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Los padres de los colegios cercanos al Calderón exigen respuestas

Los afectados se reunirán este jueves con el Ayuntamiento. Reclamarán medidores ambientales y acústicos, así como planes de tráfico para el desvío de camiones.

Así quedará previsiblemente el ámbito en noviembre de 2021, cuando las obras hayan finalizado definitivamente
Así quedará previsiblemente el ámbito en noviembre de 2021, cuando las obras hayan finalizado definitivamentelarazon

Los afectados se reunirán este jueves con el Ayuntamiento. Reclamarán medidores ambientales y acústicos, así como planes de tráfico para el desvío de camiones.

Dudas, reclamaciones y, sobre todo, muchísima preocupación. Las familias con hijos en los colegios colindantes al estadio Vicente Calderón no saben a qué atenerse con las obras de demolición del estadio. Unos trabajos que han comenzado ya y que tienen a los afectados sumidos en incertidumbres. Este jueves, las ampas (asociaciones de padres) de los tres colegios involucrados y la asociación de vecinos Pasillo-Verde Imperial se reúnen en la Junta de Distrito de Arganzuela con la Junta de Compensación –Atlético de Madrid, Mahou y Ayuntamiento– y representantes del área de Desarrollo Urbano Sostenible. Y pondrán sobre las mesas varias exigencias.

«Información directa no hemos recibido más que la copia del convenio entre Mahou y el Ayuntamiento», afirma a LA RAZÓN Susana de la Higuera, del Ampa del IES Gran Capitán, que junto a los CEIP Tomás Bretón y Joaquín Costa conforman los centros afectados. Con todo, su instituto podría verse más perjudicado que el resto por las obras. Las pistas deportivas están a apenas 40 metros de la demolición. «Es un colegio de 1.100 alumnos, y hay niños constantemente en el patio», explica. Si bien es cierto que el Ayuntamiento afirmó que el grueso de los trabajos se llevaría a cabo en los meses de verano, ese calendario aún no les consta a los padres. «No sabemos si es cierto, o son cosas para tranquilizar al vecindario».

El derribo será la parte más aparatosa de la obra, pero no será la única. La primera etapa supondrá la demolición del estadio, menos la grada situada sobre la M-30 para interferir lo menos posible con el tráfico. Dentro de esta etapa se producirá el desvío de tráfico de la M-30 por la zona ya demolida. La segunda fase supondrá la reordenación del paso de los Melancólicos y de la calle Duque de Tovar. La tercera tendrá como fin la ejecución del nuevo parque del río, algo que se llevará a cabo con posterioridad a la cubrición de la M-30.

En resumen, los padres y vecinos estarán obligados a convivir con las obras durante mucho tiempo, aunque sea verano el periodo más intenso. «Esto va para largo. No es sólo tirar el Vicente Calderón. Está el desvío de la M-30, que pasa por debajo del estadio y construir la cubrición. Si todo va como ellos dicen, podríamos llegar a noviembre de 2021, con dos años con la M-30 desviada», argumenta De la Higuera. Así, prevén «un tráfico de camiones pesados» constante.

¿Qué exigirán entonces los padres? Primero, medidores atmosféricos, para evaluar las partículas en suspensión que se generen durante los trabajos, y también medidores acústicos. Sobre todo porque la estación de medición más próxima «se encuentra en Carabanchel, a un kilómetro y medio». En esta misma línea, solicitarán que Madrid Salud «esté implicado en el proceso, para que garanticen que, desde un punto de vista ambiental, se están haciendo las cosas bien». De hecho, los afectados quieren mantener reuniones cada tres o cuatro meses para analizar la situación.

Del mismo modo, pedirán «un plan de tráfico» en el que se detalle por dónde van a circular los camiones, ya que, si lo hacen entre 7:00 y 9:00 de la mañana, cuando los padres están llevando a sus hijos a clase, la situación podría ser caótica. Además, hay que tener en cuenta también los terrenos que pertenecen a Mahou, y en los que también se comenzará a construir. El proyecto de urbanización del ámbito, de más de 190.000 metros cuadrados, incluye 33.339 m2 destinados a uso residencial, de los cuales 13.234 serán para vivienda de protección pública. El uso terciario tendrá una edificabilidad superior a los 14.000 m2, mientras que 13.893 serán para equipamiento público. «Vamos a la reunión con la esperanza de que no nos vengan con vaguedades. Si no, nos vamos a enfadar», dice De la Higuera.

La asociación de vecinos Pasillo-Verde Imperial también dejará claras sus exigencias al Ayuntamiento. Además de coincidir en todas las reivindicaciones con las ampas y de solicitar «medidas excepcionales» ante las obras, los residentes pedirán un proceso participativo en lo que respecta al proyecto de urbanización «porque es algo que nos va a afectar toda la vida», afirma Pelayo Gutiérrez, portavoz de la asociación. Así, si bien no tienen voz en lo que respecta a las edificaciones, sí que creen que su opinión cuenta a la hora de hablar de las zonas dotacionales. «Lo que pedimos es que esa área sea para el disfrute de la ciudadanía. No nos convence el diseño. La zona de la cubierta está diseñada como una gran pradera, cuando creemos que sería más apropiado un uso deportivo o una zona infantil. Además, ese proyecto supondrá un gran gasto de agua. Creemos que podría hacerse de una manera más sostenible», explica Gutiérrez.

Del mismo modo, además de reclamar vivienda social –en principio figura en el proyecto–, también pedirán que, como dotación social, se construya un centro de mayores. «Hace tiempo que el Ayuntamiento comenzó un proceso de diálogo con los afectados por las obras, pero creemos que últimamente lo han desatendido», concluye.