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España estuvo a punto de arruinarse por la Lotería de Navidad: esto es lo que pasó realmente

Según la leyenda, un empresario acertó tantas combinaciones que Hacienda casi quiebra y el Estado le pagó con un solar en el centro de Madrid

Casas del Cordero en Madrid
Casas del Cordero en MadridTurismo Madrid

Cada diciembre vuelve el mismo rumor: un maragato acertó tantos premios que el Estado casi quiebra y, para saldar la deuda, le pagaron con un solar en la Puerta del Sol. La leyenda existe, sí, y está escrita desde 1922. En su libro 'Toda la historia de la Puerta del Sol', Ramón Gómez de la Serna cuenta que Santiago Alonso Cordero, empresario de diligencias, liberal y muy conocido en su época, acertó tantas combinaciones que Hacienda casi se declara en quiebra; el rey habría mediado para que, a cambio, recibiese el solar donde luego levantaría sus famosas Casas del Cordero.

¿Qué ocurrió realmente?

Fue una subasta. Tras la desamortización, el viejo convento de San Felipe el Real se sacó a puja pública. En agosto de 1841, Santiago Alonso Cordero adquirió buena parte del solar por cinco millones de reales y ese mismo año comenzaron los derribos; después encargó el proyecto al arquitecto Juan José Sánchez Pescador y las obras se desarrollaron entre 1842 y 1845. No hay rastro de un pago por loterías.

El edificio resultante (las Casas del Cordero) acabó catalogado como Bien de Interés Cultural en 1977 y es, todavía hoy, una pieza importante del paisaje histórico del centro de Madrid.

Santiago Alonso Cordero
Santiago Alonso CorderoWikipedia

¿De dónde viene entonces la confusión?

Ayuda saber que en el siglo XIX convivieron dos tradiciones: la lotería por números y la lotería de billetes (la actual Lotería Nacional), cuyo primer sorteo se celebró en 1812. El sorteo de Navidad se organiza con regularidad desde 1839 y adopta oficialmente ese nombre a partir de 1897.

Es decir, cuando Cordero compra el solar (1841) ya existe un sorteo navideño, pero el apodo Sorteo de Navidad aún no estaba consolidado en los billetes, y además Gómez de la Serna mezcla en su prosa términos propios de la lotería por números (ambo, terna, quina) con el imaginario navideño posterior.