
Cultura
El muralismo en Fuenlabrada: el arte que transforma espacios y conecta a la comunidad
Entre otras novedades, un nuevo mural en la ciudad abre las puertas de la iglesia de San Esteban

«Para embellecer la ciudad, crear un espacio creativo, reivindicarse o apoyar la cultura». Estos son algunos de los motivos por los que Fuenlabrada sigue siendo una ciudad referente en el arte urbano. Así lo ha trasladado Mónica Sebastián, concejala responsable del área de Ciudad Viva de Fuenlabrada a LA RAZÓN.
«En Fuenlabrada el arte urbano tiene un papel importante y se ha desarrollado mucho en los últimos 20 años», comenta Mónica Sebastián. Así quedó constatado desde la creación del centro de arte Tomás Valiente con su amplio desarrollo expositivo, por ejemplo, con la acogida a «Art Is Not a Crime 1977-1987», primera gran retrospectiva dedicada a la labor del fotógrafo y documentalista Henry Chalfant, referente embajador de la cultura del graffiti, el breakdance y el hip hop a nivel internacional; hasta el surgimiento de la idea del Museo de Arte Urbano (MUAF).
El objetivo de este museo, que nació hace cinco años, fue atravesar un potente proceso de transformación urbano, concretamente en la zona centro, la cual abarca el casco antiguo de la ciudad. «Esto despierta interés social, tiene carácter reivindicativo y ha conseguido atraer el talento de los mejores muralistas del mundo, así como apoyar el talento de los artistas locales». Y con la idea de, como dice Mónica Sebastián, «crear un museo abierto y accesible para todos», ha habido murales que han homenajeado a los mayores de la ciudad, otros que han contado la historia de la inmigración que llegó a Fuenlabrada en la década de los noventa, también quienes se han rebelado contra el cambio climático y los que han defendido el feminismo mediante esta forma de expresión. «Hay que tener en cuenta que Fuenlabrada tiene un tejido asociativo puy potente, contamos con más de mil asociaciones registradas que ayudan a la propuesta de ideas», señala. De hecho, la decisión de inaugurar los primeros murales elaborados por renombrados como Suso33, Okuda San Miguel y Pantone, en la fachada del Ayuntamiento fue toda una declaración de intenciones. Actualmente, un nuevo mural se alza en Fuenlabrada para conocer la historia de la iglesia de San Esteban, elaborado por Mark Zimmerman. Pero a este lo acompañan otros del gremio como Sfhir y Diego AS.
Mark Zimmerman descubrió su pasión por el arte urbano en las vías de tren alemanas en los años 90, donde los grafitis ilegales despertaron su imaginación. Con los años, su carrera evolucionó hasta convertirse en un muralista que fusiona su amor por el graffiti con un enfoque más institucional. Su estilo refleja una búsqueda constante de conexión entre el arte y las personas. «Regalarles un mural a los vecinos y viandantes es mi mayor inspiración», comenta Zimmerman. En Fuenlabrada tuvo el reto de realizar un mural junto a la iglesia de San Esteban que representa la construcción de una iglesia antigua. Aunque en esta ocasión trabajó bajo encargo, asegura que superar retos y conectar con el entorno le llena de satisfacción. «La parte más sacrificada es llevar el proyecto al muro, pero el esfuerzo siempre merece la pena», asegura. De hecho, Mónica Sebastián, responsable institucional de esta área, ha señalado que «es muy emocionante ver la evolución de los espacios. Nos encontramos diariamente observando cómo cambian y en qué acaban convirtiéndose pequeños los bocetos iniciales después de haber sido pintados con la llegada de las grúas en grandes muros»
Zimmerman reflexiona sobre su trayectoria y cuenta que «cuando empecé a pintar graffiti, jamás hubiera pensado hasta donde podía llegar. Ahora el arte urbano forma parte de galerías, museos e instituciones». Para el artista, iniciativas como las de Fuenlabrada son un ejemplo del impacto que puede tener el muralismo al transformar espacios públicos en encuentros artísticos y culturales.

Para Sfhir, el arte urbano es la evolución natural de su pasión por el graffiti. Desde joven, sintió la necesidad de explorar más allá de los límites del graffiti convencional, dando prioridad a la calidad estética y al desarrollo de un estilo propio. Su obra busca contar historias y transmitir «sensaciones profundas», conectando con el inconsciente colectivo del espectador. Su última obra en Fuenlabrada, parte de la serie «Arquitectura musical», representa un personaje que interpreta música con la arquitectura como instrumento. Inspirada en la temática marina de su entorno (Galicia), la obra incluye elementos surrealistas y abstractos que aligeran la composición realista, creando una escena mágica. «Embellecer la ciudad y lanzar mensajes al inconsciente colectivo son mis objetivos principales», explica Sfhir. «Pienso que una ciudad llena de color y de paredes que nos hablan construyen una sociedad más culta e inteligente». La interacción con el público es esencial para Sfhir. «Estos proyectos siempre ayudan a conciliar el arte urbano con el público de a pie», destaca. Además, enfatiza el valor didáctico del muralismo, que permite a la comunidad aprender sobre el proceso creativo y apreciar el arte desde una perspectiva nueva. «El arte urbano no es solo una decoración; es una herramienta para transformar el espacio público, generar diálogo y enriquecer la vida de las personas», añade.

Por su parte, Diego AS llegó al arte urbano tras una trayectoria que comenzó con el graffiti y pasó por la formación en grabado en la escuela de arte Ramón Falcón. Explica a LA RAZÓN que, desde joven, mostró una pasión innata por el dibujo, que luego evolucionó hacia el muralismo. Su estilo, que él mismo describe como «clásico moderno», busca equilibrar la fuerza y la sensibilidad.
En Fuenlabrada, Diego pintó un mural inspirado en la figura del Discóbolo, al que añadió un ramo de flores vibrante como punto focal. Este elemento simboliza la paz y la sensibilidad, ofreciendo un contraste entre la fuerza física del Discóbolo y su delicadeza interior. «El mural no solo debe captar la atención en un primer vistazo, sino tener capas de significado que inviten a la reflexión», explica Diego. Además, utilizó una paleta de tonos grises para crear un efecto de profundidad, logrando que la figura pareciera emerger de la pared.
Para Diego, el espacio urbano es un lienzo ideal porque permite interactuar directamente con el público. «El espectador puede descubrir nuevos detalles con el tiempo, transformando un espacio aburrido en un lugar lleno de significado y belleza», afirma. La respuesta de los habitantes de Fuenlabrada, señala, ha sido muy positiva, con muchos ciudadanos deteniéndose ante la obra y preguntando sobre su significado.
Diego también reflexiona sobre el papel del arte urbano en la transformación de las ciudades. «Fuenlabrada está llenando sus calles de cultura, creando paseos urbanos y rutas alternativas que fomentan la inclusión y reflejan la identidad de las comunidades». Para él, «el muralismo es una herramienta poderosa que revitaliza áreas urbanas y conecta a las personas con su entorno de manera importante».
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