Opinión

Los amigos

El fútbol chino tiene tanta prisa por llegar a la élite que no repara en gastos; aunque de cuando en cuando el gobierno del país frena sus ambiciones expansivas, reclama la contabilidad y pone límite a las inversiones... En éstas, aparece el nombre de Iniesta y los prejuicios se desvanecen. Ha esperado el Tianjin Quanjian a que el jugador anunciara su despedida del Barça para oficializar el fichaje. Porque ése es su destino, no el Chongping Pangdai Lifan, que es el club donde interviene Pere Guardiola y al que pretendía llevárselo el hermano de Pep.

Tianjin es la tercera ciudad de China, con 15 millones de habitantes, pegada al mar y a media hora de Pekín en el «Tren Bala». Al equipo lo entrena Paulo Sousa, sucesor de Luxemburgo y Cannavaro, entre otros. La figura es Alexander Pato, de quien se dice que al término de la temporada dejará el club. Si es así, la plaza vacante está reservada para Fernando Torres, el gran amigo de Andrés desde que eran juveniles. Las condiciones económicas son espléndidas. Iniesta va cobrar 32 millones de euros por cada uno de los tres años que ha firmado; Torres, la mitad. Y es el padre del manchego quien ha negociado el desembarco de los vinos de su bodega en el atractivo mercado chino. Calculan ingresar en torno

a los diez millones anuales y al cabo del primer lustro se estudiaría la entrada de capital de la compañía propietaria del club, una empresa puntera de medicina natural. Lo peor de este trasvase es que después del Mundial ya no veremos a Iniesta como ahora, y ello nos producirá dolor, como a «France Football» no haberle entregado un Balón de Oro.