Opinión
El partido
Otro día gris, de invierno oscuro y frío; un día de esos que empuja hacia el interior, tras los cristales; con la vista perdida en el infinito y la mente ocupada en buscar un haz de luz para iluminar la tarde sombría con algún pensamiento optimista. El aficionado al deporte lo descubre en el triple salto de Ana Peleteiro y su bronce en los campeonatos del mundo de atletismo en Birmingham; el que tiene un corazón que late al ritmo de unos colores futbolísticos se ilusiona con el partido de su equipo; y el que disfruta del fútbol, en general, sonríe por la inminente apertura de las puertas del Camp Nou.
Presagios de batalla, de lucha sin respiro, de emoción desbordada, tan ajeno todo ello a la algarabía política y al minuto 17.14 que ni siquiera dan ganas de explicar la historia tal y como fue. Lo que verdaderamente importa es lo que va a suceder entre las 16.15 y las 18.00 horas en ese rectángulo mágico concebido para distraer una interesante tarde dominical.
Barcelona-Atlético de Madrid, como si no hubiera un mañana. «Es una final», sugiere Valverde; es la opción de «llegar a las últimas cinco jornadas con posibilidades», reflexiona Simeone. Es un encuentro de fútbol. El partido, por antonomasia. Porque juegan el primero y el segundo. Porque si gana el Barça, con 8 puntos de ventaja al frente de la clasificación, tendrá cuatro quintas partes de la Liga en el bolsillo.
Porque si es el Atleti el triunfador, con dos puntos de desventaja mantendrá sus aspiraciones a conquistar el título intactas. Porque juega Messi, bendecido por un don exclusivo e incomparable. Porque juegan
Iniesta y Busquets, y Oblak, Griezmann y Diego Costa. Y porque hay Liga.
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