Opinión
Chanel Nº 1: un golazo al feminismo histérico de las Monteros y las Belarras
A mí Chanel me gusta. Libérrima y festiva, desprejuiciada y excesiva. Tan torera, tan rojigualda. Hasta la peineta y la mantilla como estamos de que con todo nos quieran meter la moraleja
El triunfo de Chanel no ha sido solo en Eurovisión. El golazo ha sido también al feminismo hegemónico de nueva hornada, histérico y malcarado, que pretendía imponer su propia candidata cuando las cosas no salieron como ellas querían. El segundo puesto de Chanel (reconozcamos que el primero para Ucrania no es más que la cataplasma de occidente sobre su conciencia) ha sido una toña en la cara de las que hacen época a las Monteros y Belarras de consigna y ceñito fruncido que, mientras le gritan desgañitadas a los hombres que por qué les dan miedo las tetas, se espantan y se abanican el entreteto, indignadas, cuando Chanel hace doom doom con su boom boom.
A mí Chanel me gusta. Libérrima y festiva, desprejuiciada y excesiva. Tan torera, tan rojigualda. Hasta la peineta y la mantilla como estamos de que con todo nos quieran meter la moraleja y el mensaje, cualquier cosa que huela a libertad, ora Ayuso ora Chanel, nos tiene de su parte. Que no es feminismo, dicen las que reparten los carnés de mujer bien y mujer mal. Las que nos mandan a leer, como antes algunos hombres nos mandaban a la cocina, en cuanto discrepamos.
Este feminismo es como un marido celoso y posesivo que no quiere que te pongas minifalda cuando no sales con él, que te controla las llamadas. Que si no eres para él no eres para nadie y eres una golfa. Este feminismo se parece mucho al machismo que dice combatir. Y Chanel le ha salido lenguaraz e incontrolable, siempre ready pa romper cadera, dando zoom zoom hasta en la Plaza Mayor y en plenas fiestas de San Isidro. ¿Se puede ser más chula? Ya lo digo yo: NO. Siempre primera, nunca secondary.
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