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Medio Ambiente
La guerra de los fertilizantes pone en jaque a Holanda
El ministro de Agricultura de Países Bajos dimite tras un verano de fuertes tensiones en las calles. Entre las razones, los objetivos de reducir el uso de químicos en el campo. ¿Es posible producir sin fertilizar?
Algunos medios han bautizado como crisis del nitrógeno holandés a las protestas que mantienen los agricultores del país contra el gobierno por sus planes de reducción de emisiones de óxido de nitrógeno y amoníaco del sector agrario. El último episodio de esta historia, tras las intensas movilizaciones de este verano, ha tenido lugar hace escasos días con la dimisión del ministro de Agricultura, tan solo nueve meses después de iniciarse en el cargo.
Las tensiones comenzaron en 2019, cuando un fallo judicial obligó al gobierno a reducir las emisiones de la ganadería y la agricultura. «Según estudios de la agencia de salud pública RIVM, el sector agrícola es responsable de alrededor del 41 % de las emisiones», explica la agencia Efe. Entre los objetivos que se ha marcado el Ejecutivo holandés figuran la disminución de hasta el 75% de compuestos de nitrógeno en cultivos en determinadas reservas naturales y de un 50% en general de aquí a 2030. A finales de 2021, el nuevo gobierno de coalición anunció, además, que reduciría la ganadería en un tercio y que dispondría de 25.000 millones de euros para compras de terrenos a los agricultores, para reubicarlos «o recurrir a medidas de expropiación si los agricultores no están dispuestos a vender», detalla Efe.
Holanda, históricamente, presume de ser el país que alimenta el mundo. Se calcula que cuenta con 100 millones de cabezas de ganado y es el mayor exportador de carne de Europa y el segundo de alimentos a nivel mundial solo por detrás de Estados Unidos. Hasta un 10% de la economía nacional depende del sector agrario. De ahí que las medidas del gobierno hayan sentado tan mal. «Cuando se tocan las cosas de comer y se pone en riesgo la seguridad alimentaria o se genera inestabilidad se puede dar lugar a problemas sociales como estos de Holanda o los de Sri Lanka, aunque las situaciones difieran», opina José Manuel Roche, secretario de Relaciones Internacionales de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA).
No es solo el gobierno holandés, la Unión Europea quiere acabar con la excepción del uso de estiércol que permite a ganaderos de Holanda, Dinamarca, Alemania, Irlanda y partes de Bélgica e Italia usar hasta 250 kilos de nitrógeno de estiércol animal por hectárea (en lugar de los 170 kg del resto de la UE). La excepción tenía en cuenta el clima y el rendimiento de los pastizales. Sin embargo, la Comisión quiere acabar con ella en Países Bajos porque no cumplen los estándares de calidad de agua exigidos a los países miembros.
La contaminación de agua y suelo marca muchas de las normativas que en los últimos años ha lanzado la UE; desde la Directiva de Nitratos a la Directiva Marco del Agua o la más reciente estrategia llamada «De la granja a la mesa» abogan por optimizar el uso de fertilizantes y una reducción de la contaminación por exceso de nutrientes del 50%, lo que supondrá limitar hasta el 20% el uso de fertilizantes.
«El nitrógeno, el fósforo y el potasio son esenciales para que crezcan las plantas pero su uso masivo, que comienza a partir de mediados del siglo pasado, ha creado algunos problemas, sobretodo en el agua. El nitrógeno pasa con rapidez al medio acuoso, permea hacia las capas freáticas y pasa a las masas de agua superficial. Las altas concentraciones favorecen la proliferación de algas en el agua, lo que termina muchas veces provocando la eutrofización tanto de las masas fluviales como de las aguas costeras. En los 90 había poco control sobre la fertilización y se dieron grandes episodios de contaminación y eutrofización. Gracias a las diversas normativas estas entradas de nitrógeno ha empezado a disminuir en las últimas décadas, pero hay que tener en cuenta que en los acuíferos, donde la circulación y renovación de agua es más lenta, estos problemas se pueden arrastrar durante 20-25 años», comenta Estela Romero, investigadora del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Muchos estudios hablan de los problemas que han traído consigo los fertilizantes químicos. Uno reciente es el aparecido en la revista Science y que firman dos investigadores del CREAF, Josep Peñuelas y Jordi Sardans. En ella aborda el desequilibrio de nutrientes que sufre la tierra debido a la acción humana. Esta situación, derivada sobre todo de una agricultura intensiva y al exceso de fertilizantes, tiene graves consecuencias para la vida( los mismos investigadores alertaron en un estudio anterior de que los fertilizantes en los cultivos de trigo pueden estar detrás de la celiaquía).
Agua o producción
¿Es posible reducir el uso de fertilizantes y mantener la producción? ¿Es posible una agricultura eminentemente orgánica para alimentar a toda la población? ¿Tienen razón los legisladores cuando limitan ciertas prácticas en aras de la sostenibilidad o los agricultores cuando protestan por la viabilidad de su negocio en un contexto de subida de costes constante? Hace tres años, el presidente de Sri Lanka tomó una decisión radical. En 10 años el país vendería todos sus alimentos conforme al modelo de producción orgánica. Eso suponía el fin del uso de los fertilizantes sintéticos. Ahora, el país se ve obligado a importar alimentos y está sumido en agrias protestas sociales.
En una reciente entrevista, Elías Fereres, catedrático de la Universidad de Córdoba e investigador del Instituto de Agricultura Sostenible del CSIC, afirmaba que «la agricultura ecológica tendrá siempre un ni cho en el sistema productivo, pero es arriesgado convertir por decreto y en un tiempo limitado la agricultura a esa actividad. Nuestra sociedad se sostiene sobre cuatro materiales: el cemento, el acero, el plástico y el amoniaco, que es la base de los fertilizantes minerales nitrogenados, sin los cuales es imposible alcanzar la producción necesaria para alimentar alas casi 8.000 millones de personas que hay en el mundo. Yo sugeriría mirarlo que ha pasado en Sri Lanka. La reducción de fertilización mineral produjo una caída de la producción de arroz de más del 35% y del té de más del 50%. Pensaron que había suficientes fertilizantes orgánicos en la isla pero no ha sido así».
La clave de la fertilización parece estar en un uso más racional de los productos y en algunos casos una reducción directa. «Hay muchas formas de optimizar la fertilización. Por ejemplo, teniendo en cuenta las condiciones meteorológicas y del estado de las plantas con sensores que puedan definir con precisión la cantidad de nutrientes que necesita la planta, y en algunos casos se puede reducir directamente su uso, porque se está utilizando demasiado. Si se reduce entrada de nutrientes puede ser que baje un poco la producción, pero como se ha usado en exceso, hay margen para reducir la cantidad de fertilizantes sin que la producción se vea afectada. Y hay que tener en cuenta que en áreas del Mediterráneo donde el agua es escasa, el problema de la contaminación por nitratos puede tener consecuencias graves que afecten también a la producción futura», comen ta Romero. Desde UPA resaltan que «el sector está trabajando en rotación de cultivos y otras medidas para utilizar menos fertilizantes, entre otras cosas porque el precio del abono nitrogenado se ha encarecido en un año de 300 euros por toneladas a 1.000. Este año se han dejado de usar a bonos sintéticos para emplear más purines. Estos residuos suponen una buena oportunidad», dice Roche.
Sri Lanka, la gran crisis alimentaria
En 2021 el presidente de Sri Lanka quiso transformar la producción agrícola de su país en 10 años y para ello prohibió del uso de los fertilizantes sintéticos. El objetivo era acabar con los problemas derivados de su uso en el campo. La BBC recuerda, que durante los 60 el uso de fertilizante se incentivó como estrategia a nivel mundial para aliviar la desnutrición en las nacionales en desarrollo. «A mediados de los años 90, muchos agricultores en el norte de la isla comenzaron a sufrir una enfermedad renal de origen desconocido. Algunas personas sospechaban que se debía a los fertilizantes… En los últimos tiempos, la pandemia de la Covid y los problemas de la cadena de suministro mundial han provocado una escasez de ingredientes para fertilizantes. La demanda -y los precios- se dispararon. En este contexto, el gobierno decidió que era hora de otra revolución agrícola».
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