Solidaridad
Otras miradas: La experiencia transformadora de CapacitARTE
LA RAZÓN escucha los testimonios de los talleres en los que alumnos y profesores han aprendido sobre pureza y verdad
Alrededor de 14 alumnos de entre 20 y 35 años se forman parte del proyecto de CapacitARTE. El aprendizaje es infinito, pues trasciende los parámetros teóricos y llega a la más pura emocionalidad. Sin embargo, ocurre un importante giro de guion ya que, al final, los profesores artistas que implantan el taller han acabado siendo los alumnos.
«CapacitARTE» es el nombre de este innovador proyecto que fusiona el arte con la discapacidad (dentro de la Fundación Villacisneros), enfocado en promover el desarrollo y la formación de personas con habilidades diversas. Su misión es educar en el arte, fomentar la creatividad y potenciar las habilidades artísticas de sus participantes, ofreciéndoles una plataforma para expresar su voz y sensibilidad única a través de testimonios y obras colaborativas. Además, busca crear nuevas oportunidades de aprendizaje y fomentar una conciencia solidaria entre los ciudadanos, invitándolos a comprometerse con causas sociales. El programa, que comenzó en septiembre y concluirá en junio de 2024, culminará con una subasta benéfica donde se pondrán a la venta las obras realizadas en colaboración entre los jóvenes y reconocidos artistas. Ofrece una amplia variedad de actividades artísticas, como pintura, collage, origami y cerámica, dirigidas por cinco destacados artistas españoles seleccionados por su compromiso compartido con el proyecto y su experiencia. Y los fondos recaudados de las obras vendidas y los catálogos se destinarán a financiar nuevos proyectos dentro del programa social CapacitArte.
LA RAZÓN se sienta con Cristina y Andrés, los alumnos que han asistido a los talleres impartidos por los artistas David Rodríguez y Jacinto de Manuel. Con ellos, escuchamos su experiencia, que es gratificante en ambas partes.
Cristina confiesa haber vivido «una experiencia maravillosa». Cuenta haber trabajado figuras con barro, simbología, colores, líneas, sombras. Ha jugado a La Rayuela en un cuadro hecho de telas. Aquí no hay límites ni nadie juzga. «Los dejamos ser», dicen los profesores. Los resultados van mucho más allá de proyecto en sí, pues mediante estas clases artísticas, demuestran su preocupación por el mundo que les rodea: «Uno de los trabajos fue escribir un mensaje dentro de una botella y lanzarlo al mundo desde una isla. Yo pedí que los gobiernos luchen por la paz en el mundo», confiesa Andrés. «Yo manifesté por una familia unida en un mundo mejor, añade Cristina».
Los artistas que imparten los talleres trabajan principalmente las artes plásticas, aunque también añaden otros enfoques diferentes como la fotografía, cerámica, metales o telas. Buscan características expresivas que faciliten un amplio abanico de posibilidades en la participación y desarrollo de los alumnos en el taller. David Rodríguez manifiesta en reiteradas ocasiones su agradecimiento: «Ha sido un placer formar parte de este proyecto. Somos nosotros quienes realmente hemos aprendido de los alumnos. La experiencia ha sido muy especial y quiero muchas más». De hecho, ambos profesores coinciden en que «todo ha sido muy fácil y satisfactorio». Se trata de una forma muy especial y diferente de mirar. «La química que hemos generado en el grupo ha sido increíble. Todo lo que puedo decir es positivo», comenta David. David Rodríguez trabaja principalmente con metal y vinilo para crear formas abstractas cargadas de dinamismo, que juegan con la interacción de la luz y las sombras.
Por su parte, su compañero Jacinto de Manuel coincide en su análisis, pues según este, «el arte mueve toda pasión y sensibilidad». El escultor y artista multidisciplinar originario de Madrid, abarca diversas formas de expresión artística, incluyendo el dibujo, la pintura y la fotografía. Con una formación en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid.
«Hemos salido muy llenos. Ellos son realmente los profesores con unas capacidades sensitivas brutales», ha trasladado de Manuel a LA RAZÓN. Tal y como explica, el hecho de compartir en grupo una misma obra la eleva porque se obtienen otras maneras de entenderla, una misma representación con muchas miradas auténticas. «Es todo muy de verdad». Incluso, los artistas destacan la mirada pura y única de los alumnos, sin límites ni prejuicios; la facilidad a la hora de comunicarse, exentos de tabúes o miedos; los puntos sorpresa que estas personas con capacidades especiales aportan; la inspiración que generan cada día gracias a la espontaneidad que transmiten. «Nos enseñan de inmediatez, de lo esencial del corazón y de la autenticidad de quitar filtros», ha detallado.
Desde CapacitARTE cuentan que lo bonito de estos proyectos es la facilidad con la que se aprende disfrutando.
«Mi pasión es el arte, el arte es para todos», dicen los alumnos. Y así es, un derecho de todos.
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