Islamofobia: Registrados 4 delitos de odio por creencia religiosa en Madrid

Desde el jueves pasado el número de agresiones a la comunidad musulmana se ha multiplicado. La última, a una joven con hiyab en Usera. En 2016 los delitos de este tipo fueron sólo ocho.

Primero fueron pintadas contra la comunidad musulmana en una mezquita de Fuenlabrada y en otro local de San Martín de la Vega; después, los mensajes islamófobos que un grupo ultraderechista ha colgado en la fachada del edificio que ocupan, una antigua entidad bancaria en plena plaza de Colón de la capital, y que aún no han sido retirados a pesar de que, de inmediato, tanto los responsables del Ayuntamiento de Madrid como la Red Española de Inmigración y Ayuda al Refugiado pusieron en conocimiento de la Fiscalía la existencia de esta ilegalidad en la vía pública. El último caso que ha trascendido se produjo el pasado miércoles en Usera y se saldó con una mujer musulmana herida. Fue agredida cuando salía de la parada de Metro de Almendrales por parte de un grupo de jóvenes que le propinaron golpes e insultos. Tal y como adelantó ayer «El Mundo», la chica –que vestía un hiyab– sufrió contusiones de carácter leve y una fuerte crisis de ansiedad que obligó a los sanitarios a ingresarle en observación en el Hospital 12 de Octubre.

Todos son delitos de odio vinculados con las creencias o prácticas religiosas. En la última semana, coincidiendo con los atentados yihadistas de Cataluña, se han producido al menos cuatro delitos de este tipo en los municipios madrileños. Estos casos han sido denunciados ante Guardia Civil, Policía Nacional o Policía Municipal, los agentes de seguridad competentes en cada territorio, y multiplican el número de agresiones que recoge el informe sobre la evolución de los incidentes relacionados con los delitos de odio en España de la Secretaría de Estado de Seguridad.

Según la citada estadística, ocho de los de los 47 incidentes relacionados con las creencias o prácticas religiosas que se produjeron en todo el país el año pasado –no tienen por qué ser todos casos de islamofobia, sino que pueden estar vinculados al odio por otros credos– se registraron en la Comunidad de Madrid. Los datos añaden que se produjeron tres detenciones en la región por este motivo y que cuatro hechos fueron esclarecidos en el citado periodo. Ocho casos en todo 2016 y esta semana ya llevamos al menos cuatro. De continuar esta línea de aumento, los delitos de este tipo podrían subir alrededor de un 2.000% en nuestra región a cierre de 2017 cuando en la radiografía general del país habían descendido un 32,9% respecto a 2015.

«El Corán dice que quien matara a una persona inocente es como si matara a toda la humanidad», asegura Qamar Fazal, portavoz de la comunidad Ahmadía en Madrid, preguntado por este repunte de las agresiones a madrileños que profesan el islamismo y en referencia a los atentados de Barcelona y Cambrils. Fazal asegura que, en la actualidad, buena parte de los integrantes de la comunidad musulmana de nuestra región son hijos o nietos de inmigrantes, españoles de pleno derecho para los que pide respeto. «Pido una reflexión. Nadie cree que todos los vascos son terroristas. Con nosotros ocurre lo mismo», añade. «Dios quiera que no ocurra aquí lo mismo que sucedió en Canadá o Londres –lugares en los que hubo importantes represalias contra la población musulmana después de convertirse en escenarios de atentados yihadistas–. Por el comportamiento de unos locos, no nos volvamos todos locos», reflexionó el representante de Ahmadía que ruega a instituciones y medios de comunicación españoles que muestren «la parte positiva del islam».

En total en la Comunidad de Madrid se registraron el año pasado 72 detenciones por delitos de odio que se cometieron, por este orden, en páginas web, a través de la telefonía, en redes sociales o medios de comunicación. El número de víctimas por este tipo de quebrantamientos ascendió en la región a 160 situando a Madrid en el tercer puesto del ranking de regiones españolas de damnificados por este tipo de acciones. La vía pública, seguida de viviendas particulares, establecimientos comerciales y campos de fútbol son los escenarios recurrentes de estos delitos que suponen un sentimiento de hostilidad y rechazo entre miembros de la misma sociedad.