Opinión
El analista
Un analista independentista especializado en cuestiones militares asegura que las Fuerzas Armadas españolas no tienen capacidad para actuar en Cataluña. Que España cuenta con unos ejércitos que suman 150.000 miembros, entre generales, jefes, oficiales, suboficiales y tropa, y que necesitaría 120.000 más para contrarrestar la «revolución» en Cataluña. El preclaro imbécil no repara en asuntos mayores. España no necesita más soldados, porque los nuevos Ejércitos se valoran no sólo por la calidad y la cantidad de sus militares. En el caso español, la calidad es insuperable y la cantidad justa, pero susceptible de ser aumentada. Y lo que aún no ha percibido el majadero analista es que las Fuerzas Armadas no tienen deseo alguno de intervenir en una zona de España. Basta y sobra, y lo han demostrado con creces, las Fuerzas de Seguridad del Estado. Ese fue uno de los grandes fracasos de la ETA. Provocar a los militares hasta extremos insoportables y no recibir respuesta. Por otra parte, y sin que sirva de aliciente, dos fragatas de la serie F-100 situadas a cien millas de la costa, están capacitadas para pulverizar cualquier objetivo.
¿Para qué utilizar la fuerza de nuestros ejércitos contra un movimiento golpista y separatista caracterizado por la cobardía de sus dirigentes? Un Gobierno que no se ha atrevido a cerrar el foco de la violencia programada, TV3, jamás osaría aplicar los artículos de la Constitución que se refieren a los deberes de las Fuerzas Armadas. Los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire no están, de momento, en situación de invadirse a sí mismos ocupando un territorio español. Pero si se diera el caso, y con el permiso del especialista necio, una resistencia armada de los separatistas no aguantaría ni veinticuatro horas, sin necesidad de desmilitarizar –como apunta el memo–, Ceuta, Melilla, Canarias y Andalucía. Una Bandera de la Legión se haría con el control de Barcelona en muy pocas horas.
La dignidad de nuestros soldados no puede ser vulnerada enviándolos a reducir a quienes están mandados, infectados y mentidos por un grupo de caguetas. El Estado de Derecho ha funcionado porque el golpe independentista se ha topado con el rigor judicial, desarrollado fundamentalmente por una juez de la Audiencia Nacional y un magistrado juez del Tribunal Supremo. La alcaldesa de Gerona, una tal Marta Madrenas ha recurrido a la violencia verbal de los independentistas. «Revolución» «¡Los echaremos!». Esa misma Madrenas, como los dirigentes ahora encarcelados por la Justicia, que no por el Gobierno, se estercolaría de ser llamada por el juez Llarena, como ya han hecho otros de sus compañeros en citas previas. Y el pobre Torrent, el demócrata que dice que no hay juez ni ley que pueda perseguir o encarcelar al «president» –¿«president» de qué?–, está al borde de cometer, si no lo ha cometido ya, un gravísimo delito.
La esposa del juez Llarena ha sido amenazada. Igualmente el juez. El Consejo General del Poder Judicial ha redactado y firmado por sus miembros un escrito en defensa de la independencia judicial y de la persona del juez Llarena. Todos sus miembros han votado a favor, excepto una juez comunista, propuesta por la siniestra coalición de Izquierda Unida y Podemos. La juez se llama y apellida Concepción Saéz, y no le deseo mal alguno, si bien como ciudadano de un Estado de Derecho libre y democrático, me encantaría saber que nada tiene que ver con la aplicación de la Justicia. Si formara parte de un equipo de fútbol femenino, podría ser hasta un admirador de sus regates y remates de cabeza, pero nada hace más daño a la justicia que un juez sesgado y entregado a la subjetividad, la ideología , el capricho y sus compromisos políticos.
Tranquilícese el analista militar. Por ahora, la Guardia Civil, el Cuerpo Nacional de Policía y el sector respetuoso con la ley de los Mozos de Escuadra se bastan y sobran para contener la violencia del independentismo. Absurda violencia, porque sólo ellos mismos son los merecedores de padecerla. Por tontos, por ingenuos, por empecinados y por cobardes. El Ejército, por ahora –«ahora no debe haber violencia», según Puigdemont–, nuestras Fuerzas Armadas están en sus Regimientos, Bases, buques de la Armada y aeropuertos. Y no será necesario que intervengan. Eso sí. Si tuvieran que actuar de acuerdo a sus deberes constitucionales y las Reales Ordenanzas, con una Bandera de la Legión, un Tabor de Regulares, unas pocas compañías de cualquier Regimiento, unos paracaidistas, una fragata y unos aviones que hagan ruido y den algo de susto, Cataluña sería ocupada. Pero como dice un gran general, ya en la reserva: «Unos delincuentes no pueden nublarnos nuestro amor por Cataluña y los catalanes». En fin que...
✕
Accede a tu cuenta para comentar