Gastronomía
Las mejores sopas del mundo que puedes probar en Madrid para resguardarse de la lluvia
En el Mesón de Fuencarral, Ramón Dios ofrece la sopa castellana. Donostiarra, de miso o el pozole mexicano, busque su preferida
La lluvia no da tregua y lo que más nos apetece es reconfortarnos con un plato de cuchara, aunque hoy más que en guisos, que sí, nos entusiasman, nos vamos a centrar en esas sopas que nos encanta disfrutar bien calientes. Por eso, nos hemos ido a disfrutar de la buena mesa a El Mesón de Fuencarral, que cumple 90 años. Al frente se encuentra Ramón Dios, nieto de Ricardo Dios y Pilar de la Morena, quienes lo fundaron en el año 32, que nos sirve una sopa castellana con jamón ibérico y huevo escalfado para templarnos antes, eso sí, de degustar el tradicional cordero asado. ¿Qué diferencia hay entre la sopa de ajo y la castellana? Preguntamos a Paco García, alma de Ponzano: «Prácticamente ninguna, creo que depende más bien de la zona. Unos dicen que el hecho de llevar jamón o no y cómo se añada el huevo (escalfado o batido) es lo que las diferencia, pero, en mi opinión, dependía más de lo pudiente que fuera la familia. También dicen que la de ajo es más espesa y hay quien la termina al horno. Pero, en esencia, es la misma. Es una receta muy completa, porque lleva hidratos de carbono (el pan), la proteína (el huevo y el jamón) y nada más. Ni por asomo se preparaba con un fondo como el nuestro, de carne y pollo».
Dicho esto, seguimos. En Casa Carola, más allá del obligado cocido, entramos en calor rápido, ya que es posible hacerse un hueco en la barra para pedir un caldo por dos euros o, por qué no, una sopa, por 6,50 la ración. Cualquier hora es la idónea para entrar en la tienda de Lhardy. ¿Por qué no comenzar una merienda con su mítico consomé? Lo sirven directamente de su samovar y mantiene la receta original, que Emilio Lhardy trajo de Francia en 1837 y a la que nos gusta añadir un chorrito de manzanilla, fino o palo cortado (7 euros). Imposible no mencionar el consomé don Víctor, una de las elaboraciones más centenarias de Horcher, cuyo nombre hace homenaje al escritor Víctor de la Serna. Nació en las cocinas del citado local en Berlín para Marcel Rana, bailarina parisina de principios de siglo XX, que no comía alimentos sólidos. Y posteriormente, en España, Otto Horcher cambió el nombre por el del escritor español. Hemos de reconocer que cada vez que visitamos Oceánika, Carlos Pérez nos sorprende, más cuando llega a la mesa con un sabrosísimo caldo de verdura y mariscos, servido en una cafetera italiana. Un apunte, recuerden que en La Taberna de Elia, verdadero templo para los paladares carnívoros, que consideran la casa de Aurelian Catalin como el mejor asador de la capital, lo suyo es comenzar con una maravillosa sopa de pescado y marisco. La sopa de cebolla hojaldrada en homenaje a Paul Bocuse con cebolla caramelizada y suero de leche es una de las preparaciones más acorde con el tiempo de estos días de Dani Brasserie, el espacio del cocinero marbellí en el Four Seasons.
Agripicante
En nuestra ultima visita a Bistronómika, degustamos una sabrosísima sopa de marisco, hecha a base de nécora y cabeza de merluza, tan espectacular como la donostiarra, ambas de Carlos del Portillo. Por su parte, en Nanako Ariel D’Avila nos recomienda la sopa miso, japonesa por excelencia, también con pescado y marisco, mientras que Juan Alcaide y Pablo Álvaro Marcos en Umiko bordan su versión, a la que añaden codorniz y setas. Muy recomendable es la tempura de cocido y la porrusalda de miso, alga codium y tomate pasificado, que crea Yong Wu Nagahira en Ikigai Velázquez. ¿Han probado la sopa agripicante de China Crown? ¿Y el caldo de boletus y gallina con velo de novia relleno de tofu? Si en El Bund, destaca la de mariscos (con gambas, sepia, vieira y corazón de pacai), en Kököchin la agripicante, con tiras de pollo, brotes de bambú, setas oreja y huevo. Del mítico Korea, nos quedamos con la kimchi jjigae.
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