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Opinión
Intimidad personal
El art. 18 de la Constitución consagra la garantía, entre otros, del derecho al honor y la intimidad personal, derechos básicos en la defensa de la dignidad de la persona.
En 1978, cuando apenas existían los ordenadores personales, y mucho menos cualquier tipo de red social informática, ya se dispuso en este precepto que la ley limitará el uso de la informática para garantizar el honor y la intimidad personal y familiar de los ciudadanos y el pleno ejercicio de sus derechos, toda una previsión de futuro que hoy en día es una preocupante realidad. El derecho a la intimidad se vincula a la esfera más reservada de las personas, al ámbito que éstas siempre preservan del escrutinio ajeno, aquello que desea mantenerse oculto a los demás por pertenecer a su esfera más privada (STC 151/1997), vinculada con la dignidad y el libre desarrollo de la personalidad.
De esta forma el derecho a un núcleo inaccesible de intimidad se reconoce incluso a las personas más expuestas al público (STC 134/1999). Mientras otros derechos se predican de igual manera respecto a cualquier persona, como la vida o la libertad, al igual que sucede con el honor, la defensa del derecho está condicionada por el carácter de la persona o el aspecto concreto de su vida que se ve afectado, de acuerdo también con las circunstancias particulares del caso, de tal suerte que el Tribunal Constitucional ha interpretado en alguna ocasión que el alcance de la intimidad viene marcado por el propio afectado (STC 196/2004).
Hoy en día, estamos asistiendo a como toda una generación expone su vida íntima en las redes sociales, algunas sin limitación, restringiendo su intimidad a núcleos mínimos, de tal suerte que la defensa jurídica de la intimidad se va a ver tan reducida como expuesta su vida a los demás, y sobre esto conviene educar a nuestros menores para que sean conscientes del riesgo que están asumiendo.
De nada sirve a estas personas que tanto se exponen que la ley regule la creación y uso de las bases de datos, la cancelación de los datos cuando dejen de ser necesarios, así como el conocimiento y la posibilidad de acceso por parte de los afectados, puesto que ellos mismos convierten sus perfiles en un sinfín de datos personales.
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