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Energía
La colaboración de voluntarios de Endesa y Cruz Roja ayuda a paliar la pobreza energética de casi 2.400 familias
El programa de Voluntariado Energético es una iniciativa de la compañía y su Fundación, se desarrolla desde hace seis años y cuenta con la colaboración de ECODES y de Cruz Roja
Desde hace seis años, cuatro entidades trabajan- conjuntamente en un proyecto de ayuda a familias en riesgo de exclusión social y con problemas asociados a la pobreza energética para mejorar la gestión energética en sus viviendas. El trabajo en equipo de voluntarios de Endesa y de la Cruz Roja, junto con la Fundación Endesa y ECODES ha hecho posible que 2.397 familias se hayan beneficiado de la última edición del programa de Voluntariado Energético, que abarca el periodo 2020-2021.
El proyecto comenzó de manera experimental en 2015 y, una vez ‘rodado’ ha continuado su labor de manera continuada año tras año. En esta última edición han participado más de 150 voluntarios, aportados por Cruz Roja y Endesa.
El objetivo de este proyecto es ayudar a las familias participantes para que puedan reducir y optimizar su consumo eléctrico, acceder al bono social y comprender mejor su factura de energía.
Todo ello se ha realizado mediante varios tipos de acciones. Por una parte, a través de asesoramiento personalizado por parte de los voluntarios de Endesa y, por otra, a través los más de 200 talleres on-line que se han celebrado.
Asimismo, y dependiendo de las casuísticas de las familias, se han entregado 1.700 kits de eficiencia energética que incluían bombillas de bajo consumo, regletas para evitar que los aparatos permanezcan encendidos y originando un consumo fantasma, temporizadores para termos eléctricos, ribetes y aislamientos para vidrios, reflectores para radiadores, etc.
En los casos de hogares con carencias significativas en su bienestar o seguridad, se han realizado actuaciones más especiales que han incluido la compra de más de 120 electrodomésticos (lavadoras, frigoríficos, vitrocerámicas, radiadores, etc.), así como más de 60 rehabilitaciones en viviendas con instalaciones que pudieran suponer un riesgo eléctrico para la seguridad de las personas. Además, se ha mejorado el aislamiento de muchas viviendas para alcanzar un nivel de confort más saludable.
El balance de la labor de todos estos años es que cerca de 5.000 familias, unas 10.000 personas, se han podido beneficiar de las diferentes líneas de ayuda que contempla el proyecto. Familias que, además, lo valoran muy positivamente: con un 4,7 sobre 5.
Trabajo en equipo
Ahora bien, el programa y su balance, todas las cifras y los beneficios a los que todas esas personas han podido acceder, se basan, como se decía al principio, en el trabajo en equipo, conocimiento y experiencia de diferentes entidades, y de las personas que se suman, como voluntarias, al proyecto.
Que comenzó de una manera que podría considerarse hasta casual, cuando un trabajador de Endesa, ya jubilado, comentó en una conversación informal en la que estaban también personas del equipo de Sostenibilidad de la compañía, que él estaba haciendo esto a título personal en su tiempo libre. Recogida la idea, a partir de ahí el proyecto tomó forma e «hicimos un piloto y, como trabajamos ya en anteriores ocasiones tanto con la Cruz Roja como con ECODES, -explica Magdalena Zamorano, de la dirección general de Sostenibilidad de Endesa-, los incorporamos al proyecto como socios».
El papel de Endesa y de la Fundación Endesa consiste en financiar y coordinar todo el programa, incluidos los voluntarios, facilitar los conocimientos para ponerlos a disposición de los beneficiarios en todo lo que se refiere a la comprensión de la factura, el acceso al bono social, la eficiencia energética, etc.
Endesa enmarca este proyecto dentro de las líneas de trabajo de su compromiso con el Objetivo 7 de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, ‘Acceso a la energía’, que enmarca en la lucha contra la pobreza energética y lo impulsa bajo su estrategia de Creación de Valor Compartido (CSV) que desarrolla en aquellas comunidades donde desempeña su actividad. Concretamente, el programa de Voluntariado Energético se lleva a cabo en los zonas de España donde la compañía tiene más presencia, dado que se basa en el voluntariado de empleados
ECODES realiza dos funciones principales en este proyecto, como explica Leire Díez, técnica del área de Energía y Personas la fundación: «Por una parte hemos puesto a disposición del proyecto nuestra herramienta on-line ENERSOC, que desarrollamos para nuestro trabajo en pobreza energética. Con ella los voluntarios pueden recoger los datos de las familias de forma sistematizada, lo que, a su vez, permite hacer los asesoramientos de manera uniforme. Esa misma herramienta nos permite hacer la segunda parte de nuestro trabajo, que es evaluar el impacto que tiene el proyecto en las familias». Con la información recogida, más entrevistas telefónicas a un grupo de control, se elaboran una serie de indicadores para medir la valoración del proyecto, conocer cómo ha mejorado el confort en las viviendas, si se nota el ahorro en las facturas, etc. «Así podemos elaborar un informe global y por territorios del impacto de las acciones que lleva a cabo el programa», concluye Díez.
Ahorro de 150 euros al año y reducción del 5% de consumo energético
Una vez elaborados los informes destacan algunos datos. Por ejemplo, que las familias podrían ahorrar unos 150 euros al año aplicando las recomendaciones de mejora que les aporta el proyecto. También se ve, comparando facturas de antes y de después de su participación en el programa, una reducción en el consumo de energía del 5 por ciento. «Cierto que en la situación actual algunas familias pueden no percibir ese ahorro tan claramente como en ediciones anteriores, -señala Díez-; pero, en todo caso, el ahorro energético se produce», con la consiguiente reducción de emisiones, que en Endesa calculan equivalentes a la plantación de 600 árboles.
Otro de los resultados de la participación de las familias en el programa es que se incrementa el conocimiento sobre el bono social. Si al inicio solo un 39 por ciento de ellas conocían esta ayuda, al finalizar ya eran el 71 por ciento. Sin embargo y al mismo tiempo, también se daba la circunstancia que apunta Magdalena Zamorano: «ocurría que entre las familias que tenían derecho al bono social, que eran nada menos que el 72 por ciento de las participantes, muchas no lo estaban percibiendo, sobre todo por desconocimiento. Ahí, claro, el papel de los voluntarios, de asesoría y acompañamiento, es donde se revela especialmente útil».
Las familias beneficiarias llegan al programa de la mano de Cruz Roja, «bien porque las atendemos en otros proyectos de energía que desarrollamos, bien porque son derivadas por los servicios municipales. Y son familias que están en una situación clara de pobreza energética, generalmente dentro de una situación de pobreza general», refiere Cristina Ortuño, jefa de Contenidos de Marca y Comunicación de Cruz Roja. «La labor de la Cruz Roja aquí es impresionante, porque ellos son los que mejor conocen el territorio y están en contacto con personas en situación vulnerable», recalca Zamorano.
La aportación de la Cruz Roja abarca tres áreas: una, la coordinación en el territorio y colaboración con los voluntarios de Endesa en el desarrollo del programa; otra, la selección y de las familias y el acompañamiento junto los voluntarios de Endesa. «Porque su experiencia en relación con personas vulnerables es muy importante y necesaria, saben cómo atenderles desde el punto de vista humano, visitan a las familias para conocer su situación y detectar necesidades especiales. Y por último, aportan sus propios voluntarios, que acompañan a los nuestros», concluye Magdalena Zamorano.
Se puede decir que cada edición dura lo que necesita y no tiene un plazo ni un presupuesto definido y cerrado porque se adapta a las circunstancias. Económicamente, dependerá de las situaciones que haya que atender y lo habitual es que requiera unos ocho meses, entre la formación de los voluntarios, la selección de las familias, los talleres y el trabajo sobre el terreno. La pandemia no lo ha parado, de hecho. Con aplicación estricta de las medidas de seguridad que la situación ha requerido en cada momento, pero ha continuado. Ha sido, probablemente la edición mas necesaria y solidaria de todas las que se han hecho hasta ahora.
Los voluntarios, fortaleza del proyecto
La participación de los voluntarios se gestiona a través de la de la Fundación Endesa, que ofrece a los empleados de la compañía a participar en acciones destinadas a la sostenibilidad social y enfocadas a mejorar la vida de los demás y del entorno.
Carlos Gómez es uno de estos voluntarios. En realidad, es algo más: es un “veterano”, como le define Zamorano. No en vano se apuntó desde el principio «mi responsable me avanzó que el departamento de Sostenibilidad de Endesa con la Fundación Endesa iba a lanzar un proyecto de Voluntariado Energético con una prueba piloto en Cataluña. Mi jefe creía que encajaría con mi perfil, por mi compromiso cooperativo y solidario y por mis conocimientos y habilidades en la materia ya que pertenezco al departamento de Atención al Cliente, que lleva la contratación, gestión con los clientes, etc. ¡Y acertó!».
En principio su misión es coordinar el proyecto en Cataluña. En realidad, como él mismo dice, «mi papel es, sobre todo, hacer de todo. Además de la coordinación, he hecho la formación de voluntarios, tanto los de Endesa como los de Cruz Roja, unos 40 en toda la comunidad. También hago asesoramiento continuado durante los meses que dura el programa, tramitación del bono social, consejos de ahorro energético y hábitos de consumo para conseguir eficiencia energética en los hogares de las familias…».
De su experiencia de seis años colaborando con el programa, una de las cosas que más le ha llamado la atención «es ver las necesidades de las familias desde otro punto de vista. Estar con ellas, asesorarlas, acompañarlas, te hace palpar la verdadera realidad social de la calle y te saca de la burbuja de los que tenemos la fortuna de no estar en esa situación de pobreza extrema. En tu trabajo puedes intuir o ver situaciones similares, pero no te metes tanto en ellas».
Para Gómez «ver personas mayores que están solas, muchas de ellas mujeres; personas con enfermedades crónicas, discapacidades, gente joven que estaba en ERTE, gente joven sin ingresos pero con familia a su cargo, etc., es cuando te das cuenta de que realmente necesitan un programa como el que estamos llevando a cabo. Por eso, considero que participar en un programa tan apasionante como el Voluntariado Energético supone un compromiso con la sociedad, porque con nuestra experiencia se puede ayudar a la gente más necesitada. Esa es una de nuestras motivaciones. Y también poder adquirir nuevas experiencias sociales y emocionales, como las que te generan aportar algo a los más desfavorecidos y el trabajo en equipo, la unión entre el colectivo de los voluntarios».
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