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La pasión por volar de un «Critter»

La Razón
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«Ladis», como lo llamaban sus más allegados, estaba casado y tenía una niña de sólo un año y medio. Era joven –tenía 34 años– pero disponía de un largo recorrido profesional. Entre sus aficiones se encontraba el atletismo, quedar con sus compañeros de promoción –se llamaban asimismos «los Critters», como la película– pero por encima de todo, la aviación. Inició su carrera como piloto en Zaragoza y fue instructor en la academia de caza de Talavera la Real, fue piloto demostrador de F-18 en el Ala 12 de la base de Torrejón, en Madrid. Además, estuvo en misiones militares en Libia y en Herat (Afganistán). Recientemente fue ascendido al rango de comandante del Ejército de Aire, pero, debido a su entrada en el Ministerio de Defensa, como ayudante de Pedro Morenés, dejó de volar para el Ejército, no así en su tiempo libre. Continuó pilotando en las exhibiciones de aviones históricos que realizaba con la Fundación Infante de Orleans (FIO), a la cual pertenecía. Sus compañeros le recuerdan como una persona «muy agradable, simpática y, sobre todo, muy inteligente». Le describen como una persona «encantadora» y «muy riguroso en su trabajo». Pese a su edad, tenía una dilatada experiencia lo que añadía ayer mayor incredulidad a su final. Carlos Valle, presidente de la FIO, calificaba ayer su muerte de «sorprendente» e «inexplicable». «Era «un profesional de primera magnitud» y pilotaba el SAETA «desde hace años», explicaba; además, «las acrobacias que se realizaba en estas exhibiciones no eran especialmente peligrosas; al contrario, suelen ser fáciles porque el único objetivo que tiene la FIO es que el público pueda ver volar aviones históricos».

El ministro de Defensa, Pedro Morenés, estuvo ayer presente durante el día de ayer en el Hospital de Getafe y en el tanatorio, donde pudo dar el pésame a la familia del fallecido y expresar su dolor por la pérdida de «Ladis», el ayundante que le acompañaba y se ocupaba de que todo siempre estuviera a punto y sin sobresaltos.