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Medio Ambiente
¿Se puede vivir a 60º grados bajo cero?
Una estación meteo del Alto Pirineo ha registrado la que es hasta ahora la temperatura más fría de la Península. Y, aunque está lejos de los -56 con los que conviven en ciertos puntos de Rusia, ¿este récord desmiente el cambio climático?
La localidad de Oymyakon (en Rusia) es considerado el lugar habitado más frío del mundo. Un monumento en la plaza principal conmemora la temperatura más baja que se ha dado en estos lares: los -71,2 grados registrados en 1924. Unas mil personas habitan aquí, en este lugar permanentemente helado que prácticamente vive tres cuartas partes del año por debajo de los -40 grados. Aquí la vida es pura supervivencia. El mercurio alcanza los 50 grados bajos cero con frecuencia y solo disponen de tres horas de luz al día en invierno. La escuela solo cierra cuando se superan los -56 grados, aunque los más pequeños pueden quedarse en casa cuando el termómetro marca los -52º. Los escolares llegan al cole a las 9.00 de la mañana, todavía de noche, y vuelven a las 17.00 cuando ya el sol lleva tres horas escondido en el cielo. Estos días también asisten a clase cumpliendo todos los protocolos de seguridad anticovid, afirman varias publicaciones entre ellas el Siberian Times.
Los trayectos se hacen a pie con la ayuda de perros o en autobús. «Los coches duermen en garajes con calefacción ya que los motores no arrancan a -20ºC y menos a -50ºC. Si no tienes garaje, lo dejas fuera durante el duro invierno y al llegar la primavera algunos prenden una hoguera debajo para descongelarlos. Hay calefacción para todo el pueblo gracias a una central térmica que sirve a todos y que funciona con carbón las 24 horas del día. Las casas están muy bien acondicionadas para el frío, pero no tienen agua corriente, porque se congelan las tuberías. Los niños no pueden estar fuera cuando la temperatura baja de -68ºC. A -49ºC pueden jugar en la calle solo durante 20 minutos. Un mes al año no van al colegio porque la temperatura está por debajo de -54ºC». Esto decía el meteorólogo Mario Picazo en su cuenta de Twitter 10 años después de un viaje por la zona.
EFECTOS SOBRE LA SALUD
«Las temperaturas bajo cero, en especial una continua exposición a ellas, hacen que el índice metabólico basal aumente ligeramente, pero también se producen otros efectos que pueden ser graves si nos encontramos mal equipados o expuestos a temperaturas muy por debajo de cero. El riesgo de congelación o la hipotermia pueden ser algunos algunos de ellos. Síntomas tan vagos como temblor, confusión, torpeza en los movimientos y dificultad de razonamiento, dentro de un ambiente frío pueden ser indicativo de hipotermia», detalla Mar Gómez, doctora en Físicas y responsable del área de meteorología de eltiempo.es.
FILOMENA
En España el año ha empezado con bastante frío y la cosa parece alargarse con la borrasca Filomena. Tanto, que podemos estar viviendo la primera ola de frío de 2021 y de esta década. La estación meteorológica de Clot de la Llança, en el alto Pirineo, ha registrado la temperatura mínima más baja de la Península: -34,1 grados. Supera los registros anteriores, que se remontan a hace varias décadas: «El valor más bajo en nuestro país se sitúa en -32ºC en el Lago Estany Gento, en el Pirineo catalán, una zona no habitada el 2 de febrero de 1956. Las localidades en las que se han registrado los valores más bajos de temperatura corresponden a Calamocha, Teruel (medido en el aeródromo) el 17 de diciembre de 1963 con -30ºC, seguida de Molina de Aragón, en Guadalajara, con -28ºC, el 28 de enero de 1952», explica Gómez.
Lo cierto es que en España tenemos nuestro propio «triángulo del frío, que estaría formado por las localidades de Calamocha, Molina de Aragón y Albacete, donde se han registrado valores de -20º C y menos con ocasión de grandes olas de frío en el siglo XX y lo que llevamos de XXI. Y a este espacio habría que añadir localidades donde hace mucho frío en caso de olas de frío como Ávila, Burgos, Valladolid», explica Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante.
Cuando aparecen estos días de frío intenso seguidos siempre hay quien está tentado de echar de menos el calentamiento global y aprovechar para desmitificarlo. Le pasó a Trump a primeros del año pasado con la ola de
frío que azotó EE UU. Sin embargo, «frente a la idea que se ha transmitido a veces de que con el cambio climático actual ya no iban a producirse jornadas de frío y nieves, esto no es así. Es cierto que en las ultimas décadas se ha reducido los días de frío al año y la cantidad de nieve en las montañas. Pero el calentamiento climático no conlleva la desaparición del frío. Los modelos climáticos señalan que se reducirá su frecuencia y los días de frío al año, pero seguiremos teniendo jornadas de frío intenso, también en nuestro país. La atmósfera terrestre funciona mediante procesos de reajuste térmico. Por tanto, si siguen aumentando en el futuro las temperaturas, como ocurre actualmente, se producirán jornadas de frío en invierno para intentar reajustar el calentamiento. Tenemos que estar preparados para vivir un clima más extremo en las próximas décadas, con grandes calores y jornadas de frío, inundaciones y sequías. Nuestro clima tiende al extremo», explica el investigador alicantino.
ATMÓSFERA INESTABLE
«En los últimos años batimos récords de temperaturas máximas más que de mínimas. De hecho, a nivel global los 22 años más cálidos se han dado en los últimos 20, y 2020 estará en el podio de los más cálidos desde que tenemos registros. Esto no quita que puedan producirse olas de frío, de hecho lo harán. Sin embargo, lo que observamos en general es una tendencia al alza de las temperaturas y de los valores máximos que suelen batir récords», confirma Gómez.
Además de venir de un otoño demasiado cálido y de que la atmósfera intenta reajustarse con este descenso tan brusco, este episodio también se explica porque se encuentra bajo la influencia de una masa de aire del Ártico. No hay que olvidar que el calentamiento atmosférico general que sufre la tierra es más intenso en el polo Norte. «Esto está provocando cambios en el cinturón de aire ártico. Este cinturón era como una frontera natural que impedía llegar el aire frío hasta aquí. Sin embargo, este cinturón de aire ha perdido velocidad debido al calentamiento. Esto hace que el viento llegue más a menudo, porque se producen meandros en él. Las grandes olas de frío de hace décadas se producían por la influencia del aire siberiano. Ese cada vez llega menos», cuenta Jorge Olcina.
Lo que se está produciendo, en términos generales, es la pérdida de la regularidad de las estaciones. «Después de estos episodios de frío intenso es probable que vuelva algún anticiclón y que las temperaturas medidas vuelvan a ser más altas de lo normal para el invierno. Hay una serie de riesgos emergentes vinculados al calor y a la lluvia, es decir a los fenómenos extremos. Eso significa que los protocolos de emergencia por riesgo meteorológico tendrán que estar activos todo el año. Ahora te puede nevar intensamente en otoño o tener temperaturas más cálidas en febrero o encontrar una gota fría y episodios de lluvia intensa fuera del otoño», dice el investigador.
CLIMA EXTREMO EN ESPAÑA
En resumen: el futuro es menos confortable en cuanto a situación meteo y más extremo. España, además, está en un punto crítico, porque se halla a caballo entre el frío del hemisferio norte y el calor del sur. «Tenemos más diversidad de tiempos atmosféricos y más peligro de fenómenos extremos. Nuestra propia configuración geográfica que tiene, con una meseta central de elevada altitud media y rodeada de montañas, puede registrar temperaturas mínimas muy bajas, que nada tienen que envidiar a las que se alcanzan en países del centro, norte o este de Europa, con ocasión de olas de frío. Es importante conocer estos valores porque el frío también mata a las personas y es necesario tener preparados protocolos de actuación para reducir el impacto que pueda tener la llegada de una masa de aire muy fría a nuestro país. Además de convertirnos en el país de Europa con variedades climáticas más contrastadas, con temperaturas que pueden alcanzar casi 50º C en situaciones de ola de calor y de -20ºC o menos en caso de grandes fríos, el frío es también perjudicial para algunos cultivos que se practican en nuestro país y que no están adaptados a bajas temperaturas que se pueden registrar. Especialmente cultivos hortícolas y cítricos que padecen graves daños cuando se producen olas de frío en España», concluye el investigador alicantino.
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