Parla
Líderes con doble moral
La doble moral de la izquierda en este país se extiende desde la cúpula, donde se consagran sus líderes, hasta la base, que tiene por costumbre solidarizarse con patéticos movimientos antisistema como ahora el de Gamonal. Una actitud que a su vertiente más radical le da alas para quemar las calles del país en protesta por la gestión de un ayuntamiento como el de Burgos, que hasta ahora tomaba sus decisiones en base a la confianza que le habían otorgado los ciudadanos, pero que le permite mirar para otro lado cuando se imponen sin consenso medidas como privatizar las multas por exceso de velocidad a los vecinos de Parla, en contra de la voluntad mayoritaria del Pleno. Parla, el único ejemplo de gestión que Tomás Gómez tiene a sus espaldas, es el municipio peor gestionado, de los más endeudados y seguramente más privatizado de toda España. No ha dejado un solo servicio público vivo. Ni la limpieza de las calles, ni las escuelas de música y de idiomas, ni los servicios del propio hospital local. Nada.
Es la típica doble moral de un político que ayer mismo se manifestaba por las calles de Madrid en contra de un modelo sanitario que luego sus compañeros de partido eligen para sí mismos. Una opción educativa de la que reniega pero que un día le sentó junto a su delfín y heredero en el único colegio privado que por entonces había en Parla. Un rostro de cemento armado que le permite exigir decencia a los demás mientras cesa ilegalmente a compañeros de una organización que ha dividido y hundido en las urnas, y trata de imponer un modelo democrático del que luego huye. Una doble moral propia de líderes de la izquierda española que, según quien gobierne, se consideran los Robin Hood del sistema.
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