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Energía
Freno al fracking: estrujar la tierra no es una gran idea
La industria petrolera de fracturación hidráulica se encuentra en horas bajas como consecuencia de la presidencia de Joe Biden y la ruina de las empresas extractoras de gas y petróleos pesados.
El fracking (extracción de gas entre rocas a gran profundidad) estaba llamado a ser la revolución energética del XXI, según algunos augures. No lo será. Las compañías succionadoras de metano haciendo estallar piedras profundas con agua, disolventes y lubricantes, empiezan a entrar en quiebra como consecuencia de una inversión mayor que su rentabilidad. Se ha dicho, con razón, que el fracking produce energía sucia. Es verdad. El metano genera efecto invernadero y calentamiento global.
Los aditivos químicos que se inyectan contaminan el subsuelo y llenan las aguas subterráneas de porquería, cualquiera sabe con qué efectos sobre la salud de las personas. Las explosiones provocan micro-seísmos. Estrujar la tierra no es una gran idea. Se lo dijo Seneca en carta a Lucilio: “Todo lo que nos había de servir de bien, Dios lo puso a nuestra mano. En cambio, las cosas que nos habían de perjudicar, las colocó a mucha profundidad. No podemos quejarnos de nada sino de nosotros mismos, pues hemos sacado afuera aquellas cosas que causarán nuestra perdición en contra de la naturaleza, que las escondía”.
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