Opinión
Gente encantadora
Será una cursilería, pero nada me gusta más que la gente encantadora. Quim Torra, por ejemplo. Los que no estamos al día de la política en Cataluña ignorábamos la existencia de este travieso y divertido personaje. Ante todo, buena educación. También cultura. Uno de sus mensajes colgado en las redes sociales demuestra su sensibilidad y sabiduría: «En Cataluña estamos viviendo una crisis humanitaria». Ya estamos con las crisis, catástrofes y desgracias humanitarias. Lo humanitario es todo aquello que resulta benéfico para la humanidad. Quizá Torra ha querido escribir «crisis humana» y le ha salido humanitaria. Bueno, es lo de menos. Me refería a su encanto personal. El forajido cagueta ha decidido desde Berlín que Torra sea el presidente de la Generalidad, y es probable que lo consiga. Una sociedad avanzada, la que representa a la mitad de Cataluña. Pero algo tiene Torra que enamora, que aglutina, que convoca reacciones positivas, y en este caso está bien escribir que son reacciones humanitarias. Probablemente su sutileza en el lenguaje. «Los españoles sólo saben robar». El problema es que Torra es español y la familia de Jordi Pujol también es española, y creo que en esta ocasión el distinguido Torra se ha hecho con la fuchinga un lío. Como al afirmar que «Nadal y Gasol no representan la catalanidad que queremos». En el caso de Gasol puede opinar lo que quiera. No en el de Nadal, que no es catalán. Los dos son excepcionales deportistas españoles, Gasol catalán y Nadal balear. Nadal podría representar la balearidad, pero jamás la catalanidad. En fin, que tampoco hay que concederle importancia a semejante tontería. La gente, que no entiende en ocasiones la sana ironía, se ha enfadado en demasía con el humor contundente de Torra. Y en el programa de Susana Griso, la del marido faltón y tonto, Joaquín Leguina ha llamado a Torra «gilipollas». Seamos cautos. Quim, previamente, había escrito con su fina y bruida capacidad crítica, que España mantiene cautiva y castigada a Cataluña desde 1714. Y Leguina, que es un montañés directo, ha preguntado si «ese gilipollas – se refería a Torra-, vivía ya en 1714». Para mí, que sí. Quim Torra representa el alma independentista de Cataluña, y ese ánimo, ese aliento, ese hálito, esa energía de barretina, ya existía en 1714, cuando el proyecto humano de Quim Torra volaba de nube en nube en pos de su desenlace de hombre.
Pero lo más destacable, familiarmente, de Quim Torra es su gracia. La gracia no se adquiere. Se tiene o no se tiene. Y Quim nació gracioso. Sus allegados cuentan que en las reuniones familiares la alegría llega cuando lo hace Quim. Y en la comida de Pascua, al menos en la última y recientemente pasada, alcanza sorprendentes cumbres de gracia, oportunidad, y señorío. En esa comida, la familia de Quim había preparado una suculenta paella, y Quim se interesó por la composición del menú. -¿Qué hay de comer?-; -paella-, le respondió su prima Roser. Y Quim, improvisador genial, ocurrente como pocos, dijo con su humor de Blanes: - «Pa ella y pa todos los demás»-. Y aquello fue un despiporre de risas, carcajadas y aspavientos hilarantes de los que ya no se producen, porque la familia –es un juicio de valor-, tiene que ser tan graciosa y divertida como él.
Con Torra y con Torrent, Cataluña estará en las mejores manos. Porque Torrent también es divertido, gracioso e irónico. En Andalucía, un sevillano y un gaditano no coinciden en el sentido del humor. El sevillano tiene más guasa y el gaditano mayor hondura. En Cataluña sucede lo mismo. El sentido del humor de Manresa o el Hospitalet del Llobregat es más tosco que el de Blanes. En Blanes se nace con la gracia puesta, y esa gracia mal entendida por la mitad de los catalanes y el resto de los españoles es la que ha puesto a Quim en el disparadero de las críticas amargas. «Nos tienen acorralados en el gueto, sin medios de comunicación, ni poder económico, ni influencia política». Eso es ironía de la buena. Rajoy ha cerrado TV3, ha suspendido la publicación de La Vanguardia y Punt de Avui, y los ha acorralado en el gueto. Y el poder económico no se lo han quitado, pero se ha ido, y ahí Torra no ha estado acertado. «Esencialmente, España ha sido un país exportador de miseria, material y espiritualmente hablando». Ironía tan alta que no se entiende, porque España ha sido el impulso económico de su región catalana, el mejor cliente de su antaño pujante industria. Y espiritualmente, España – con preferencia Castilla la Alta-, representa la cima de la espiritualidad y la mística, con Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, y unos cuantos poetillas más.
Hay que aceptar a la gente graciosa como es, sin límites malhumorados. Cataluña está dando al mundo un ejemplo de resignación ante el sufrimiento insuperable. Y Quim demuestra su grandeza con su inagotable sentido del humor. Eso sí, Leguina no se equivocó.
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