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Medio Ambiente

Manuel de la Peña, cardiólogo: «Conseguiremos vivir 120 años en muy poco tiempo»

Manuel de la Peña, cardiólogo
Manuel de la Peña, cardiólogoLa RazónLa Razón

El envejecimiento, ¿es una enfermedad curable? ¿Continuará el ser humano alargando su esperanza de vida? ¿Llegaremos algún día a ser in mortales? Manuel de la Peña, cardiólogo y presidente del Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social, responde a estas cuestiones e incide no solo en los avances que nos permitirán vivir más, sino en los que nos harán «vivir mejor».

¿Alcanzaremos la ansiada inmortalidad biológica?

No sé lo que pasará en el futuro. De momento, ya se está consiguiendo retrasar el envejecimiento y se está trabajando en revertirlo. Hay que destacar que, en 1900, hace nada más que 100 años, vivíamos 35 años. Hoy, la esperanza de vida ha pasado a 80 en los hombres y 85 en las mujeres. Y está aumentando. En España tenemos 57 personas que han pasado ya de los 100 años. Se acaba de morir una mujer que tenía 116. Entonces, ¿por qué se habla de inmortalidad biológica? Se habla porque cada año vivimos más. En la última década, la esperanza de vida ha aumentado 5 años. Esto significa que lo normal será que consigamos vivir de 120 a 150 años en muy poco tiempo.

¿Por qué cada vez se habla más de la muerte de la muerte?

Porque los grandes multimillonarios como Jeff Bezos, Elon Musk y como la empresa Calico de Google están inviertiendo mucho dinero en estudios y ensayos de longevidad. Como ya tienen todo lo que querían, lo único que desean ahora es prolongar la vida. No sé si es que no se quieren morir o lo que quieren es vivir más. Lo cierto es que hay especies marinas (por ejemplo, algún tipo de medusa) que tienen la característica de la inmortalidad biológica, pero la especie humana, desgraciadamente, todavía está lejos de lograrla. lograrla. Aunque, lógicamente, hay empresas biotecnológicas que están trabajando en ello.

¿Con qué avances?

En el mundo de la cardiología, hemos vivido la gran revolución de los stents y los marcapasos. Esa gran revolución se está llevando ahora al cerebro. El primer hito ha sido la implantación de« marca pasos cerebrales» que, como tenemos la mejor Seguridad Social del mundo, se están haciendo en ne u ro estimuladores se utilizan para tratar la depresión profunda, el Parkinson o la apnea del sueño. Los avances más importantes en este campo los están llevando acabo dos empresas: Neuralink, de Musk, y NeuraMatrix, su vertiente china, que trabajan en la implantación de biochips cerebrales, interfaces hombre-máquina que van a marcar un salto en la evolución de la especie humana. Tan es así, que el siguiente cambio en la especie estaba previsto para el año 2045 y se va a producir mucho antes, tal vez en el 35.

Reemplazar sangre para vivir más, ¿es posible?

La sangre va a cambiar la medicina radicalmente. Estos procedimientos, que se llaman de aféresis terapéutica, se pueden aplicar para tratar muchas enfermedades y van a ser claves para combatir el envejecimiento. Hay un experimento en este sentido, realizado por una biotecnológica española, consistente en transferir plasma de ratas jóvenes a ratas viejas, y lo que sucedió es que estas corrían mucho más a coger el queso. Tarde o temprano, estos experimentos se trasladarán a humanos.

¿Y modificar los genes?

Por supuesto, se llegará a modificar el código genético. Pero creo que estamos aún muy lejos. Estamos bastante más avanzados en lo que se llama la epigenética, que establece una relación entre influencias genéticas(igual que puedes heredar un piso, puedes heredar una diabetes) y otros factores que tienen que ver con los hábitos de vida: una alimentación sana, evitar el estrés, la falta de ejercicio físico –la cuarta causa de muerte en el mundo–, la exposición a un medio ambiente adverso... Todos estos factores son decisivos en nuestra longevidad y calidad de vida. Por otro lado, sí que se ha encontrado una clave para la longevidad y la inmortalidad biológica a nivel genético: los telómeros. Si los cromosomas son los cordones de los zapatos, los telómeros son los plastiquitos de los extremos. Cuanto más largos son, más viviremos. Pero, con el tiempo, se desgastan y se acortan. La enzima telomerasa influye en el alargamiento de los telómeros. Y ahí sí se está trabajando muy insistentemente para provocar una mayor longevidad. Creo que va por ahí el camino, más por influir en los genes que por modificarlos.