimiento de él. Al principio la gente opinaba sólo lo que veía en la tele y tuve que trabajar duro para ir desmontando al personaje que habían creado. No había ningún ogro, sólo un jefe de policía atípico y eso conllevaba sus críticas. No existió corrupción ni cogía regalos a cambio de nada. Sólo existió una línea policial dura en las inspecciones de los establecimientos de hostelería.

¿Esperabas entonces la absolución?

Siempre dije que confiaba en el tribunal. La sentencia tiene dos vertientes, las nulidades y el análisis del contenido. Dice que las autorizaciones para las intervenciones telefónicas y el registro de mi casa son nulas de pleno derecho. La Udyco eligió juez instructor para el «caso Coslada» y les autorizó algo que la Audiencia entiende que no estaba motivado.

Pero la nulidad de una prueba no quiere decir que no se haya producido el delito.

No, pero la sentencia entra también en el fondo. Todos los locales que aparecen en las escuchas (que son todos porque nadie denunció a voluntad propia) serían nulos pero aún así, analiza a todos los hosteleros que declararon y los desmonta uno por uno porque mienten o por otros motivos. Ninguno ha convencido al tribunal. Han entrado en contradicciones entre lo que declararon ante la Policía, en la instrucción y en el juicio oral. Hay que recordar que la Udyco acudió, uno a uno, a todos los testigos y les llevó en un coche camuflado a declarar a la Jefatura. Nadie fue a denunciar a iniciativa propia y eso al tribunal le ha impactado.

Y con respecto al registro de mi casa, aunque también es nulo, dicen que tengo licencia para todas esas armas y tira de Jurisprudencia para decir que el Supremo establece que todos los miembros de Fuerzas de Seguridad del Estado sólo podrán ser sancionados administrativamente.

¿Y sobre el blanqueo?

Dice bien clarito que el origen del dinero que encontraron en mi casa es lícito pero, aún así, creen que nunca serviría para pagar un piso.

Siempre has dicho que el atestado policial era una novela de Agatha Christie pero ¿por qué querría la Udyco inventar algo así?

Querían apartarme. Lo único que existió en Coslada fue una guerra de policías. Había un odio total hacia mi persona por liderar una Policía que era de las más punteras de la Comunidad. A esa aversión se une que tres componentes de mi plantilla eran más bien «comisarios políticos». La tercera pata fue un inspector de la comisaría Coslada que quiso ser Director de Servicios de la Policía Local, un cargo de confianza por encima de mí. Yo me opuse a esa figura y él acabó yendo a la Udyco. Desde allí, estos tres sectores, preparan el «caso Coslada» y así ha quedado demostrado en juicio oral.

Además de Coslada, se te ha relacionado con mafias de porteros de discoteca en Madrid capital.

Tengo amigos en Madrid, sí y conozco a muchísimos empresarios hosteleros. Cuando salía a cenar o a tomar algo procuraba que no fuera por Coslada precisamente para que no se dijera lo que luego se ha dicho y que abusaba de mi cargo en los establecimientos hosteleros. Se dijo eso, al igual que se dijo que tenía pisos en Rumanía o cuentas en Suiza. Fue un cataclismo de cotilleos.

De las curiosidades de tu caso destaca el resgistro que realizastes del nombre «sheriff de Coslada» ¿Por qué te molestaba tanto?

Siempre ha habido calificativos a los jefes de policía. Yo he tenido varios apelativos como el «jefe de los Plinios», por la novela de Francisco García Pavón, «el justiciero de la noche»... Pero lo de sheriff se utilizó de forma negativa, aludiendo a sheriffs corruptos de películas de Clint Eastwood. Por eso pensamos en controlar el concepto para que no se extendiera y lo patentamos en la Oficina Española de Patentes y Marcas. Surtió efecto en un porcentaje elevado.

Aparte del apelativo, ¿qué ha sido lo peor de estos diez años?

Lo mal que lo ha pasado mi familia. Uno de los peores momentos lo viví precisamente en el juicio oral, cuando el 8 de marzo falleció mi madre, sin poder haber visto la inocencia de su hijo, aunque ella en Alcantarilla siempre contaba el linchamiento que estaba sufriendo.

¿Vas a emprender alguna medida legal?

Primero vamos a esperar a que la sentencia sea firme y en el futuro ya nos pondremos a estudiar si denunciamos a algún testigo o funcionario policial.