Madrid
Malasaña, arte, música y «underground»
El Festival Villamanuela toma el barrio madrileño con una avalancha de actividades gratuitas
El Festival Villamanuela toma el barrio madrileño con una avalancha de actividades gratuitas
Es sólo la tercera edición, pero el Villamanuela Festival ya ha ingresado en las preferencias de los madrileños como opción de ocio para el otoño. Surgido de y para Malasaña, la intensa programación cultural que se prepara para este fin de semana es, además, fruto de un esfuerzo poco rentable para sus organizadores. “Somos un grupo de personas muy diverso, pero un día nos planteamos hacer algo así porque tenemos en común tres cosas: el amor por el riesgo, el underground y por Malasaña”, dice Pedro Martínez, socio y director del festival. Y es que durante el fin de semana se avecinan 50 conciertos, 27 exposiciones (con sus artistas correspondientes pasando unos días en el barrio), rutas gastronómicas, conferencias y un barrio engalanado para la ocasión.
La programación musical, una auténtica ensalada de sonidos, está cortada por el patrón de la originalidad y el riesgo. “Ni nos planteamos traer a artistas que no tengan el riesgo en su ADN, porque es uno de los principios del festival. Aunque claro, en el momento en que el objetivo sea seguir creciendo, puede que haya que buscar artistas que, sin renunciar al riesgo, muevan a más gente”, explica Martínez. Para esta edición, sabrosas actuaciones como la de The Sonics, el punk-funk de ESG (en el que será su último concierto en Europa), Matana Roberts, el pop experimental de Micachu & The Shapes, Fumaça Preta, Moon Duo y Lindstrom.
El proyecto surge por la iniciativa privada de un colectivo que no obtiene beneficio económico. “Sí, perdemos dinero. Nos lo tomamos como una inversión, porque aspiramos a que el festival se consolide y llegue a ser sostenible. No pretendemos ser millonarios, nos conformamos con seguir haciéndolo. De momento, lo llamamos la fiesta de cumpleaños más cara de nuestras vidas”, dice Martínez. “Aspiramos a que se conviertaen una referencia del otoño en Madrid, que es un lugar atractivo para el que sabemos que hay espacio y público”, comenta Eduardo García, también socio y director del certamen. “La ciudad de Madrid no sabe el esfuerzo que hacemos por traer a 40 artistas de fuera (más 10 que viven en Madrid) y tantos artistas. La respuesta del Ayuntamiento es que nos apoyan, pero claro, no puede ser de otra manera, porque el 80 por ciento de las actividades son gratuitas. Estamos tomando el barrio. Programamos por ellos”, comenta Martínez. De momento, el patrocinio de Mahou funciona como el principal mecenas.
Con los abonos a punto de agotarse (las entradas del sábado ya lo han hecho) los organizadores del festival ya piensan en dar un paso más. “Habrá que reunirse y debatirlo, porque es evidente que hay que crecer.
La cuestión es cómo hacerlo, hacia qué modelo. Hagamos lo que hagamos nunca queremos perder la esencia”, explican. Las relaciones con el consistorio han sido siempre positivas, aunque tras los cambios en la alcaldía se abren puertas para los aficionados a conciertos. En Madrid hace falta el apoyo y parece que es más complicado que en cualquier otro lugar: “Nosotros siempre hemos trabajado aquí, así que quizá por eso no pensamos si es más difícil que en otro lugar. Pero desde los tiempos del Festimad no hay un festival con personalidad propia madrileña”, comenta García de su festival que se llama Manuela por Manuela Malasaña, no por Manuela Carmena... aunque hay que reconocer que el nombre tiene su gracia. “Queremos convertirnos en un festival diferente, que traiga artistas sorprendentes y que suponga un reto para la gente, que no sea fácil de ver. No seguimos una moda ni imitamos lo que hacen en Inglaterra como en otros festivales. Tenemos personalifdad propia”, sostiene Martínez. Que viva Manuela Malasaña.
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