Opinión

El viento y el sol

Tratando de superar la dura actualidad, me ha venido a la mente la vieja fábula de Esopo en la que el viento y el sol rivalizan sobre quién es más fuerte y, tras describir ambos sus respectivos poderes, decidieron probar sus fuerzas sobre un viajero al cual deberían quitarle la capa; - ¿Ves aquel hombre con su capa? - dijo el viento - Quien de los dos consiga quitársela de encima será el vencedor.

Entonces el viento comenzó a soplar con mucha fuerza hacia el viajero, pensando que le despojaría rápidamente de su capa, pero no fue así, pues al soplar fuerte el viento, el hombre se sostuvo contra sí con su capa.

Entonces el viento derrotado le dio el turno al sol y este comenzó a iluminar suavemente sobre el viajero, que vio sonriente el rostro del sol y, con un suspiro de alivio después del fuerte viento desatado, comenzó a desajustar su capa y, tras sentir los ardientes rayos, no pudo resistir más el calor y se quitó su capa, demostrando así el sol que con bondad era más poderoso que el viento.

Algo así ocurre con el cumplimento de la ley, la búsqueda de atajos legales, el incumplimiento de la norma y sobre todo el abuso del poder para pervertir el real sentido de las normas podrá conseguir victorias pírricas sobre la base de las injusticias acaecidas, pero al final los que creemos en la ley, y en su cumplimento como el mejor modo de resolver los conflictos, notaremos el ardiente calor que genera la paz social fruto del acatamiento de la norma. No nos quitaremos la capa, nos la podrán arrancar, pero esto no será una victoria moral, será solo una imposición que no nace del cumplimento de la norma y esta imposición generará un sentimiento de oprobio que trasmutará en un intento de subvertir lo conseguido mediante aquella imposición y derrotar al pírrico vencedor, eso sí, acudiendo a la ley.

Algunos creen que el poder por sí mismo les dota de la razón, mas, como decía Fray Luis de León, «los pastores serán brutales mientras las ovejas sean estúpidas». La razón no la da el poder, sino el sometimiento de su ejercicio a la legalidad y al exquisito cumplimiento de los procedimientos.