Opinión
Calidad democrática
Tras los acontecimientos que se están produciendo en España, algunos intentan trasladar una imagen negativa de nuestra calidad democrática cuestionando el correcto funcionamiento del estado de Derecho. En ocasiones, estas desconsideraciones nacen de un puro oportunismo político a través de acusaciones que solo tratan de desacreditar al oponente, y para ello desarrollan reatos bajo un prisma dogmático sobre realidades poliédricas que dan lugar a múltiples interpretaciones. Vivimos en un mundo donde la democracia como modelo político es un bien escaso, y diferenciar si un país es o no democrático no es una tarea fácil. Freedom House, el Democracy Index compilado por la Intelligence Unit del Economist o el World Governance Indicators del Banco Mundial son algunas de las iniciativas más conocidas. Apoyándose en distintas fuentes de datos y metodologías que combinan y sintetizan cantidades notables de información, todas ellas reconocen a España no solo la condición de Estado democrático, sino que le otorgan puntuaciones que despejan cualquier sombra de duda. Por ejemplo, Freedom House publica anualmente los informes Freedom in the World, y en este, España es uno de los países al que otorgan la condición de Libres en una catalogación en tres categorías (Free, Partially Free, Not Free); para ello configuran una serie de índices sobre derechos políticos y libertades civiles, y tras su aplicación España es reconocida en el tramo más democrático, obtenido en el último 94 puntos sobre 100 posibles. Eso nos sitúa un punto por debajo del Reino Unido, Bélgica o Alemania o seis por debajo de Finlandia, Noruega o Suecia, que son los países más democráticos, pero por contra, cuatro puntos más que Francia o seis más que Estados Unidos o Italia. No es más que un ranking que se basa en la comparación de unos indicadores, mas éstos cumplen su función esencial, indicar, e indican de forma incontestable que gozamos de una de las democracias con más calidad del mundo, que hay que mejorar sin lugar a duda, pero asumiendo que estamos en la parte alta de calidad democrática. No lo pueden poner en duda ni políticos oportunistas, ni opinadores malintencionados. Como decía Montesquieu «la democracia debe guardarse de dos excesos: el espíritu de desigualdad, que la conduce a la aristocracia, y el espíritu de igualdad extrema, que la conduce al despotismo».
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