Urbanismo

¿Son las “cocinas fantasma” el nuevo Airbnb?

Una plataforma de afectados recoge firmas para instar a Cibeles a evitar la cercanía de las «multicocinas» en colegios y hospitales

Vecinos afectados por una “ cocinas fantasma “
Vecinos afectados por una “ cocinas fantasma “Ruben MóndeloLa Razón

Las «cocinas fantasma». Un término misterioso para un fenómeno no siempre fácil de definir. Se trataría de aquellos fogones propiedad de grandes cadenas y grupos independientes instalados en viviendas residenciales. En Madrid, tal y como recordó ayer el delegado de Desarrollo Urbano, Mariano Fuentes, habría en torno a una decena, después de una inspección iniciada por el Consistorio. Ahora bien: no necesariamente están todas ellas fuera del ordenamiento urbanístico de la capital. De hecho, desde Cibeles se ha apuntado a que, en muchas ocasiones, las denuncias de los vecinos son referentes a servicios de catering, escuelas de hostelería u obradores.

En todo caso, el Ayuntamiento ha puesto límites: perderán la licencia aquellas «multicocinas» ubicadas en zonas residenciales si su superficie sobrepasa los 350 metros cuadrados. Además, la carga y descarga de mercancía, así como el «delivery», deberá hacerse dentro del local. Y lo más importante: se suspenderá la concesión de licencias en zonas residenciales para dar un impulso a las «zonas industriales».

Ahora bien, para algunos vecinos no es suficiente. La Plataforma de afectados por las cocinas fantasma y la Federación Regional de Asociaciones vecinales de Madrid (Fravm) acaban de iniciar una campaña de recogida de firmas para que el Ayuntamiento aleje estos locales no solo de los edificios residenciales; también de los colegios. Y es que esta forma de negocio se habría disparado sobre todo a raíz de los meses de confinamiento, en los que la entrega de comida a domicilios por parte de «riders» ha experimentado un «boom». ¿El resultado para los vecinos? Olores, humos y aglomeración de repartidores a las puertas de sus edificios.

¿Qué exigen los afectados? Principalmente, fijar un máximo de cuatro cocinas por local y la prohibición de situarse a menos de 500 metros de colegios, hospitales y otros espacios que puedan acoger a gente vulnerable, sin poner «en riesgo su salud y bienestar». Del mismo modo, piden que el horario de actividad vaya de las 10:00 hasta las 22:00 horas y que la venta directa al público se prohiba. Todas ellas peticiones que remitirán al Ayuntamiento de Madrid.

De hecho, uno de los lugares afectados es el colegio público Miguel de Unamuno, en el distrito de Arganzuela, donde la plataforma presentó la campaña. Al centro acuden 900 alumnos, perjudicados por tres chimeneas que los denunciantes señalan en la calle Alejandro Ferrant.

En todo caso, el epicentro de las cocinas fantasma se encuentra en el barrio de Prosperidad, donde el grupo Cooklane prevé 38 instalaciones de este tipo en el lugar que antes ocupaba un supermercado. Los vecinos denuncian que esta instalación operará con licencia de obrador, cuando, en su opinión, se trata de una actividad industrial. En resumen como ocurría con Airbnb, estamos ante el nacimiento de un fenómeno al calor de las nuevas tecnologías y que deberá buscar la convivencia vecinal.