Madrid

El sanatorio «encantado» de Navacerrada será demolido

Abandonado desde hace 27 años, el derribo del antiguo hospital del Santo Ángel costará 3,5 millones de euros

Sanatorio La barranca
Sanatorio La barrancaBy StrakhovLa Razón

Uno de los últimos «edificios fantasma» de la sierra de Guadarrama está a punto de desaparecer. Se trata del Hospital del Santo Ángel, situado en el Pinar de la Barranca (Navacerrada), una de las zonas más simbólicas del parque nacional, en la falda del Guadarrama, que se construyó hace 81 años (1941) por el Patronato Nacional de Antituberculosos. Entonces se levantó con la idea de tratar en un lugar aislado y de aire puro y fresco graves pandemias como la tuberculosis, la lepra, el cáncer de pulmón... Y es que se sabía que en lugares situados a más de 1.200 metros por encima del nivel del mar los casos de tuberculosis descendían de manera acusada. Pero los avances en la medicina hicieron que, con los años, la mortalidad por tuberculosis se redujera a la mitad y el número de casos fuera remitiendo. Ya en 1990, este edificio de grandes ventanales y ahora de aspecto fantasmagórico por su situación actual de abandono, empezó a funcionar como hospital psiquiátrico. Se cerró en 1995 y, desde entonces, ha sido objeto de numerosos actos vandálicos.

El Patronato del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama está previsto que se celebre hoy. Y, en el marco de esta reunión, se presentará el informe de actividades de 2023 donde la demolición del edificio figura como una de las actuaciones para la mejora de la zona.

«Esta próxima restauración ambiental pone de manifiesto el interés del Gobierno regional por proteger la naturaleza. La demolición de este edificio abandonado es una actuación necesaria y conveniente ya que su rehabilitación es inviable, por el impacto paisajístico que tiene en el entorno», explica a LA RAZÓN la consejera de Medio ambiente, Vivienda y Agricultura, Paloma Martín.

Con esta iniciativa, además, «se responde a las peticiones de vecinos, administraciones, asociaciones conservacionistas y usuarios de la sierra madrileña».

Luis del Olmo, director general de Biodiversidad y Recursos Naturales de la Consejería, explica que con esta iniciativa «se elimina el edificio de mayor impacto visual al paisaje de la zona porque es el mayor adefesio que podemos ver en las faldas del Guadarrama. Sobre todo en las proximidades de un entorno como el de la Barranca, una de las zonas más simbólicas del parque nacional».

Su aspecto tenebroso ha dado lugar a multitud de historias siniestras y ha sido escenario de rituales satánicos. En septiembre de 2020, precisamente, fue noticia el caso de un joven de 29 años que quedó en estado grave tras caerse por un agujero del antiguo psiquiátrico desde una altura de diez metros, el equivalente a dos pisos. Tuvo que ser ingresado en el Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda. Había quedado allí de madrugada con otros amigos de entre 25 y 30 años para beber y hacer espiritismo. Pero el lugar llevaba ya años siendo un punto de encuentro de jóvenes, especialmente durante los fines de semana, para hacer botellón y tratar de contactar con el más allá.

De hecho, este edificio de apariencia siniestra, casi como sacado de una película de terror, popularmente es conocido como «Walpurgis», en referencia a una fiesta pagana de «brujas» que se celebra en algunos países para alejar las plagas y la brujería.

Muchas leyendas envuelven la historia de este edificio. Hay quien dice haber visto la silueta de una madre asomada por una ventana con un bebé en los brazos, escuchado gritos y voces por la noche, pisadas de almas errantes caminando en medio de una infraestructura semiderruida, puertas que se cierran violentamente y gente que afirma haber visto luces apagarse y encenderse en la inmensidad de las plantas y otros fenómenos paranormales. Incluso el programa Cuarto Milenio le dedicó un programa especial.

Pero más allá de las leyendas que circulan y la morbosa curiosidad que pueda suscitar, ¿por qué no se ha dado otra utilidad a este edificio ubicado en un entorno privilegiado, en la cuenca alta del Guadarrama? «No es que nadie se haya atrevido a construir pero, precisamente, ese carácter aislado del edificio ha sido un factor de difícil manejo para establecer una actividad económica. Se pensó en instalar una escuela de hostelería, incluso se empezaron los trabajos, pero finalmente el proyecto se abandonó porque se requería un lugar con mayor proximidad o comunicado. Lo que en su momento fue un factor positivo para la apertura de un hospital, como era contar con un lugar aislado y aire puro para la cura de una enfermedad, ahora ya es un factor negativo para una inversión, porque lo que queremos recuperar son nuestros entornos naturales. Sería difícil mantener una inversión que justifique un servicio a los ciudadanos», explica Nuria Micaela Ruiz, jefa de la división técnica del Patrimonio Inmobiliario de la Consejería de Economía, Hacienda y Empleo.

La demolición no se hará con una voladura que permita echar abajo de manera casi inmediata el edificio. «Lo más aconsejable es una demolición mecánica, con una fase manual y con un desmontaje que, a efectos medioambientales, tenga un impacto menor que la explosión», añade la experta. Así, está previsto que los trabajos de derribo comiencen en el primer trimestre de 2023 y, a partir de entonces, las obras de eliminación del edificio durarán nueve meses, de tal manera que para el otoño del año que viene ya no veremos a esta estructura formar parte de una de las zonas más emblemáticas de Madrid. El coste estimado por la Consejería para estos trabajos es de unos 3,5 millones de euros.

No será el único «edificio fantasma» que será demolido en el Puerto de Navacerrada por la Comunidad de Madrid. Hay que sumar otros más. Entre ellos figuran tres chalés abandonados que están dentro de la ocupación del Ferrocarril Eléctrico del Guadarrama. Se encuentran en estado de ruina y, por ello, se descartó su rehabilitación, según ha informado la Consejería de Medio ambiente.

Entre otros chalés candidatos a la demolición se encuentra el Chalé de Peñalara, un albergue de montaña situado en el Valle de la Fuenfría, en plena Sierra de Guadarrama, colindante al Parque Nacional. Se encuentra a sólo cinco kilómetros del casco urbano de Cercedilla. Se asienta sobre un monte público que pertenece al Ayuntamiento. El albergue fue una concesión otorgada en 1917 a la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara. En 2006 se intentó construir un hotel de cuatro estrellas, pero el proyecto se frustró.

A todo esto hay que sumar el albergue Álvaro Iglesias. Su rehabilitación, dado el estado de deterioro del edificio y su gran tamaño, supondría una inversión muy importante también. Además, «no hay previsto a la fecha ningún uso que justifique esa inversión», explican desde la Consejería.

El albergue disponía de 92 plazas y se construyó en memoria del joven de 20 años que perdió la vida en 1982 rescatando a tres personas de un incendio en la calle Carranza de Madrid, tras meterse en el portal en llamas sin dudarlo.

Cerro sus puertas definitivamente en 2007 porque el inmueble estaba obsoleto. En principio, la Comunidad de Madrid tuvo como proyecto repoblar la zona forestal y construir un monolito en memoria de Álvaro Iglesias pero, hasta ahora, no se había abordado de manera clara su demolición. El plan inicial data de la época de Esperanza Aguirre.

Foco de suciedad

De lo que se trataría es de ir recuperando progresivamente el estado natural de la zona y la integración paisajística de la Sierra de Guadarrama, ya que se trata de construcciones que se han levantado en monte público y que han tenido uso como residencias militares, de trabajadores o clubes deportivos y que serán reducidos a cenizas. Después de casi un siglo de funcionamiento de muchas de estas instalaciones que tributaron bajo el régimen de concesión a terceras personas, su estado ruinoso hace que su recuperación sea inviable, hasta el punto de que la mejor de las salidas posibles para este tipo de edificaciones es la de recuperar el dominio del monte de utilidad pública con su restauración medioambiental.

Con su demolición se trataría de evitar el deterioro de los edificios, el riesgo de okupación, que sean vandalizados o un foco de suciedad, como se ha venido viendo a lo largo de los últimos años.