Encuesta
Elecciones de Madrid: Ayuso sumará mayoría absoluta con Vox
La presidenta madrileña se consolida en las encuestas, mientras que el PSOE es el gran perjudicado de la polarización y baja cuatro escaños respecto a 2019
La estrategia de Vox y de Podemos de rentabilizar sus posibilidades electorales mordiendo en la polarización les puede permitir salvar la cara en estas elecciones en la Comunidad de Madrid, en perjuicio, sobre todo, del PSOE.
En todo caso, esta campaña de movilización de la izquierda no cambia la imagen demoscópica del 4-M: la candidata del PP llega a los 59 escaños, prácticamente el doble de los que obtuvo hace dos años, y podría sumar la mayoría absoluta con los 12 que mantiene Vox.
Podemos ganaría 4 representantes. Y Más Madrid, 1. El PSOE podría dejarse cuatro diputados.
La última encuesta de NC Report consolida la victoria contundente de Isabel Díaz Ayuso, hasta el punto de que en la suma con Vox alcanzarían los 71 escaños. La mayoría absoluta está en los 69.
Las derechas suben del 50,7 por ciento de 2019 al actual 53,6 por ciento. Mientras que las izquierdas bajan del 47,7 por ciento al 45,9 por ciento. Por bloques, la derecha supera en seis escaños a la izquierda: 71 frente a 65. A pesar de que Cs se queda fuera al no alcanzar el 5 por ciento de los votos. La encuesta deja a los naranjas en el 3,6 por ciento.
Con respecto a la última encuesta publicada el pasado lunes, el PP pierde un escaño, y casi diez mil votos. El PSOE mantiene los mismos escaños, con más de 6.500 votos menos.
Podemos perdería 13.195 votos, porcentaje similar al que sube Más Madrid, lo que les da un escaño más con respecto al lunes. Vox cae también en 3.298 votos, pero mantiene los diputados.
Y Ciudadanos sube más de 25.000 votos, que no son suficientes como para que entre en la Asamblea regional. El PP llega a fidelizar hasta al 92,4 por ciento de sus votantes. PSOE, UP y Vox están por debajo del 70 por ciento. Y Más Madrid alcanza el 76,1 por ciento.
La principal pregunta que deja el sondeo está en Vox y en su posición frente al futuro gobierno de Ayuso. La presidenta ha conseguido capitalizar ampliamente con su discurso y con su gestión el voto del centro derecha en Madrid.
Pero Vox aguanta y es el socio necesario de Ayuso: en el partido de Abascal saben que su votante no les perdonaría que dejaran gobernar a la izquierda, por lo que tras el 4-M tendrán que medir hasta dónde fuerzan la negociación.
La dialéctica de la campaña ha introducido en las últimas horas la trampa del teórico reto de la izquierda a Ayuso para que no gobierne con la «extrema derecha», en el que ella ha entrado retando, a su vez, al PSOE a que la apoye para que no tenga que depender de los votos de Vox en su investidura.
Pero sólo es ruido electoral porque una vez que pase el 4-M la única forma que tiene la izquierda de tapar su derrota pasa por refugiarse en las posibles hipotecas de Ayuso con los de Vox.
La decisión del PSOE de entrar en la estrategia de Podemos y seguirle el paso en su política de confrontación con Vox no le da ningún beneficio ni modifica la tendencia al estancamiento de la candidatura de Ángel Gabilondo.
En la izquierda la sorpresa es Más Madrid y su candidata, Mónica García, que ha pasado de ser la presunta víctima del aterrizaje de Iglesias en la campaña madrileña a convertirse en la responsable de que el ex vicepresidente frustre su aspiración de meterle un buen mordisco al voto de su ex compañero de filas Iñigo Errejón.
El «vendaval Ayuso» parece que sigue encaminado a imponerse al objetivo del giro que los extremos han intentado imponer en la campaña para llevarla a su terreno y buscar un espacio discursivo que no encontraban fuera del ruido y de la polarización.
Vox, por su parte, frena los peores augurios, que apuntaban a que podría encontrarse en estas elecciones con la primera confirmación de que dejaba de ser una marca nacional emergente, después de que Ayuso haya invadido su espacio y su discurso.
En Cataluña engordó del voto perdido de Ciudadanos, pero esto no ocurre en Madrid, ni probablemente en el resto del territorio nacional donde los dos partidos se dirigen a dos espectros sociológicos muy diferentes. Cataluña es una excepción, también para esto.
Ayuso se beneficia de su liderazgo personal y de su gestión de la pandemia, lo que hace que estas elecciones, al haberse convertido en ese doble plebiscito, midan también el desgaste de Pedro Sánchez. Para Pablo Casado este resultado es una garantía de tiempo y de oxígeno para superar el batacazo de Cataluña.
Para Sánchez es un severo tropiezo porque no sólo confirma la debilidad del socialismo madrileño, sino también la fuerza del voto de castigo al Gobierno central.
Ayuso se ha hecho fuerte por representar el anti sanchismo. El PSOE también testa en estas elecciones la desmovilización de su electorado y cómo sigue sufriendo una transferencia de voto hacia la izquierda, en este caso a Más Madrid y a Podemos. A futuro, a nivel nacional, sigue preocupándoles como recuperar ese voto de Podemos, que les hipoteca en su acción política.
La encuesta confirma la hegemonía de la derecha, que puede intentar utilizar la euforia del 4-M para consolidar el liderazgo de Casado. El PSOE, por el contrario, no parece capaz de aumentar su peso dentro de la izquierda y, si se cumplen los pronósticos, comprobará el 4-M que se presentó a las elecciones con un candidato inadecuado para una polarización tan extrema.
Sánchez no ha conseguido opacar esas debilidades, que vienen en buena parte de su propia gestión política y sanitaria. Moncloa lo fía todo al otoño de «las buenas noticias»: vacunación, fondos europeos y economía que seguirá anestesiada. La clave de la Legislatura la determinará el momento en el que Alemania y el BCE, superada la crisis sanitaria, corten el grifo y cambian las generosas condiciones de financiación que rigen en Europa en estos momentos.
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