Historia

El convento de Madrid que pasó de “recoger” mujeres a sede de UGT y ahora va camino de ser un hotel de lujo

Un lugar que ha cambiado de usos a través de los siglos, aunque siempre ha sido un referente de caridad religiosa en un barrio del Madrid más castizo

Fachada antigua del convento de las Recogidas de Santa María Magdalena
Fachada antigua del convento de las Recogidas de Santa María MagdalenaBNE

Nuevos usos y nuevas necesidades en un espacio que suma siglos. El mejor ejemplo del cambio en Madrid, en los últimos tiempos, es las vidas cambiantes y cambiadas que ha tenido este inmueble en la calle Hortaleza. El convento de las Recogidas de Santa María Magdalena o convento de Santa María Magdalena de la Penitencia fue una «casa real para mujeres arrepentidas, vulgo Recogidas», construido con ese propósito en la calle de Hortaleza de Madrid e inaugurado en mayo de 1623. Reconstruida su iglesia en 1897 y el edificio conventual en 1916, y luego abandonado, fue quemado durante la Guerra Civil y recuperado por la Unión General de Trabajadores, UGT, que instaló su sede en el edificio a finales de la década de 1980.

Antiguo convento de Recogidas de Santa María Magdalena
Antiguo convento de Recogidas de Santa María MagdalenaEfe

El convento, o mejor dicho, lo que queda de él, es tan antiguo que aparecía en el plano de Teixeira, el cartógrafo portugués que trabajó por encargo de Felipe IV. Actualmente forma parte del catálogo de edificios protegidos de la Comunidad de Madrid con el nivel 1, aunque apenas conservara en su interior elementos antiguos por los sucesivos usos que ha ido teniendo a lo largo del tiempo.

Y más cambios que le aguardan, pues un pleno del Ayuntamiento de Madrid aprobó recientemente el plan especial para transformar este edificio, uno de los más curiosos de la calle Hortaleza, el viejo Convento de las Recogidas, en un hotel con 41 habitaciones.

El plan especial aprobado permitirá cambiar el uso del edificio a la categoría de hospedaje en régimen exclusivo, intensificar su uso y, antes, ejecutar obras de acondicionamiento y de reestructuración parcial. El nuevo hotel resultante después de los trabajos tendrá una superficie útil de 3.148,90 metros cuadrados y un aforo máximo de 738 personas (frente a las 300 actuales).

Un nuevo hotel para una vieja historia, la de la institución real, fundada en 1623, que tuvo su antecedente en 1587. Entonces fue cuando la orden de monjas terciarias franciscanas, luego fue ocupado por las Monjas Cistercienses de Calatrava, hasta que se trasladaron también a su nueva sede en la sierra de Madrid, en Moralzarzal, emprendió la tarea de recoger “mujeres de mala” vida en el Hospital de Peregrinos de la calle Arenal. En mayo de 1623 fueron trasladadas al nuevo edificio conventual de la calle de Hortaleza, tras la decisión del entonces Presidente del Consejo de Castilla, Francisco de Contreras, de poner la institución bajo su protección.

Las “recogidas”solo podían salir de su enclaustramiento para casarse o si decidían tomar los hábitos (hacerse monjas). Finalmente, en 1744, se trasladó a este convento la Santa y Real Hermandad de Nuestra Señora de la Esperanza y Santo Celo, más conocida como Ronda del Pecado Mortal, fundada el 30 de diciembre de 1733.

Sin ayudas, al albur de la beneficencia y la caridad, en ese saco de la historia podríamos encontrar, en pleno Madrid, otro ejemplos similares a las “recogidas” de la calle Hortaleza. Se taraba de un edificio conocido como “Casa del Pecado Mortal”, que no era más que un pequeño hospital encubierto, situado en la desaparecida calle del Rosal, en lo que hoy sería la Gran Vía. En él, las mujeres solteras acudían a dar a luz en secreto. He aquí el sentido de todo. Quienes aquí ingresaban llevaban una vida de clausura y un velo que tapaba su rostro durante todo su embarazo, para evitar ser reconocidas. Obviamente, el concepto de pecado y vergüenza, más la presión social y religiosa, hacían el resto. Hay que apuntar que Casas del Pecado Mortal no existía solo una. Una alta natalidad y el desprecio a las jóvenes que se quedaban encinta en esa época facilitó la creación de otros tantos albergues: en las calles del Barco y Madera alta, dedicadas al mismo fin y conocidas con idéntico nombre por los vecinos.