
Verde
¿Puede España liderar la descarbonización de la aviación a través del SAF?
Un informe de Moeve afirma que para aprovechar esta oportunidad de crecimiento, nuestro país debe resolver retos pendientes como la falta de una hoja de ruta específica para estos combustibles

La transición hacia un sector aéreo sostenible es uno de los grandes retos del siglo XXI. Un 2% de las emisiones globales de CO2 atribuibles a la aviación. Su impacto es aún mayor en Europa, donde representa un 3% de la huella de carbono y el 14% de las emisiones relacionadas con el transporte. En este contexto, los combustibles sostenibles de aviación conocidos como SAF por sus siglas en inglés, surgen como la única alternativa viable para alcanzar la neutralidad climática en 2050. Este combustible puede reducir entre un 80% y un 100% las emisiones de CO2 durante su ciclo de vida respecto a los combustibles fósiles.
El SAF es un combustible líquido con las mismas especificaciones técnicas y de seguridad que el queroseno tradicional, pero producido a partir de fuentes sostenibles. Según su origen, se clasifica en bio-SAF (elaborado con residuos orgánicos) y e-SAF (fabricado a partir de CO2 capturado e hidrógeno verde). Su ventaja es que puede usarse sin modificar los motores de las aeronaves. Actualmente, la normativa permite mezclas de hasta un 50% y, a partir de 2025, será obligatorio incorporar un 2% de SAF en los combustibles utilizados en Europa, cifra que aumentará hasta el 70% en 2050.
España, como uno de los principales destinos turísticos del mundo, tiene una responsabilidad particular en la descarbonización de la aviación. Aquí, el turismo representa un 12% del PIB nacional y un 80% de los visitantes internacionales llegan a nuestro país en avión. El reto es mayúsculo, pero el lado positivo es que España cuenta con un gran potencial para liderar la producción de SAF, gracias a su abundancia de materias primas orgánicas y su capacidad para generar hidrógeno verde a partir de energías renovables. De hecho, se estima que la producción nacional podría alcanzar 22 millones de toneladas de bio-SAF y 2,2 millones de toneladas de e-SAF para 2030.
Sin embargo, el último informe de Moeve (antes Cepsa) afirma que para aprovechar esta oportunidad de crecimiento, España también debe resolver algunos retos pendientes. Según el análisis, el desarrollo de los SAF ofrecería enormes beneficios económicos. Este sector podría generar un impacto acumulado de 56.000 millones de euros en el PIB nacional y la creación de 270.000 nuevos empleos para 2050. Además, la demanda nacional de SAF alcanzará 5,9 millones de toneladas, reduciendo un 60% las emisiones actuales de CO2.
No obstante, el desarrollo de esta tecnología enfrenta importantes retos, entre los que se identifican los elevados costes en comparación con el queroseno fósil, que supondrán un sobrecoste acumulado de 680 millones de euros hasta 2030; y la dificultad para acceder a las materias primas necesarias para crear bioSAF debido a su dispersión geográfica y la falta de un organismo centralizado que facilite su gestión. A esto se suma la ausencia de una hoja de ruta específica para el desarrollo del SAF en España y la falta de incentivos para dar seguridad a los agentes y que fomenten su adopción.
«Aunque la capacidad productiva anunciada en España podrá satisfacer la demanda de SAF del país en 2030, a partir de este año no será suficiente, por lo que es imprescindible resolver los retos pendientes e impulsar las diferentes tecnologías SAF, ya que actualmente no todas tienen el mismo grado de madurez», señala el informe de Moeve.
En contraste, otros países europeos han avanzado significativamente. El Reino Unido cuenta con la estrategia «Jet Zero», que incluye programas de financiación como el Advanced Fuels Fund. Francia ha implementado un impuesto sobre las emisiones fósiles con beneficios proporcionales a la cantidad de SAF incorporado y un fondo de 200 millones de euros para proyectos innovadores. Estas iniciativas demuestran que el éxito en la transición hacia el SAF depende de un marco normativo sólido y del apoyo público-privado.
En España, la reciente actualización del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) prevé la creación de un programa de ayudas para el desarrollo del SAF, aunque no se han detallado medidas concretas. La implementación de un fondo anual de más de 300 millones de euros para financiar plantas de producción y promover alianzas estratégicas entre el gobierno y las empresas podrían ser pasos clave para superar las barreras actuales.
El SAF representa una solución tecnológica esencial para la descarbonización de la aviación, pero también una oportunidad única para impulsar el crecimiento económico y garantizar un futuro sostenible para el transporte aéreo. Con un esfuerzo coordinado entre administraciones, industria y sociedad, España puede convertirse en un referente global, liderando la transición hacia una aviación más limpia y eficiente.
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