Sociedad

Medio Ambiente

“Los políticos tienen que tomar decisiones que equilibren la acción y la retórica”

Hablamos con Bjorn Stevens, director del Instituto Max Planck de Meteorología y presidente del jurado del Premio Fronteras en Cambio Climático de la Fundación BBVA

Bjorn Stevens, científico. Director del Instituto Max Planck Foto Gonzalo Perez
Bjorn Stevens, científico. Director del Instituto Max Planck Foto Gonzalo Perez© Gonzalo Pérez MataLa Razón

La palabra crítico viene del latín criticus, «capaz de discernir». Y en este sentido Bjorn Stevens es el crítico perfecto. Este científico, director del Instituto Max Planck de Meteorología, es capaz de separar, decidir y juzgar sin clemencia y con argumentos sólidos, a políticos, científicos y sociedad por igual. Nos encontramos con él en Madrid, poco antes de una conferencia que dará en la Fundación BBVA y, sin darnos tiempo a sentarnos, arranca solo.

«La primera pregunta que recibo de todos –afirma este investigador alemán– es qué espero de la conferencia sobre cambio climático, pero me parece extraño que alguien espere que de alguna manera vamos a resolver un gran problema con esta reunión. No vine con ninguna expectativa. Sería genial si la reunión fuera vista como un punto de inflexión, pero no estoy muy seguro de que se conseguirá esto», asegura.

A punto de preguntarle cuál es entonces la segunda pregunta, elegimos tirar del hilo e intentar averiguar hasta qué punto están separados los políticos y los científicos. «Creo que la ciencia es muy clara en que es necesario hacer algo para reducir las emisiones de CO2. Los políticos parecen estar de acuerdo en principio, pero no pueden traducirlo concretamente en acciones. Esto solo crea una suerte de ansiedad social porque las personas ven la desconexión entre la acción y la retórica. Al final, los políticos tienen que tomar decisiones que equilibren ambas cosas. Y no creo que la ciencia se trate de convencer a los políticos de que hagan algo. La ciencia trata de entender cómo funciona el mundo y de explicarlo a las personas, es el trabajo de la sociedad decidir qué quieren hacer con esa información. No es el trabajo de un científico convencer a nadie de que haga algo».

¿Qué hace la sociedad?

Stevens distingue claramente en tres grupos la responsabilidad del cambio climático y las acciones destinadas a una solución. El papel de los científicos está claro, el de los políticos, debería pero: ¿y el de la sociedad? ¿Cómo pueden nuestras acciones impactar para reducir el cambio climático?

«Me parece una verdadera lucha porque las personas informadas viven en este estado un tanto contradictorio: tenemos la sensación de que estamos dañando la tierra y lo único que podemos pensar es cómo detener eso, qué podemos hacer individualmente, qué podemos hacer localmente y eso es todo. Es una respuesta, pero una muy frustrante porque en realidad no se nos dan las opciones correctas, por lo que para mí la solución es exigir a nuestros políticos y a nuestras sociedades que nos den mejores opciones. Un ejemplo maravilloso en Europa es la frecuencia con la que es más barato volar entre dos ciudades cercanas o tomar el tren. A menudo, el tren podría ser más conveniente, pero volamos porque es más barato. Y luego nos dicen que no viajemos en avión, que contamina… ¿Es una broma? Necesitamos crear una situación en la que las personas puedan tomar mejores decisiones (...) Esta es una gran oportunidad para Europa porque abre una gran parte de la economía mundial a la innovación y usar nuestras ventajas, la energía solar, la eólica, la geotérmica… para hacer mejor las cosas y así tener más éxito como sociedad y como economía de negocios. España, por ejemplo, debería estar agitando Europa vendiendo energía solar, Dinamarca lo mismo con la eólica».

Además, Steven presentó un estudio científico que habla de la falta de simulaciones de mayor precisión para saber exactamente a qué nos enfrentamos en 5,10 o en 30 años.

«Hemos estado trabajando con el mismo tipo de modelos durante los últimos 40 años y han demostrado ser incapaces de hacerlo con el tipo de claridad que necesitamos. Ahora, con los avances en informática, hay una posibilidad de conseguirlo y tener una visión mucho más clara del futuro. Y esto es importante porque algunas personas comienzan a especular sobre lo que eso significa. Y todo es posible, desde la catástrofe mundial hasta, bueno, no es tan malo. Y nos gustaría reducir ese rango de posibilidades para ayudarnos a planificar de manera más efectiva. A veces la gente no sabe cuán aficionadas son algunas de nuestras proyecciones. Los científicos hemos hecho una gran contribución al señalar al aumento del CO2, pero estamos tan atrapados en esta primera pregunta que nos estamos olvidando de la segunda: ¿cuándo llegarán las consecuencias y cuáles serán? No deberíamos conformarnos con nuestra incapacidad para mirar con más detalle el futuro. Creo que hemos sido un poco complacientes, en este sentido. Si contáramos con superordenadores nos podríamos poner a trabajar ya y en breve tendríamos respuestas más precisas sobre nuestro futuro y el del planeta».