Investidura
Ayuso: puente con Vox y PSOE y trinchera con Más Madrid
García acusa a Ayuso de inaugurar un gobierno «cruel e inhumano» y ésta se planta: «No les tengo miedo»
Hubo reproches, enfados y algunos enfrentamientos de intensidad en el cara a cara que la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, tuvo con los distintos grupos políticos en la segunda sesión del debate que concluyó con la investidura de Ayuso como presidenta de la Comunidad de Madrid. Pero, si bien se tendieron puentes por los que Ayuso pudiera transitar con Vox y PSOE, en cambio, pareció cerrarse cualquier resquicio de entendimiento con Más Madrid desde el primer debate de la legislatura por el choque feroz entre su portavoz, Mónica García, y la presidenta regional.
La portavoz de Vox, Rocío Monasterio, facilitó con su abstención, aunque no con su voto favorable, como dijo en un primer momento, la investidura de Ayuso, y lo hizo por varias razones: festejó que la presidenta regional no se uniera a otros miembros de su partido al «discurso de la demonización de Vox» y aplaudió que el Plan de gobierno de Ayuso reflejara muchas de sus propuestas. «Fue emocionante escuchar la orientación de su política en la defensa del no nacido(...) Su discurso fue un homenaje a nuestra influencia y utilidad (…) Ha abierto los ojos». Sin embargo, exigió que fuera más allá y no solo abordara la reforma de la ley trans, sino que también modificara otras leyes de ingeniería social, como la Ley LGTBI o la de Violencia de Género porque considera que ninguna de ellas respetan la presunción de inocencia.
Lo mismo, en materia fiscal. Exigió que elimine los impuestos que tienen que ver con la vivienda y que deje a cero el de transmisiones entre sobrinos, tíos y hermanos. Ahora bien, Monasterio aseguró que durante la legislatura que ahora comienza «apoyaremos todo lo razonable y nuestros votos serán útiles frente al comunismo y al socialismo». En su réplica, si bien Ayuso acusó a Vox de estar siendo «el verdadero colchón y la gran ayuda que necesita el Gobierno de Sánchez para no hablar de la verdad y lo que está sucediendo en La Moncloa», también garantizó que no estará en clave electoral a nivel nacional para saber qué pactos hay que hacer. «Lo que tengo claro es que este país necesita un cambio, que tenemos que estar a la altura y para eso va a tener nuestra mano tendida», sentenció.
El portavoz del PSOE en la Asamblea de Madrid, Juan Lobato, prometió hacer una «oposición seria fiscalizando milimétricamente cualquier abuso». Es más, aseguró que propondrá alternativas al minuto siguiente. Pero culpó a la presidenta regional de «haber perdido la ocasión demostrar la diferencia entra mayoría absoluta y absolutismo». «Vamos a tener un plus de rigor. Nos vamos a asegurar de que esta mayoría absoluta no va a ser un desfalco de lo público y un abuso de la mayoría absoluta. Los ciudadanos no les han dado un cheque en blanco». Acto seguido se mostró dispuesto a participar en un diálogo de grandes acuerdos, como los que tienen que ver con las tres grades transiciones: la energética, la digital de la economía y la transición social. Hubo una larga lista de reproches, pero «toca que Madrid suba de nivel. Deberíamos aspirar a consensuar como región», sentenció.
Ayuso, aprovechó para interpelar a Lobato: «¿Qué ha hecho la izquierda española en los últimos años por la mujer? Lecciones, negocios y soflamas que han espantado al feminismo clásico», pero le tendió la mano «porque yo no puedo vivir en el absolutismo».
El cara a cara entre Mónica García e Isabel Díaz Ayuso fue un enfrentamiento de alto voltaje. Casi como si las elecciones del 28-M no hubieran sucedido y dibujado una mayoría absoluta para el PP, García dio continuidad al tono beligerante de la legislatura pasada. Desde el reconocimiento al «apoyo encomiable» que le otorgaron las urnas a Ayuso, arrancó su intervención felicitando a los que, a su juicio, fueron los verdaderos ganadores de los comicios: millonarios, accionistas de los fondos de inversión extranjeros y depredadores de nuestro Estado de bienestar. «Deles la enhorabuena a los futuros comisionistas, aquellos que basan su meritocracia en tener a un primo, un amigo o un hermano». Reprochó a Ayuso que mencionara «más veces a Bildu y a los terroristas que a los profesores o a los pediatras» y que no dedicara «ni una miserable palabra al cambio climático o la violencia machista». La lista fue larga. Hizo un retrato de Ayuso como una «predicadora apocalíptica», defensora de un «evangelismo cañí», responsable de «mercadear con los derechos de las personas trans», creadora de «ayudas fake a mujeres de 45 años», una líder «antiliberal» por «fomentar a los vividores de rentas pasivas y especuladores»: «Ustedes son unos cínicos: quieren que los demás trabajen más para vivir peor. Pero bien que luego se reparten mordidas. García terminó con un mensaje para los votantes de izquierdas, en el que se comprometió a dejarse la piel para hacerse con el Gobierno regional en 2027. En su réplica, Ayuso quiso dejar claro que no tiene miedo a la izquierda: «La calle no es suya. Si usted no respeta la voluntad de las urnas, es de verdad su problema. Me gusta cuando dice “las leyes no se tocan, esta ley no se toca. ¿Sabe dónde no se tocan las leyes? En las dictaduras. Y lo que no han hecho los madrileños es darnos una mayoría absoluta para no hacer absolutamente nada».
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