Opinión

Municipal burricie

Con una sinvergonzonería cultural que supera simultáneamente los límites del delito y el ridículo, la alcaldesa de Barcelona ha justificado el cambio de nombre de la calle del Almirante Cervera con un argumento asnal: «El Almirante Cervera era fascista». Es decir, que el Almirante Cervera, que murió diez años antes de que naciera el movimiento fascista en Europa, se adelantó a las circunstancias. La alcaldesa Colau es una ignorante. El fascismo es consecuencia directa del comunismo. De no haber existido el comunismo, el fascismo jamás habría germinado por falta de sentido. Para contrarrestar a la dictadura del proletariado, la clase media europea propone la dictadura de la burguesía, que no es otra cosa que el fascismo. Clase media, que no aristocracia, nobleza y clase alta, aunque posteriormente todo se confunda.

Acusar al Almirante de «facha» es una idiotez tan supina como calificar de «roja» o comunista a Mariana Pineda. Era comunista la actriz que la interpretó en una serie de televisión, Marisol, Pepa Flores, pero Mariana Pineda, resistente y contestataria, nada sabía de una revolución proletaria muy posterior a su existencia. O decir que Viriato era etarra, Abderramán III yihadista y Blas de Lezo un «facha» contrario al «Prusás». Como bien recuerda en LA RAZÓN Jorge Vilches, don Pascual Cervera no se identificó jamás con lo que entendemos por conservadurismo. Los dos monumentos que recuerdan su magnitud como marino en Cuba, ubicados en el castillo de los Tres Reyes en Santiago de Cuba y en el museo de la Real Fuerza en La Habana, han merecido el respeto de la dictadura derechista de Fulgencio Batista y de la tiranía comunista de los hermanos Castro.

El fascismo fue brutal y violento, pero dejó de significar un peligro para la humanidad décadas atrás. El comunismo, el sistema más sanguinario de la Historia de la humanidad amén de ruinoso, sigue presente y amenazador. No termino de entender, salvando la cercanía a la docilidad del rencor, la vigencia de un sistema que ha asesinado, ha arruinado, ha encarcelado, ha torturado, ha matado de hambre y persiste en asesinar, arruinar, encarcelar, torturar y matar de hambre a centenares de millones de seres humanos durante su siniestra existencia. El comunismo ha distorsionado, descoyuntado la verdad, y millones de personas se han creído y aún creen en la gran mentira. El fascismo, y me refiero a España, hizo un profundo examen de conciencia y en la actualidad es un pasado sin vuelta de hoja. La invulnerable caradura de los comunistas actuales, entre los que incluyo a la alcaldesa de Barcelona, ha conseguido que todos aquellos que no hayan pertenecido o pertenezcan al vertedero de su ideología, sean considerados «fachas». Una intelectualidad acomodada en las ventajas se sostiene todavía, con holgados beneficios, en la falsedad. Inteligente falsedad, hay que reconocerlo, que ha logrado rodear a un sistema brutal y fracasado de una aureola de prestigio cultural. La mentira bien mentida y repetida hasta la saciedad se convierte en verdad abrumadora.

No hay unanimidad en la valoración como marino y Almirante de don Pascual Cervera. Para muchos, su estrategia ante la escuadra norteamericana, fue desastrosa. De cualquier manera, heroica y decidida. Para otros, Cervera fue derrotado por la sustancial diferencia de fuerzas respecto a la marina estadounidense. «Voy al sacrificio», le escribió a Sagasta. Su valor y su lealtad contribuyeron a su fracaso. Los héroes no siempre vencen. Pero su figura, respetada en todos los mares del mundo, es humillada en Barcelona en beneficio de un cutre repuesto. La alcaldesa premia la zafiedad antiespañola y castiga al heroísmo. Porque era «facha». Qué simpleza. Que injusticia. Qué barbaridad. Qué maldad. Qué resentimiento. Qué burricie. Pobre Barcelona.