El Madrid de..
Inés Astorga: “El arte es el primer recuerdo que tengo del amor”
La artista emergente e ‘influencer’ sevillana, de 26 años, muestra y vende en su tienda virtual una obra con una gran inspiración del mundo del cine
Creció en Sevilla rodeada de cultura, pero ver a su madre hacer garabatos en cada hueco que tenía le hizo tener su primera conexión con el arte. Aplazó su vocación creativa asustada por la crisis económica, pero gracias a las redes sociales pudo retomarla unos años después. Es ahora, con su propia tienda online, con varios libros ilustrados y tras tener su primera exposición en la acogedora Cofi (Calle del Acuerdo, 36), cuando se llama a sí misma —y, al fin, sin miedos— artista.
Se trata de Inés Astorga (1996), más popularmente conocida como Inés Jimm por unos perfiles digitales que aglutinan cientos de miles de seguidores. “Gracias a las redes conocí gente afín a mí que no encontraba en mi círculo más próximo y dejé de sentirme sola. Los contenidos de moda acabaron siendo mi trabajo de manera natural, pero me di cuenta de que no me llenaban y, cuando mi situación económica fue más boyante, regresé a la vocación que había estado callando por inseguridad”, relata a LA RAZÓN.
Además del interés de sus padres en el arte, esta sevillana afincada en Madrid desde hace unos seis años destaca lo mucho que se ha nutrido del cine para desarrollar su obra, en especial de las producciones de Studio Ghibli (La princesa Mononoke, Mi vecino Totoro o El viaje de Chihiro) y de las de Wes Anderson, que prioriza la parte visual a la historia que narra en películas como Moonrise Kingdom o Gran Hotel Budapest.
Precisamente en este último filme está inspirada una de las láminas que Inés vende en su tienda, que funciona desde hace poco más de un año con productos desde los ocho euros. Con brillo en los ojos, recuerda el “parto” que supuso para ella abrirla y cómo le sorprendió descubrir que los seguidores que tenía como influencer de estilo de vida también abrazaron este nuevo proyecto.
Aunque las redes han sido decisivas para que alcance el punto en el que se encuentra hoy, la artista reconoce que tienen algunas partes sombrías, como la necesidad de validación o los complejos que en ocasiones provocan cuando te empujan a compararte con otros usuarios. “Es un problema generacional del que nadie quiere responsabilizarse. Debemos ser conscientes de que todos mostramos nuestra mejor cara y de que nada de lo que se ve a través de una pantalla es 100% real. De hecho, ni siquiera a Instagram le interesa que se muestre la realidad, porque vender esta vida perfecta es lo que gusta. La gente pide que seas muy natural, pero cuando lo eres te vuelves un contenido poco deseable por mostrar tristeza o por quejarte”, expone.
“La gente exige naturalidad en las redes sociales, pero rechaza cuando se muestra tristeza o alguna queja”
Al respecto, recomienda reflexionar sobre los contenidos que nos hacen sentir mal y, si es necesario, dejar de consumirlos. Por el contrario, celebra cómo las redes han democratizado la creación artística y destaca entre sus mayores influencias a Paula Bonet, Albert Solóviev y Álex de Marcos. Las relaciones interpersonales, entender por qué nos comportamos de una determinada manera, las emociones, los apegos o el vacío que sentimos a veces pese a estar acompañados son también de los elementos que más le inspiran.
Tras haber probado con tatuajes, animación, ilustración digital, teatro, baile y hasta canto; Inés ha decidido poner el foco en hacer cuadros con pintura por la paz que le transmite un proceso tan meditativo y su metodología. Mientras, aprende a disfrutar de la estabilidad y bajada tras muchos picos de adrenalina en el arte, “como cuando en una relación se pasa la fase del cuento de hadas, empieza el amor de verdad y toca encontrar la belleza en cosas más pequeñas”.
De cara al futuro, sueña con seguir sorprendiéndose en el arte y con una exposición más grande para compartir lo que hace... sin olvidar un proyecto que quizá no saldrá al mercado, más pequeño, pero con mucho valor sentimental: recopilar e ilustrar las recetas de su abuela. “Vivimos lejos, pero me encanta pasar tiempo con ella, tenemos un vínculo muy bonito. Este verano estuvimos cocinando con mi padre y mi hermana y grabamos sus recetas más típicas. Ella es muy importante para mí y es la abuela que mejor cocina del mundo entero”, presume, emocionada.
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