Cultura
Nace el Taller Ferrer-Dalmau: un renacer del arte histórico español
El proyecto del «pintor de batallas» busca recuperar el retrato histórico y contemporáneo a través de una academia que contará con pintores de excelencia, seleccionados entre las más prestigiosas escuelas del mundo
En el corazón del arte y la historia de España late con fuerza el taller Ferrer-Dalmau, un espacio donde el tiempo se detiene y la pintura se convierte en testimonio de nuestras raíces. Más que un simple estudio, este taller es un santuario de historia viva, donde cada trazo evoca gestas, héroes y momentos decisivos que han forjado la identidad de un pueblo. Bajo la mirada del maestro Augusto Ferrer-Dalmau, el “pintor de batallas”, la tradición pictórica se entrelaza con la pasión por narrar, en obras que invitan a contemplar y comprender nuestro pasado.
La Fundación Ferrer-Dalmau, bajo la presidencia de Su Alteza Real Don Pedro de Borbón Dos Sicilias y de Orleans, Duque de Calabria, presentó oficialmente el Taller de Artistas Históricos Ferrer-Dalmau, una iniciativa destinada a devolver a la pintura española su lugar de honor como crónica visual de nuestra historia.
Este ambicioso proyecto, concebido y dirigido artísticamente por el maestro Augusto Ferrer-Dalmau, nace con un propósito claro y profundo: recuperar el retrato histórico y contemporáneo de figuras públicas y privadas, reconstruyendo así una tradición pictórica que durante siglos fue patrimonio de reyes, próceres y pueblos enteros.
Un legado con alma de escuela
Inspirado en los antiguos talleres del Renacimiento y el Siglo de Oro, el Taller Ferrer-Dalmau no solo aspira a ser un centro de producción artística, sino también una escuela viva, donde el conocimiento, la técnica y el amor por la historia se transmitan de generación en generación. Pintores de excelencia, seleccionados entre las más prestigiosas escuelas de arte del mundo, forman parte de este equipo que conjuga virtuosismo técnico y rigor histórico con el acompañamiento de historiadores y documentalistas que cuidan cada detalle como guardianes de la memoria.
Cada retrato es más que una imagen: es un testimonio. Desde autoridades militares hasta civiles, desde figuras públicas a anónimos con alma inmortal, todos pueden hallar en este taller el eco artístico que desafía al tiempo.
Un retorno majestuoso: los Reyes de España reviven sobre el lienzo
Durante el acto de presentación, los asistentes fueron testigos de un adelanto exclusivo de la Colección “Reyes de España”, un hito artístico sin precedentes desde que el incendio del Real Alcázar de Madrid, en la trágica Nochebuena de 1734, destruyese la última gran galería de soberanos. Esta nueva serie, compuesta por 23 retratos -uno por cada monarca que ha ocupado el trono, desde los Reyes Católicos hasta S.A.R. la Princesa de Asturias, Doña Leonor de Borbón y Ortiz-, se convertirá en una joya del patrimonio pictórico nacional.
La colección tendrá su hogar permanente en el Palacio del Infante Don Luis, en Boadilla del Monte (Madrid), cuyo Alcalde, D. Francisco Javier Úbeda Liébana, honró el evento con su presencia.
Una tarde para la historia
El acto reunió a un nutrido grupo de autoridades civiles, militares y culturales, entre ellos el Alcalde de Toledo, D. Carlos Vázquez Romo; la Teniente de Alcalde de Madrid y Delegada de Cultura, Dña. Marta Rivera de la Cruz; y el Viceconsejero de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid, D. Luis Martín. Junto a ellos, representantes de instituciones militares, históricas y nobiliarias, como el General del Aire D. Miguel Ángel Villarroya Vilalta o el Presidente de la Real Asociación de Hidalgos de España, D. Manuel Pardo de Vera.
La Fundación Ferrer-Dalmau estuvo representada por su Fundador, el pintor de batallas, así como por su Vicepresidente de Asuntos Económicos, D. Ángel Soria Vaquerizo, su Director General, D. Alejandro Ferrer-Dalmau Socías, y miembros del Patronato como el magistrado D. Manuel Marchena Gómez y el escritor D. Arturo Pérez-Reverte.
Hoy el arte español escribe un nuevo capítulo. El Taller Ferrer-Dalmau no solo pinta rostros: restaura la dignidad del retrato, revive la historia y eleva al arte como puente entre pasado y futuro.