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«Deep Chats»: un espacio de conexión humana en tiempos digitales
Tatiana Fyodorov ha creado una serie de reuniones que se realizan mensualmente y que giran en torno a una temática concreta, con el objetivo de conversar profundamente y generar vínculos

Tatiana Fyodorov (Nueva York, 1998) se sentía un poco sola. Hace casi dos años, recién llegada de Miami a la capital, llegó para trabajar como profesora de inglés y le estaba costando hacer amigos. Por eso, su primer año fue «complicado». No solo por la barrera idiomática, sino también por las diferencias culturales, cuenta Fyodorov en su lengua nativa en una cafetería de la Plaza de las Comendadoras. Pero aunque dejó su carrera en salud mental en su país, tenía decidido continuar con algo relacionado. El resultado fue «Deep Chats» (Conversaciones profundas), una serie de reuniones que giran en torno a una temática —la que se celebró ayer, la cuarta, trataba sobre «momentos que cambian la vida»— y que se realizan una vez al mes. Lo que busca con la iniciativa es crear un «espacio de conexión humana» en tiempos digitales, de hablar de cosas que no se suelen hablar. Solo se han celebrado cuatro, pero ya está pensando en expandirlo a otros países.
Hay una silla dispuesta en el centro del salón: cualquiera es libre de sentarse y abrirse con sus experiencias personales —o como dice un cartel: «let's get deep» (vamos a ponernos profundos). Fyodorov coge el micrófono y comienza con la introducción de la temática. Los que atienden a su discurso son mayoritariamente extranjeros en Madrid, pero también los hay españoles. «A la hora de organizar la reunión, hablo en inglés. Pero cada uno es libre de hablar en su idioma, si lo prefiere», dice Fyodorov, que entiende y habla perfectamente el español, aunque con lo segundo todavía no se siente plenamente cómoda.
Fyodorov forma parte de una amplia comunidad de jóvenes extranjeros que han llegado a Madrid en los últimos años atraídos por programas de enseñanza de inglés como NALCAP (North American Language and Culture Assistants Program). Solo en el curso 2023/24, más de 2.700 auxiliares de conversación extranjeros participaron en el sistema educativo madrileño, la mayoría provenientes de Estados Unidos, Reino Unido o Filipinas, según datos de la Comunidad de Madrid.
Los temas los piensa Fyodorov, pero también se deja influir por las ideas de otras personas. Quizá por ello se entienda que el primero, que tuvo lugar el 15 de noviembre de 2024, fuera como una especie de confesión. La discusión versó sobre «cómo adaptarse a un nuevo entorno». Aunque no solo se refería a un lugar, sino también a un trabajo o una relación, y es que ella no quiere que sea «autobiográfico». El segundo trató el tema de la identidad, el tercero sobre el amor y las relaciones, en el mes de febrero, aprovechando la percha del mes de San Valentín. El último: momentos que te cambian la vida.

En cuanto a ponerle un calificativo a «Deep Chats», Fyodorov explica: «Podría ser una comunidad. Pero creo que, sobre todo, es un espacio: un lugar al que vas y te sientes cómodo siendo tú mismo y hablando de cosas que quizá no comentarías con alguien a quien acabas de conocer en un bar o en una reunión superficial». Y añade: «Un lugar al que la gente pudiera ir y sentir que puede hablar con libertad, sin ser juzgada, sin tener que fingir o ponerse una máscara, simplemente siendo uno mismo. Y que eso esté bien».
Y es que reconoce que en algunas ocasiones se ha sentido «juzgada». «Sobre todo con las redes sociales y por ser extranjera, sentía que tenía que... que tenía que adoptar una personalidad. Tenía que mostrarme de cierta manera, presentarme de forma “correcta”, por decirlo así. Y claro, yo quería caer bien, porque todavía no tenía ni un solo amigo aquí».
Además, plantea un dilema: «Quería ser una persona agradable. Pero a veces, en lo personal, pienso: “no quiero tener que hacer todo eso”. Quiero poder hablar de cosas que no tengan que ver con lo que hago aquí o con mi trabajo. Cosas que vayan más allá de la superficie».
La cita no tiene edad. Hasta el momento, según Fyodorov, han acudido personas desde los 20 años hasta los 40, y de nacionalidades diversas. A las reuniones han ido entre 30 y 40 personas —y confiesa que pensó que a la primera se presentarían solo cinco personas. «Diría que definitivamente me ha ayudado mucho con la soledad y también... darme cuenta de que mis ideas están ahí fuera, que realmente están funcionando. Que hay gente interesada en venir».
«Deep Chats» ha ido adaptándose: «En los últimos encuentros, se nos ha acabado el tiempo porque hay tanta gente que quiere hablar que no da tiempo para todos. Ahora, se ha convertido más en una conversación. Los primeros eventos eran más como que una persona hablaba y luego se sentaba. Y últimamente, después de que alguien habla, otras personas hacen preguntas, comentan o responden, así que se está volviendo algo más interactivo». Las reuniones son de tres horas, aunque mucha gente continúa después la charla por su cuenta.
Porque el verdadero objetivo detrás de todo es la interacción: «Aquí hay personas reales, con cosas reales que decir. Hay muchísimas cosas maravillosas en internet, claro, pero lo que me gusta de este evento mío es que es algo presencial. Tienes una conexión humana real con la gente. No estás detrás de una pantalla, no estás en una videollamada de Zoom. Estás hablando de verdad con alguien. Y eso era justo lo que tenía en mente».
El desarraigo y la soledad
«Ser extranjera es realmente difícil. Hasta el día de hoy —llevo aquí casi dos años, un año y medio más o menos— y aún me cuesta», confiesa Fyodorov. «Todavía estoy luchando por asimilarme a la cultura. El idioma, obviamente, sigue siendo un poco complicado para mí. Me defiendo, puedo entender, pero no me siento libre con él. Y aún así, sigo sintiéndome muy sola. No siempre hay algo que hacer o alguien a quien ver. No tienes a tu familia aquí».
Sobre volver a Miami a vivir, asegura que lo ha pensado, sobre todo por su familia y sus amigos, pero no se imagina viviendo allí. «La razón principal es que, ahora mismo, Estados Unidos… no siento que sea un buen lugar para estar. Lo digo con cautela, porque sé que mucha gente no estaría de acuerdo, porque hay oportunidades, hay dinero. Pero personalmente, para mí, no me veo allí en este momento. Pienso en cosas como la sanidad, la seguridad, la política, la división social… y simplemente siento que el ambiente es tenso. No me parece un lugar saludable donde estar».
Aun así, Fyodorov dice sentir todavía ese desarraigo. Y le cuesta adaptarse a aspectos de la cultura, como por ejemplo que la cena sea tan tarde. «Ese sentimiento de no pertenecer, todavía lo tengo. Y probablemente lo tendré siempre, en cierta medida, si me quedo aquí. Pero es muy importante encontrar a personas que te comprendan y que puedan empatizar contigo de esa forma».
Su experiencia no es aislada. En la Comunidad de Madrid, un 34,5 % de la población sufre soledad no deseada, según el Estudio sobre juventud y soledad no deseada en España. Esta cifra aumenta en el caso de las personas nacidas en el extranjero, con una prevalencia del 32,5 %, casi el doble que entre la población autóctona. El fenómeno afecta especialmente a los más jóvenes: un 16,5 % de las personas de entre 16 y 39 años en España declara sentirse sola con frecuencia.
Fyodorov es capaz de imaginarse el día en que «Deep Chats» se haga en español, cuando tenga «fluidez con el idioma». «Me encantaría. Creo que quiero devolver algo, porque esta ciudad me ha dado mucho».
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