Opinión
Molondra
La indocta, molondra y alcornocal alcaldesa de la Ciudad Condal, ha sido amable, cultural y severamente puesta en su sitio por el Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada don Teodoro López Calderón, que le ha explicado en un formidable texto quién era el Almirante Cervera, el descallejado por la molondra en beneficio de un necio faltón que jamás alcanzó a rozar los espacios de la mediocridad. Se quedó en la vulgaridad absoluta, y en paz descanse.
La alcaldesa, por si fuera poco, es pedante y soberbia. Ignora su ignorancia, lo cual apunta a un cuadro de prepotente necedad. No es necesario que contrate a una veintena de asesores culturales, porque si ella los elige, serán aún más indoctos, molondros y alcornocales que la contratante. Pero existen, para suavizar la parquedad de conocimientos, enciclopedias de muy sencilla consulta que pueden contribuir a que la señora alcaldesa regule su natural tendencia a emitir melonadas.
Se dice que la voz que susurra culturalmente a la alcaldesa tiene acento argentino y apellido siciliano, pero no puedo dar por comprobado tan inquietante rumor. Después de intentar humillar al Almirante don Pascual Cervera, y al marqués de Comillas, e incluso a mi humilde persona, que figuraba en la agenda del anterior alcalde Xavier Trías para cambiar la avenida de Luis Companys bautizándola con mi nombre – gracias, Xavier, no ha podido ser pero te lo agradezco de corazón–, doña Inmaculada, cuyo dibujo facial de frente encaja perfectamente con el escudo del F.C. Barcelona como última pieza del puzzle del despropósito, ha despedido al futbolista Iniesta de esta guisa: «Barcelona siempre estará agradecida a Andrés Iniesta. Como futbolista, pero sobre todo por el ejemplo que nos ha dado como deportista y persona. ¡Orgullosos de otro barcelonés universal!». En efecto, orgullosos todos los españoles, porque Iniesta ha superado las fobias y las tirrias que la rivalidad produce y el aplauso le ha acompañado en todos los campos de España, con la excepción de San Mamés, donde no le perdonan el gol que hizo contra Holanda en la final del Campeonato del Mundo de Sudáfrica. Orgullosos de Andrés Iniesta, ejemplo de moderación y buena educación humana y deportiva. Pero no por barcelonés universal. Es de Fuentealbilla, provincia de Albacete, y allí en su pueblo natal, ha invertido gran parte de sus ganancias en una descomunal bodega de la que los chinos se apresuran a ser los mejores clientes. Se ha adaptado tan culturalmente a Barcelona, que habla el catalán más o menos como Messi, que todavía cuando le piden que «pase la pilota» mira a derecha e izquierda para comprobar que está pasando por la banda una comandante de Iberia. Iniesta es, en el deporte, un español universal, un hijo de Fuentealbilla, y un gran empresario albaceteño. Y retomo lo de las enciclopedias. Busco «Fuentealbilla» y hallo lo que sigue: «Villa de la provincia de Albacete, partido judicial de Casas-Ibáñez. Dista 45 kilómetros de la capital de provincia. Ribera del Júcar. Pastos, cereales, leguminosas, alfalfa y vid. Ganados bovino y ovino. Canteras de yeso. Iglesia paroquial de Santiago, costrucción barroca del siglo XVIII. Comprende Bormate, Campoalbillo y Fuentealbilla».
Nadie pone en duda que Iniesta le ha dado al Barcelona toda su excepcionalidad y profesionalidad como futbolista. Y a la Selección de España, fundamentalmente. Pero los castellanos de La Mancha no claudican de sus raíces. «¿Qué se siente siendo el Presidente del club de su ciudad que ha conquistado el mundo?», le preguntaron a Bernabéu. «Se siente un gran orgullo el saberse presidente del Real Madrid. Pero no se equivoque. Yo soy manchego, de Almansa».
De haber calificado a Iniesta de «barcelonista universal», la alcaldesa Colau no habría errado, como en ella es habitual. Pero lo de barcelonés, sobra. O no se ha enterado todavía. O su asesor cultural le ha jugado otra mala pasada. Iniesta es de Fuentealbilla, Albacete, y se siente muy feliz por esa natural circunstancia. Además de indocta, molondra, alcornocal y errada, innecesariamente forofa.
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