Historia

San Miguel, la basílica de Madrid en el punto de mira de Mussolini

El templo de la Nunciatura apostólica en España recibió una orden clara del “Duce”, en los años 20, para trasladar a Italia a uno de sus más célebres personajes, que allí dormía el sueño eterno

Interior de la Basílica de San Miguel en Madrid
Interior de la Basílica de San Miguel en MadridEfe

Una rara avis en el Madrid castizo. La basílica de San Miguel, a pesar de su pequeña fachada, llama la atención a todo aquel que pase por delante. Es, de nuevo, el triunfo del barroco. Su construcción se inició durante los últimos años del reinado de Felipe V, para el más pequeño de sus hijos, el infante Don Luis de Borbón y Farnesio, cardenal y arzobispo de Toledo y de Sevilla, títulos que le fueron otorgados cuando apenas era un niño, algo por lo demás muy habitual desde antiguo.

A pesar de sus pequeñas dimensiones, se trata de una de las construcciones arquitectónicas más relevantes del Barroco español, por la singular forma convexa de su fachada y su original planta, poco habitual en el país y única en el Barroco madrileño. El templo, que empezó a construirse en el año 1739, posee una notable influencia italiana. Un aspecto que bien pudiera encajar más en el perfil de una vía romana que en las calles del Madrid de los Austrias. El edificio ocupa el solar de la antigua iglesia de los santos Justo y Pastor, mártires cristianos que, según la tradición, murieron en Alcalá de Henares. A ellos, por cierto, está dedicada la catedral de la ciudad complutense.

Exterior de la Basílica de San Miguel
Exterior de la Basílica de San MiguelEfe

Por los demás, cabe apuntar que el lugar, a un paso del Palacio Real, estuvo de antiguo dedicado al culto católico. Una desaparecida iglesia, una de las diez más antiguas de la ciudad, ocupaba ese espacio. Su construcción al parecer era anterior al siglo XIII, o al menos eso cabría entender a la luz del Fuero de 1202, en el que se la cita. El templo sufrió un incendio en 1690 y quedó completamente destruido.

Con el paso del tiempo, y dada su cercanía a la Nunciatura apostólica, en 1892 se entregó a ésta, adquiriendo el título de basílica pontificia. Así las cosas, y con el paso del tiempo, en el siglo XX, el Opus Dei se hizo cargo del templo. Esta institución promovió diferentes reformas, como la supresión de los altares laterales y la construcción de una cripta bajo el edificio. En este siglo pasó a ser definitivamente iglesia pontificia, con el nombre de Basílica Pontificia de San Miguel, es decir, es el templo de la Nunciatura apostólica de la Santa Sede en España.

Un dato sorprendente en el devenir de este templo es que el compositor de origen italiano Luigi Boccherini, fallecido en Madrid, fue enterrado en esta basílica, hasta que en 1927 Benito Mussolini ordenó llevar sus restos a Lucca, de donde el músico era natural. Se le dio sepultura en la iglesia de San Francisco, en el panteón de hijos ilustres de la citada ciudad toscana.

Curiosamente, y a pesar de permanecer en Madrid la mayor parte de su vida, al servicio de reyes y nobles españoles, la mayoría de la obra de Boccherini, incluyendo manuscritos autógrafos y copias, se conserva en Berlín y París. Parte de la explicación se debe a que sus obras estaban destinadas a ser publicadas fuera de España, por lo que sus manuscritos se remitieron a editores ingleses, franceses o alemanes.

Una realidad “exportadora” de sus obras que se justifica por la necesidad de mantener ingresos y sobrevivir en una dura situación: viudo, con 42 años y seis hijos, aunque disfrutaba de una pensión real, necesitaba de la ayuda de algún mecenas que le asegurara una paga más sustanciosa con la que subsistir. Este salvavidas lo encontró en el rey Federico Guillermo II de Prusia, quien le permitió seguir viviendo en Madrid a cambio de enviar composiciones nuevas a Berlín.

En 1797 falleció el monarca alemán y se quedó sin ingresos. Angustiado por tantos problemas, personales y económicos, pues perdió pronto a cuatro de sus hijos y a su segunda mujer, su vida se complicó aún más. Y así acabó sus días en Madrid, en el número 6 de la calle Jesús y María del barrio de Lavapiés.

Boccherini fue enterrado en la iglesia de los Santos Justo y Pastor de la calle del Sacramento de Madrid, hoy basílica pontificia de San Miguel. En 1927, como apuntamos, Mussolini llevó los restos del compositor a Lucca para ser enterrado en la iglesia de San Francisco, en el panteón de los hijos ilustres de esa ciudad toscana. Sus descendientes siguen viviendo en España.