Historia
El primer puente de hierro de España está en Madrid y fue un ensayo de modernidad
Los Duques de Osuna levantaron en su finca de recreo de El Capricho todo un modelo de futuro
Hoy en día estamos por el impulso de la digitalización, la inteligencia artificial y la economía colaborativa... por aquel entonces, la modernidad, pasaba por el hierro. Estructuras como la torre Eiffel o palacios como el de Cristal en el Retiro madrileño anunciaban otra manera de construir y de resolver los desafíos del progreso. En este sentido, el pequeño puente que nos ocupa no salvó ríos o desniveles imponentes. Su valor reside en su estructura. Todo un anuncio de lo que veía venir. Este pequeño puente fue levantado dentro de la antigua finca de El Capricho, concebida como una zona de recreo por su propietaria, María Josefa Pimentel, duquesa de Osuna. Se trata de una de las últimas construcciones realizadas en este recinto ajardinado, cuyas obras comenzaron en 1787 y finalizaron 52 años más tarde, en 1839.
El pequeño puente fue concluido en 1830, cuando la arquitectura de hierro, aplicada a la ingeniería de caminos, aún no se había extendido en España. Es el primer puente de hierro erigido en este país, si bien, por sus reducidas dimensiones y escasa complejidad técnica, está consideración suele recaer sobre el Puente de Triana (iniciado en 1842), en Sevilla, obra de mucha mayor envergadura.
Con respecto a los restantes puentes de hierro de la Comunidad de Madrid, el de El Capricho se anticipa en 38 años al edificado en Fuentidueña de Tajo (empezado en 1868), el siguiente en antigüedad de la región madrileña.
Fue construido por Martín López Aguado, arquitecto del Palacio de Fernán Núñez o del propio Palacio del Capricho entre otros. Y está formado por un único arco atirantado que solo sirve para salvar esta ría artificial y pasar al otro lado de la misma continuando por una vereda detrás del lago. Su altura, longitud y anchura no son excesivas, siendo las justas para que pudieran pasar las embarcaciones.
Este Puente de hierro presenta un trazado muy simple, que, en cierto sentido, emula el diseño de los puentes venecianos. Dos arcos de hierro sostienen una sencilla estructura metálica, sobre la que se elevan dos rampas de madera, confluyendo ambas en un rellano horizontal, igualmente de madera. Dada la inclinación de las rampas y su consiguiente elevación sobre el curso de agua, cada una de ellas tiene instalada una escalera, realizada en hierro. Una barandilla completa el conjunto.
Un puente que sin duda ha sido objeto de todo tipo de críticas a cuenta de su espíritu original, pionero. Poco tienen que envidiar de él sus hermanos mayores, como el nombrado puente de Triana o de Isabel II de Sevilla, pues fue durante su reinado cuando se inauguró. Una imponente estructura sobre el Guadalquivir al que siguieron otros, como el Puente Colgante o Puente Palacio en Portugalete, un transbordador de peaje diseñado por la iniciativa del sector privado entre los años 1887 y 1893, con el objetivo de unir los dos márgenes de la ría de Bilbao, en Vizcaya. O el Puente Nuevo de Murcia, obra del ingeniero José María Ortiz, que presentó el proyecto definitivo en el año 1894, cuando la empresa Materiales para Ferrocarriles y Construcciones de España le dio inicio a la tan esperada obra. O el Puente de Talavera de la Reina, cuya construcción data del año 1908 y es una obra del ingeniero Luis Barber. Cruza el río Tajo y su estructura básica está hecha en hierro, acero y hormigón, por lo que se le conoce popularmente como el Puente de Hierro. Ejemplos hay muchos de una estirpe de puentes de hierro que tuvieron en la finca de recreo de los Duques de Osuna su primigenio origen. Una reliquia artística que es también un desafío técnico y de modernidad.
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