Opinión
Magníficas personas
Recientemente he conocido la historia de una joven pareja que había decidido adoptar a un bebé con síndrome de Down, algo que, cuando se lo comentaron a sus respectivas familias, generó una cierta preocupación, que duró lo poco que tardaron en experimentar una enorme felicidad e ilusión ante el compromiso que asumían.
El 21 de marzo se celebró el día mundial del síndrome de Down, cuyo principal eslogan consistía en advertir y propagar que el síndrome no supone enfermedad alguna, y así lo pudimos comprobar en algunos programas de televisión cuando nos contaban sus experiencias.
El síndrome de Down es una alteración genética que se produce por la presencia de un cromosoma extra o una parte de él; se dice que es la principal causa de discapacidad intelectual y la alteración genética humana más común, pero es necesario que asumamos que no es una enfermedad y que tampoco existen grados de síndrome de Down, puesto que el efecto que la presencia de esta alteración produce en cada persona es muy variable.
En nuestra legislación el síndrome de Down se considera como una grave anomalía en el feto de las que permiten la interrupción voluntaria del embarazo, porque el riesgo de que el feto tenga el Síndrome de Down es el principal motivo de abortos por esta causa (art. 15 b de la LO 2/2010). Ya en la redacción de 1984 se establecía como causa de aborto la presunción de que el feto habría de nacer «con graves taras físicas o psíquicas». No pretendo cuestionar esta norma, mas desde un examen moral cada uno tiene su opinión al respecto.
Tras conocer a personas con este síndrome he llegado a la conclusión de que lo que define su personalidad son sus aficiones, ilusiones y proyectos, desarrollándose como personas, y no la discapacidad, la cual es sólo una característica más de su persona.
No pretendo con ello juzgar a las personas que deciden interrumpir sus embarazos, para nada, sino por el contrario, sí que pongo en valor y mucho a los que deciden permitir el desarrollo de esos fetos que llegan a ser personas, personas que tanto necesitan como dan. Conviene recordar que no sólo somos lo que logramos, sino lo que superamos, y en esto nos dan una permanente y preciosa lección.
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