Sección patrocinada por
Medio Ambiente
Fotovoltaica y naturaleza, en busca de la convivencia
La UNEF promueve las buenas prácticas en el sector con el Certificado de Excelencia en Sostenibilidad y la conservación de la Biodiversidad
Las plantas solares instaladas en el campo suscitan no pocos debates, a veces incluso un poco agrios, sobre los potenciales efectos negativos de estas instalaciones sobre la biodiversidad del territorio donde se sitúan.
Indudablemente, toda actividad industrial –y la generación de energía eléctrica lo es, aunque sea con tecnologías limpias y libres de emisiones de CO2- conlleva una huella ambiental. La cuestión es hacer todo lo posible por reducirla al máximo.
En el caso de las plantas fotovoltaicas, hay identificadas una amplia serie de buenas prácticas para reducir impactos adversos sobre la biodiversidad más allá de las obligatorias para obtener la imprescindible Declaración de Impacto Ambiental(DIA)positiva e implantarlas requiere un interés y un esfuerzo por parte de las empresas propietarias. Por ello y para incentivarlo, la Unión Española Fotovoltaica (UNEF) ha creado el Certificado de Excelencia en Sostenibilidad y la conservación de la Biodiversidad. Como señala José Donoso, su director general, «las plantas solares en suelo son fundamentales para la transición energética. Este certificado es un reconocimiento para los proyectos realizados introduciendo, voluntariamente y de manera proactiva, medidas adicionales para la integración social y ambiental a las requeridas por los mayores estándares exigidos legalmente».
La certificación desarrolla un código de buenas prácticas específicos sobre gobernanza, impacto socioeconómico local, integración ambiental, protección de la biodiversidad y economía circular. Obtenerlo avala que la planta se ha desarrollado de acuerdo con ellos y su cumplimiento es evaluado por una entidad certificadora independiente. Desde que se creó el sello, en junio de 2021, hasta ahora lo han obtenido tres plantas.
En el caso de las relacionadas con la biodiversidad, es primordial que la planta no esté en espacios de la Red Natura 2000 u otras áreas críticas para la protección y conservación de especies o de territorio. El objetivo de las demás medidas es favorecer la convivencia de la planta con el entorno natural, aprovechar para regenerar el suelo y recuperar la vegetación natural, eliminando el uso de herbicidas, de manera que sea posible la presencia de insectos, aves, etc., y la ganadería o la apicultura, para que las instalaciones se conviertan en reservas de naturaleza. Además, las estructuras fotovoltaicas y las vallas, que han de permitir el paso de la fauna de menor tamaño, deben estar hincadas en el suelo sin cimentación, para que el terreno sea recuperable al finalizar la vida útil de la instalación.
Acciones sobre el terreno
La planta Talayuela Solar, en Cáceres, propiedad de Statkraft, está en proceso de certificación con el sello promovido por la UNEF, que organizó una visita para conocer sobre el terreno diversas soluciones para minimizar el impacto de una instalación fotovoltaica sobre la biodiversidad biodiversidad del territorio donde se emplaza, y a la que asistió La Razón.
Situada en plena dehesa extremeña, es la segunda más grande de Extremadura, está integrada por aproximadamente un millón de paneles con una capacidad instalada de 300 megavatios (MW) y comenzó a funcionar hace un año, tiempo en el que ha producido 398.472 MWh, como para abastecer a casi 150.000 hogares en un año.
Ocupa una superficie de 820 hectáreas, de las que 312 se han mantenido como estaban y conservado las encinas existentes, a las que se sumarán las que crezcan tras la plantación de 5.000 bellotas. Además, se han creado unas charcas temporales mediterráneas para abrevadero de fauna con islas de vegetación para la nidificación de aves, alrededor se han instalado posaderos para grullas y se han distribuido cajas nido adaptadas a otras especies presentes en la zona y cámaras de foto trampeo para seguimiento de la fauna, así como tres miradores para realizar censos de aves.
Los materiales extraídos para hacer las charcas se han aprovechado para construir los taludes que soportan una pasarela sobre una vía férrea que divide la finca «y no traerlos de otros lugares, que podrían contener semillas de plantas no autóctonas», explica Erica Morales, responsable de Sostenibilidad de Statkraft Iberia. Con las piedras retiradas para la instalación de los paneles se han hecho 25 refugios para reptiles y roedores; el vallado cinegético, junto al que hay plantados árboles autóctonos para atenuar el choque visual, se adapta a las sinuosidades del terreno y próximamente se introducirán ovejas que desbrozarán el terreno de manera natural. Para evitar posibles accidentes si el ganado se acerca demasiado, se han instalado unos vallados alrededor de los inversores. Para Morales, «esta planta es una muestra de que es factible la conservación de la biodiversidad en una planta solar y su integración en un paisaje como la dehesa es posible y viable».
En el plano económico, «el coste de todas estas medidas sobre biodiversidad han sido de algo más de 1 millón de euros: el 0,4 por ciento –destaca Morales- de los 265 millones invertidos por Statkraft en este proyecto».
✕
Accede a tu cuenta para comentar